El Ayuntamiento nos comunicará en los próximos días qué piensa hacer con las Ferias de 2020, este año maldito y perdido. Aunque no parece que tenga muchas alternativas; y bien que lo siente mi corazón de peñista de primera hora.
Pero este puñetero virus se ha empeñado en meterse en nuestras vidas y nos está dejando tocados: la salud, la economía y hasta las cabezas. ¿Qué se puede hacer con unas Ferias como las de Guadalajara, que se viven en la calle, y donde el contacto humano es inevitable? ¿Cómo vamos a mantener esa distancia social en espectáculos en los que se aprietan miles de personas empezando por el chupinazo de las peñas y siguiendo por el desfile de carrozas, los conciertos, las corridas de toros, el recinto Ferial con sus puestos de comida y los cachivaches, las verbenas en plazas y en las carpas de las peñas, por no hablar de los encierros con toros de lidia?…”Señor toro, no me apriete tanto”
Si repasamos el programa de las últimas Ferias, la mayoría de las actividades programadas chocan con eso que han dado llamar “Nueva normalidad”. Se salva el tenis, el ajedrez, las exposiciones culturales y poco más.
Aunque quedan cuatro meses para el Chupinazo es poco tiempo como para pensar que se vayan a autorizar espectáculos multitudinarios. Porque va a ser difícil contar con una vacuna antes de final de año y luego queda su fabricación masiva: ¿hacia mediados de 2021? Con este panorama, el fútbol con público va a ser difícil que lo veamos antes de la primavera, así como los grandes conciertos, y de los toros me conformo con San Isidro 2021.
Pero no solo está la imposibilidad de conciliar los protocolos de seguridad con los grandes eventos. Hay un motivo mucho más importante. Y es el respeto a los muertos. Cuando sólo en la capital se expidieron en abril 278 licencias de enterramiento de las cuales 204 (el 73%) fueron fallecimientos sospechosos de Covid. Y en marzo fueron 337 los enterramientos de los cuales el 65% hay sospechas que murieron por coronavirus. Por tanto, cuando estamos hablando de 426 muertos en solo dos meses en la capital por posible Covid-19 sobra cualquier argumento. Sencillamente: ¡no estamos para Ferias!
Sería un gesto de estricta justicia que el pregón se convirtiera en un homenaje a los servicios esenciales que se han jugado la vida en los momentos más críticos y que algún sanitario nos convocara para las Ferias… de 2021.
Por último, que el presupuesto que el Ayuntamiento se iba a gastar en festejos se destinara a ese Plan de Recuperación Económica del que tan necesitado está la ciudad, que en un abrir y cerrar de ojos nos ha llevado por el túnel del tiempo al inicio de la crisis financiera en 2008.¡Otra vez la misma pesadilla!
Esto es lo que hay: No estamos para Ferias. Lo siento.