Hay un debate que muy pronto habrá que abordar, y en el que Guadalajara se juega mucho. Me refiero al mal negocio que haría nuestra provincia si se cumplieran las previsiones que tiene en cartera el actual gobierno de Pedro Sánchez, pues mientras por un lado ha paralizado la construcción del Almacén Temporal Centralizado (ATC) de Villar de Cañas (Cuenca), por otro avanza que no tiene entre sus planes prolongar la vida de las actuales centrales nucleares. De una manera muy resumida, si ambos propósitos se cumplen esto significaría dos cosas:
A) Que los residuos nucleares de alta actividad que se almacenan en los ATIs de las centrales nucleares de Almonacid de Zorita (en la última fase de desmantelamiento) y en la de Trillo deberían quedar allí sine die, porque ese ATC de Villar de Cañas en donde ya deberían estar los bidones, si se hubieran cumplido los planes de ENRESA (Empresa Nacional de Residuos), está suspendido a pesar de que se han enterrado en él centenares de millones del contribuyente, y la decisión del actual gobierno y sus socios es que esta suspensión se convierta en definitiva. Esto significará que a falta de otras soluciones que no va a resolver ese futuro Plan de Gestión de Residuos (un brindis al sol en toda regla) los municipios de Almonacid de Zorita y de Trillo seguirán siendo unas instalaciones nucleares a todos los efectos más allá de que en ellas ya no opere ninguna central nuclear. ¿Repercusiones? Los ayuntamientos del entorno de 10 km. no perderán las compensaciones que reciben de ENRESA y que van en función de las toneladas de combustible gastado que guardan esos ATIs. Y para la economía de la zona, el desierto. Los ATIs no generan otro empleo al margen de la seguridad que deberán tener ambos emplazamientos, es decir, cuatro gatos.
B) Guadalajara se queda por herencia con los residuos de alta actividad (que tienen una vida de varios miles de años, ni usted ni yo veremos el final de esta historia) y en cambio pierde con el cierre programado a 10 años vista (2029) de la central de Trillo, la industria más potente que hay en Guadalajara con 1.300 empleos entre directos, indirectos e inducidos. La que más impuestos paga en Castilla-La Mancha a las distintas administraciones (una contribución estimada por la central en unos 50 millones). La que más inversión anual genera (unos 40 millones anuales) y la que más formación ofrece a empleados y colaboradores (unas 48.800 horas). Pues bien, a pesar de los fríos datos el secretario de Estado de Energía, José Domínguez, indicó que no está en los planes del Gobierno prorrogar las licencias para las centrales nucleares: «Se podrían prorrogar, pero no es lo que contemplamos; lo que sí contemplamos es un cierre escalonado», dijo recientemente en el vigésimo Encuentro del Sector Gasista organizado por el diario Expansión. Los planes del Gobierno de Sánchez es
que «antes de 2030» dejarían de operar todas las nucleares (en 2028 concluirá la última licencia en vigor, la de Trillo),y a partir de ahí el único empleo que generarían es el desmantelamiento, que sería escalonado entre las distintas nucleares a liquidar.
Nuevamente, una decisión de Estado, de gran calado para la economía de España, como es el papel a jugar por la energía nuclear en el futuro, se convierte en la decisión de un gobierno minoritario que no sabemos cuánto va a durar y que no es fruto de un gran pacto nacional para disponer de una energía competitiva para nuestras empresas (a pesar de que las últimas deslocalizaciones se ha argumentado precisamente eso, el alto coste de la energía en España). Algo insólito, por no decir frívolo, si tenemos en cuenta de que la potencia nuclear instalada en la España peninsular (datos del 1ºsemestre de 2018) equivale al 7,2%, y sin embargo genera el 20,6% de lo que consumimos en España, por su eficiencia. Pues bien, sin debate previo que valga, tiramos a la basura el 20% de la energía que actualmente se produce en España, no sabemos muy bien cómo la sustituiremos porque las renovables, que generan ya el 46% de la energía nacional dependen de factores externos como el viento o el sol, aunque sospechamos que el día que haga falta (porque este mercado va por horas) acabaremos comprando le energía a Francia que producen… sus nucleares.
¿Una decisión de este tipo se puede tomar sin más por una cuestión política? Pues ya vemos que sí, porque como repetidamente ha explicado el director de la central de Trillo, Aquilino Rodríguez, técnicamente no hay motivos para limitar la vida de las centrales a 40 años: «En otros países están funcionando con 50 y 60 años. La central no está igual que cuando comenzó a funcionar hace 30 años, se renueva tecnológicamente todos los años, se modifica y se mejora”. Pues no, aquí se cierra por una cuestión dogmática, porque es lo políticamente correcto, y lo que Rodríguez nunca se imaginó, un escenario de cierre de Trillo para el 2029, cada día está más cerca.
Y lo que es más novedoso: empieza a ser asumido por la propiedad de las centrales, por la alta fiscalidad que soportan, asunto que va a pesar mucho en la decisión que habrá que tomar dentro de seis años, en 2024.Y así lo reconocía, la consejera delegada de Iberdrola España, Ángeles Santamaría, que en un reciente debate consideró viable cerrar las centrales nucleares cuando cumplan 40 años, mientras que el consejero delegado de Endesa, José Bogas, ve dificultades «técnicas» para parar cualquiera antes de 2027-2028. Solo hay que recordar que Iberdrola, con un 48%, es la mayoritaria en la propiedad de
Trillo, cada vez está mas volcada en las renovables, con una fiscalidad privilegiada, y por lo que se desliza no pondría demasiados ascos a la decisión de liquidar el sector nuclear en España.
Todo lo que vaya a pasar sucederá antes de 2024, cuando haya que empezar a presentar papeles para la renovación de la licencia que caduca en 2018. No me digan que un asunto de este calado no merecería un debate en profundidad sobre dónde va al sector de la energía en España, y ya no digamos en una provincia de Guadalajara, con lo que se está jugando su economía: empresarios, sindicatos, partidos políticos….Por no hablar de Castilla-La Mancha, cuyo presidente García-Page, que no hace ascos en visitar hasta la más modesta de las empresas, no ha visitado nunca la central de Trillo, aunque solo sea para saber qué hace esa gente ahí y a qué dedican su tiempo libre. Pero esto es lo que hay, partidos provinciales que son meras delegaciones de Toledo, y que no son capaces de poner en valor los intereses de Guadalajara propiciando un debate sereno; y una sociedad civil que no distingue lo importante de lo accesorio entre tanta demagogia populista. No me quiero ni imaginar el páramo en que se convertirá la Alcarria alta cuando solo haya unos agentes de una empresa de seguridad vigilando el almacén de residuos desde lo alto de su gorra en lo que fueron las instalaciones (desmanteladas) de Trillo y Zorita.
Y luego vendrán algunos hablando de despoblación, de ecología y de la importancia de cuidar nuestro medio rural.¡Perdón si me río! ¡Residuos por empleo industrial, vaya negocio que vamos a hacer en Guadalajara!