Creí cumplir con mi papel de ciudadano ejemplar cuando a primeros de marzo rehusé acudir a las farmacias a comprar mascarillas, porque escuché a Fernando Simón decir que no eran útiles, aunque en mi fuero interno algo me decía que me estaba equivocando. Pero lo decía el doctor Simón, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES). No un portavoz gubernamental del tres al cuarto capaz de sostener una cosa y la contraria, como nos ilustró el Conde de Romanones: «Cuando digo no, quiero decir en este momento»
No han pasado ni dos meses de aquello, y las mascarillas no solo son ya aconsejables sino que encima te ponen una multa si insistes en no ponértelas. Y solo, ahora, el doctor Simón nos dice la verdad a riesgo de que le lluevan querellas: «En una situación de escasez de mascarillas, éramos muy prudentes a la hora de hacer recomendaciones que no se podían aplicar. Desde que se inició la pandemia hemos tratado de ser muy realistas con las medidas de control. Hemos tenido mucha prudencia con utilizarlas o no». «Las mascarillas ayudan mucho pero no es el factor clave. Cuando no se pueden mantener las distancias, las mascarillas empiezan a ser más importantes».
Cuando no se pueden mantener las distancias, las mascarillas empiezan a ser más importante. Recalco. Y esto era así, hoy, como hace dos meses, supongo yo. El doctor Simón se comportó como un portavoz político al no decir la verdad sobre las mascarillas, porque el ministerio que le paga carecía de una reserva estratégica cuando llegaron las primeras noticias sobre la extensión del virus. Ahora que las farmacias vuelven a disponer de ellas y la Junta y otros gobiernos las financian para que no pasen de 1 euro, el doctor Simón nos dice la verdad. Como director emergencias y otras catástrofes, él no debería habernos ocultado esa información esencial y que cada cual hubiera obrado en consecuencia; muchos haciéndonos mascarillas caseras, como al final sucedió. O portando bufanda y bozal.
Esto es lo que hay. Mal negocio para la credibilidad de nuestras autoridades sanitarias que los médicos empiecen a adquirir el roll de los políticos,