Comenzó la irrefrenable portavoz del PP en el Congreso -¡qué tiempos en los que pastoreaba esa plaza nuestro Luis de Grandes, un dandi de la política parlamentaria- llamando a Iglesias el “burro de Troya de la democracia, el embajador de los etarras en el Gobierno de España. Usted tiene un plan contra la democracia, violenta los derechos de los españoles y apadrina a los que buscan la destrucción del Estado”. Y el profesor de universidad no encontró otro razonamiento intelectualmente más poderoso que comenzar su réplica refiriéndose a ella como “Señora marquesa”, en alusión a su título nobiliario. Cayetana Álvarez de Toledo utilizó su contrarréplica para matar la mosca a cañonazos al aludir a que el líder de Podemos es “el hijo de un terrorista. A esa aristocracia pertenece usted, a la del crimen político”, en alusión a la militancia del padre de Iglesias en el FRAP, una organización prosoviética de extrema izquierda que perpetró acciones terroristas en los años 70. Iglesias, que siempre ha desligado a su padre de las acciones violentas, contestó a Álvarez de Toledo con un “esto no le saldrá gratis” e invitando a su padre a que “ejerza las acciones oportunas”. El debate continuó en las cloacas de internet. La madre de Iglesias calificó a la portavoz del PP de “marquesa de Pacotilla”. Y la esposa del vicepresidente y ministra de Igualdad denunció que la derecha lleva semanas “llamando al Ejército a la insubordinación”, como cuando ante cualquier escándalo interior, Maduro denuncia la enésima invasión de Trump a Venezuela.
Al día siguiente, el vicepresidente de Sánchez insistió en la teoría de la conspiración y en una comisión, en teoría formada para unir a las fuerzas para la reconstrucción, acusó a Vox de intentar dar un golpe de Estado y si no lo ha hecho todavía es porque “no se ha atrevido”. ¿Cómo? ¿De qué manera? ¿Con qué fuerzas? ¿Sabe algo que desconozcamos ahora que ha metido cabeza en el CNI?
Un parlamento partido y un país dividido en el que se haga imposible cualquier pacto trasversal con el PP es el mejor pegamento que encuentra Iglesias para avanzar en su modelo que cada vez se asoma más a la ”venezualización” de la política española. Aunque ello exija que el nido de la serpiente vuelva a anidar en la carrera de San Jerónimo.
Pablo Iglesias lleva aventando odio toda la semana en el Congreso, alguna portavoz parlamentaria se sumó torpemente a su juego, porque él sabe que es ésa la estrategia más segura de fusionar a un gobierno ideológicamente dividido y al que se le va a poner a prueba cuando se vea obligado a realizar ajustes impopulares por la petición multimillonaria que hay que hacer a Bruselas (60.000 millones para empezar) para poder pagar tanto destrozo que ha causado el covid-19 a nuestra economía y la de las familias. Un parlamento partido y un país dividido en el que se haga imposible cualquier pacto trasversal con el PP es el mejor pegamento que encuentra Iglesias para avanzar en su modelo que cada vez se asoma más a la ”venezualización” de la política española. Aunque ello exija que el nido de la serpiente vuelva a anidar en la carrera de San Jerónimo.
Esta semana, el Congreso, se asemejó más al de aquellos 30 en los que se señalaban víctimas para los matones nocturnos que viajaban en camionetas, que a aquel parlamento de Carrillo, Fraga, Alberti, Álvarez Miranda o Suárez, del que nació la Constitución del 78 y por la que no se exigía a nadie responder por su padre. Es lo que tiene liquidar los valores de la Transición y juntarse con cierta gente con tal de seguir en el poder, señor presidente. O como ha dejado escrito el maestro Rául del Pozo: “Creo que desde los tiempos de Adolfo Suárez no se notaba una inquina a un Gobierno como la hay al de Pedro Sánchez. Ya saben cómo terminó aquella cacería, con el 23-F. Ahora no hay peligro de golpe, per las campañas de derribo son más peligrosas con las redes sociales con barra libre para demagogos, populistas y psicópatas”.
Esto es lo que hay. Un gran desasosiego por la realidad de un país dividido, como me decía Pablo Bellido en su entrevista. Si el puto virus nos ha machacado, esperen ustedes a las consecuencias económicas y sociales de la pandemia con un país donde su clase política ha decidido que es el momento de volver a ajustar las cuentas. Sin escuchar a Machado.