No quiero que se me pase un post más sin dejar constancia de la jubilación, después de 35 años al frente de la APAG, de Antonio Zahonero Celada, un histórico del campo alcarreño, que vivió aquellas guerras en el sector en los años ochenta, y de la que salió victoriosa una organización independiente y que se reunía en una buhardilla de la calle del Marqués, fundada por un personaje mesiánico llamado Manuel Portillo Madariaga, que luego se marchó a la pampa argentina a montar una explotación.
Portillo dejó en su puesto a Zahonero, un hombre cabal, que con independencia y seriedad, acabó aglutinando en torno a la APAG a todo el campo guadalajareño y al que ayudó a ser cada día más profesional en unos tiempos en los que ya no valía con trabajar duro desde el tractor, si luego no cosechabas también en esa nueva agricultura de papel que es la PAC, después de nuestra afortunada incorporación a la Unión Europea
Hoy, la APAG inaugura una tercera etapa en una provincia tan peculiar como la nuestra, en la que muchos agricultores viven en la capital, por aquello de la familia, y que está llamada a ganar protagonismo en esa nueva emigración que llega de la ciudad al campo. El medio rural no puede resolver por si solo los graves problemas de empleo que afectan a la actual sociedad postindustrial, donde ya han descubierto que los perros no se atan con longanizas, pero sí compensar mejor el mapa de España en el que el 70% de la población reside en el 30% del territorio. Las nuevas tecnologías y el teletrabajo pueden ayudar mucho en esa recuperación de la España vaciada, en un país en el que la población rural representaba el 66% del total a comienzos del siglob XX, y que ahora apenas llega al 24%. Y en esa batalla organizaciones como la APAG siguen teniendo trabajo por hacer, empezando por aumentar nuestra baja superficie regable, y hacerla más rentable, para lo que se necesita defender nuestro agua y agricultores jóvenes con ganas de emprender. Sin olvidarnos de los ganaderos de la sierra que tienen que pelear mucho por mantener su cabaña. El camino se lo ha marcado gente con espíritu de explorador, como Portillo, Zahonero, su histórico gerente Ángel García, el pegamento necesario, entre otros muchos pioneros. Ellos tuvieron que conquistar el Oeste; ahora ya no están los indios acechando detrás de los cactus, pero no por ello los nuevos gestores tienen una tarea más fácil en el marco de una agricultura europea que necesita de las ayudas para ser competitiva en un mundo global, que sufre una gran crisis de precios, y en Guadalajara la sobrepoblación de varias especies que se comen sus cosechas. A esos jóvenes agricultores el nuevo presidente les llama «héroes» y aunque ha explicado que existe relevo generacional, no es suficiente para cubrir la gran cantidad de agricultores y ganaderos que se encuentran en la franja de los 60-70 años, por lo que es consciente de que «va a haber un cambio, porque hay agricultores jóvenes, pero pocos», en tanto que el ganado «está desapareciendo en Guadalajara”.
Esta será una de las tareas de esta tercera etapa de la APAG, que comandará Juan José Laso, de Cabanillas, que llevaba en la Junta Directiva desde 2002, agricultor profesional de secano y regadío, a quien deseamos el mayor éxito al frente de una de las organizaciones con más afiliados (cofradías religiosas aparte) de Guadalajara, y que ha servido para vertebrar el tejido económico y social de una provincia a la que nadie le ha regalado nada. Como bien lo sabe Zahonero. Pero esto es lo que hay. Las generaciones pasan y lo importante es la obra que queda detrás de ti.