Llegados a este punto en que la pandemia empieza a estabilizarse, aunque hoy mismo se producían 435 nuevos fallecimientos por covid-19 con lo que son ya 21.717 personas las que han perdido la vida oficialmente a causa de la enfermedad en España, lo que reclama todo el mundo son test para poder dar un paso adelante con garantías. Ya no solo estamos hablando de unas cifras de mortandad escalofriantes, que las televisiones digieren con pasmosa naturalidad, sino que además va emparejada a una crisis económica que tiene también su escalada -en este caso-, en función del tiempo es que tarde en recuperarse la actividad económica. El informe del Banco de España, con una metodología basada en la oferta, advierte que la caída del PIB de este año se situaría entre el 6,6 y el 8,7 % si el confinamiento dura ocho semanas -en función de si la actividad se normaliza tras el confinamiento o a final de año- y en el 13,6 % si dura 12 semanas, un escenario en el que ocio y hostelería no lograrían recuperar la normalidad ni siquiera al cierre del ejercicio.
Ante este panorama han calado hondo las previsiones de los expertos, entre ellos el propio director general de la OMS que para luchar contra el coronavirus lo que ahora hacen falta son test, test y más test. La actualidad de hoy está plagada de demandas de test: los sanitarios, los funcionarios que volverán pronto al trabajo presencial, trabajadores y residentes… A pesar de que llevamos 39 días de alerta, la realidad es que los test escasean y que estamos lejos de países como en Corea del Sur donde se hicieron tratamientos de choque con 22.000 pruebas diarias. En Castilla-La Mancha llevamos algo más de 44.000, en una comunidad que tiene más de dos millones de habitantes, y eso que sus portavoces recalcan que es la región que más test ha hecho en función de su población. Es imposible saber cuántos test se han realizado en España, como tampoco conocemos cuál es la incidencia real de la enfermedad hasta que se haga el anunciado estudio epidemiológico del Gobierno. Pero sí nos consta que incluso a los héroes de verdad que luchan en primera línea (sanitarios, fuerzas de seguridad, bomberos, transportistas, empleados de supermercados, agricultores… todos los sectores esenciales que han seguido trabajando para que España pudiera seguir comiendo y no se desatara el caos) apenas a unos pocos se les ha realizado el test. La gran mayoría siguen esperando. Con lo que si los que están en la avanzadilla de la pandemia todavía no saben si han pasado la enfermedad y cuál es su situación, mucho me temo que la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) va para largo. Me lo repite un familiar cada vez que hablo con él y que aparentemente ha pasado la enfermedad en su casa, porque ha tenido todos los síntomas:
-¿Pero a mí cuando ve van a hacer un test para saber si soy o no positivo, y si contagio o no cuando salga a la calle?
De momento, no hay respuesta. Como cuando esta mañana preguntamos a las autoridades sanitarias sobre cuándo estarían en condiciones de hacer test a todos los residentes y trabajadores de centros socio-sanitarios de Castilla-La Mancha. Lo hacíamos al hilo de la decisión del Ayuntamiento de Trillo de contratar test a través de un laboratorio privado para los 121 ancianos y personal de la residencia trillana, de titularidad municipal, y en contra del criterio del Sescam. Pero hay que ponerse en la piel del alcalde de Trillo, que teniendo posibilidad y recursos, haya preferido destinarlos a sus residentes aun a riesgo de parecer políticamente incorrecto ante el resto de ayuntamientos que no están en su situación. Pero esto es lo que hay: Antes está la iglesia que sus santos, se suele decir en el campo castellano.
Por favor: más test.