El casco antiguo de Guadalajara tiene en torno a un centenar de solares sin edificar esperando a nada y a nadie. Y la vía principal que articuló la ciudad desde la edad Moderna, Calle Mayor y Miguel Fluiters, hasta 27 locales cerrados entre la plaza del Infantado y Santo Domingo. Contados esta mañana. Particularmente triste es la situación de Miguel Fluiters, que pierde músculo comercial por días y hay tramos en el que se agrupan 4 o 5 locales esperando tiempos mejores. Lo que parecía hace unos cinco años una incipiente recuperación de la actividad comercial en esta artería principal, aparentemente está sufriendo otro retroceso. Sólo la construcción de un edificio entre el Casino y la desaparecida Cámara de Comercio, insufla algo de ánimo. Desde la antigua oficina electoral del actual alcalde en la calle Mayor, que también se alquila, un cartel reclama: «¡Guadalajara. Ponla en marcha! Pues de eso se trata. Antes de que sea demasiado tarde. Porque con los medios y estrategias empleados hasta ahora el resultado es ineficaz: los promotores tienen escaso interés en promover en el centro, porque se temen cualquier sorpresa cuando meten las máquinas y al actual precio del suelo no ven claro el beneficio. Mejor construimos un edificio de cincuentas viviendas en los nuevos desarrollos que rehabilitamos uno de seis en el casco. Los propietarios del suelo, en muchos casos en propiedades muy divididas, carecen de iniciativa para mover su propiedad. Y en las administraciones casi todo es bla-bla-bla. Se conforman con declarar la protección de alguna vieja fachada, que a lo mejor se podría reproducir perfectamente sin aumentar los costes, con lo que muchas veces acaban complicando una posible solución. El conspicuo arquitecto Miguel Ángel Embid me lo dijo una vez: «Un solar por lo menos es una oportunidad, un edificio en ruinas un problema». Yo les recomiendo que se lean esta entrevista que le hice hace cinco años porque da muchas claves del problema.
Ante la atrofia de nuestro casco, visto que los solares crían cardos sin cumplir su función urbana y social, y los edificios en ruina están cada vez más ruinosos, hay que celebrar que por fin se haya podido poner en marcha una medida que ciertamente es «revolucionaria» en materia urbanística, pero que puede venir bien cuando el mercado (o mejor dicho, la ausencia de ese mercado) no puede solucionar algunas cosas. Me estoy refiriendo a los llamados PAEs, una figura que se contempla en la Ley de Ordenación del Territorio y de la Actividad Urbanística de Castilla-La Mancha, de 18/05/2010, pero que estaba sin estrenar por la falta de agilidad de arquitectos, promotores, ayuntamientos y la propia Justicia. En esencia, lo que habilita esta figura es que un tercero pueda presentar un PAE en un terreno que lleva más de 24 meses sin ser edificado. No se trata de una expropiación pura y dura, ya que el promotor tiene que compensar en especie al propietario con obra nueva, en función del valor del suelo. Pero es seguro que debe servir para poner en el mercado esos solares y contribuir así a que sea más fácil la construcción de viviendas en los cascos históricos de la región; y además a que estas puedan venderse a un precio razonable.
Por tanto, hay que saludar que la justicia, también sorprendida por la novedad, haya fallado recientemente sobre un contencioso que había paralizado, desde el 2016, el PAE que se había presentado sobre el edificio de la pescadería Maragato en la plaza Mayor, y que ha prolongado durante una década el esperpento de andamio en plaza tan principal, para bochorno de la ciudad, ya que teníamos la duda de si lo que se protegía era la fachada o el mismísimo andamio. Ahora, la Junta de Gobierno Local ha concedido un plazo de tres meses para que el agente urbanizador presente un estudio arqueológico que será remitido a la Junta de Castilla-La Mancha, así como un estudio geotécnico, levantamiento topográfico, la presentación del Proyecto de Ejecución de la Edificación, el pago de tasa y la presentación de un plan de reparcelación en régimen de propiedad horizontal. Por la buena imagen de la ciudad, confiemos en que en todo el proceso no salgan otra vez dificultades insuperables y que en no más de seis meses se pueda empezar a construir el nuevo edificio, en el que está previsto ubicar seis viviendas de tres dormitorios.
Sería deseable que tanto este PAE como los otros tres que hay presentados por Miguel Ángel Embid salgan adelante sin más contratiempos, porque animarían a otros profesionales y promotores a iniciar un camino que debería contribuir a salir del actual atasco en el que vivimos. Los problemas del comercio de proximidad en las ciudades son también complejos y obedecen a otros factores, que se agravan por el auge del comercio por internet. Pero siempre será más fácil aguantar en un casco histórico que recuperase la actividad residencial, y en el que los jóvenes tuvieran acceso a él, por los buenos precios, que no mantener el actual estado de cosas.
Esto es lo que hay. ¿Medida revolucionaria? Puede ser. Pero o atacamos el problema con decisión o la enfermedad se cronifica. Y así no habrá manera de poner en marcha Guadalajara, como nos promete su alcalde desde un polvoriento cartel en la calle Mayor.