Yo también firmaría el indulto de los presos independentistas catalanes que se levantaron contra la Constitución Española, como culminación a la rebelión sediciosa montada desde la Generalitat de Cataluña y la mayoría independentista de su parlamento. Y yo firmaría ese indulto, porque para que el gobierno lo aprobara legalmente los indultados no podrían hacer ostentación del delito cometido, y deberían mostrar indubitadamente propósito de la enmienda, para lo que sería imprescindible saber cuál es la posición al respecto del Tribunal Supremo, que los condenó, y atenerse a ella, aunque la Ley diga que no es vinculante.
Yo firmaría ese indulto, porque si se cumple el espíritu de la Ley, significaría que los descarriados del Proceso tienen la voluntad de acatar el marco de juego, que se llama Constitución, y actuar dentro de ella.
Podría explicar el gobierno de Pedro Sánchez, cómo va a facilitar a sus socios de legislatura es “autodeterminación” sobre una base legal, para que su inacción ante una proclamación unilateral de la independencia de Cataluña no sea considerada “alta traición”.
Pero yo, ni nadie que tenga un mínimo sentido del Estado, puede proponer o firmar un indulto si los indultados hacen profesión de fe en incurrir en el mismo delito. ¿Se imaginan que el gobierno de Felipe González hubiera indultado a Alfonso Armada, si el general que inspiró el 23-F hubiera manifestado que volvería a intentarlo nada más poner un pie en la calle? ¿Cómo se pueden entender si no, las proclamas nacionalistas del nuevo presidente de la Generalitad, Pere Aragonés, quien dijo en su toma de posesión ante los políticos presos, como invitados principales: “El país desembocará en la república catalana. Haremos efectiva la autodeterminación. Tenemos que levantar la cabeza y desbrozaremos el camino para conseguir una Cataluña plenamente libre”. O esta otra advertencia: Es inevitable la amnistía y la autodeterminación”.
Podría explicar el gobierno de Pedro Sánchez, cómo va a facilitar a sus socios de legislatura es “autodeterminación” sobre una base legal, para que su inacción ante una proclamación unilateral de la independencia de Cataluña no sea considerada “alta traición”. Porque con la Constitución en la mano, esa que a juicio del nuevo presidente de la Generalitat impide la libertad en el Principado, la soberanía pertenece a todo el pueblo español, y por lo tanto cualquier referéndum debería hacerse en el conjunto del Estado ¿Qué tiene previsto el señor Sánchez para salvar este determinante obstáculo constitucional para que esa “inevitable autodeterminación” no genere la misma ilegalidad que el 1 de 0ctubre? Pues no valdría con modificar solo el delito de sedición, como parece que está en sus objetivos para allanar el camino de los sediciosos. Haría falta enmendar el título Primero de la Constitución.
Por todo ello, es inevitable que los ciudadanos españoles, y particularmente los del Partido Socialista Obrero Español nos preguntemos: ¿Merece la pena meterse en un lío tan fenomenal como este, que significaría el entierro de la Constitución de 1978, solo para seguir en el poder toda la legislatura, soportada en una mayoría que solo tiene entre sus pretensiones liquidar la España que todos conocemos?
Yo también firmaría el indulto, desde luego. Si se cumplieran sus requisitos legales. Pero estos tipos lo que quieren es una amnistía y liquidar la Constitución de todos, que no resistiría otro ataque como el anunciado por el presidente de la Generalitat, si tuviera la complicidad del Gobierno de la Nación. ¿Y a qué nos llevaría ese camino? Prefiero ni pensarlo.
Si así fuera, no debería dar la palabra al pueblo español, adelantando las elecciones, y salga el sol por Antequera…
No se puede ser tan desahogado. Si quiere modificar la Constitución, para que la soberanía pase del pueblo español a las comunidades autónomas, y volver al cantonalismo de la I República, reúna una mayoría suficiente para ello, como hicimos en 1978. Pero no se una usted a vías ilegales que no están amparadas por la Constitución y que acabarán comprometiendo hasta la propia corona, que rubrica los indultos de su gobierno. Esto es lo que hay: no se puede ser más irresponsable, señor presidente.
Por lo tanto, yo también firmaría el indulto, desde luego. Si se cumplieran sus requisitos legales. Pero estos tipos lo que quieren es una amnistía y liquidar la Constitución de todos, que no resistiría otro ataque como el anunciado por el presidente de la Generalitat, si tuviera la complicidad del Gobierno de la Nación. ¿Y a qué nos llevaría? Prefiero ni pensarlo.
Nunca desde 1978 nos habíamos jugado tanto. La democracia, la Constitución, el Estado, la Corona, la Ley….La convivencia.
Miles de agricultores y regantes se han manifestado en diversos municipios de la Región de Murcia, Comunidad Valenciana y Andalucía en defensa del trasvase Tajo-Segura, ante el cambio de las reglas de explotación y el aumento de los caudales ecológicos del Tajo que plantea el Ministerio para la Transición Ecológica.
Las movilizaciones en Murcia han estado encabezadas por centenares de tractores, camiones y vehículos con banderas de España y cubiertos con pegatinas en las que se podía leer «Miles de agricultores al paro si recortan el trasvase» o «Menos trasvase, menos futuro».
Hay que negar la mayor. No va a haber miles de agricultores que tengan que ir al paro si recortan el trasvase, entre otras cosas porque, aunque en el levante se oculta, las reglas de explotación si bien contemplan una reducción de 38 hm3 a 27 hm3 en los máximos de los trasvases mensuales, paradogicamente lo que se hace en el fondo es asegurar ese trasvase para evitar periodos de excepcionalidad hídrica y trasvases cero. El levante tiene de sobra con esos 27 Hm3 que les garantiza la normativa actual, si los pantanos no caen en situación de emergencia, como lo prueba que gran parte del agua que ha sido trasvasada todavía no ha sido utilizada y se acopia en los embalses y balsas de la cuenca del Segura.
No hay que engañar por lo tanto al levante diciendo que las nuevas normas adoptadas por el ministerio ponen el peligro el trasvase, que todos los gobiernos, también este de Sánchez, han asegurado. Si bien es cierto que las instrucciones y directivas que nos llegan de Europa abogan por el mantenimiento de los caudales ecológicos en el Tajo y otros ríos, por lo que lo inteligente sería buscar una solución sostenible en un marco más justo que el actual. No es realista, desde un lado, reivindicar que no se toque ni una sola gota del Tajo; ni probablemente pretender liquidar un trasvase que mueve la principal huerta española mientras no haya unas soluciones alternativas; y estamos hablando de la desalación a un precio razonable. El debate tiene que ir por ahí, y para ello sería bueno sacarlo de la pelea regionalista y partidista.
Pero no se avanza ni un milímetro. Incluso partidos que van de verdes por la vida, como Compromís, el socio del PSOE en el gobierno valenciano, por boca de la vicepresidenta valenciana y portavoz del Consell, Mónica Oltra, avanzó que la Generalitat Valenciana acudirá a los tribunales si el Gobierno central ratifica el recorte de los trasvases mensuales. Aunque, repito: unos presuntos recortes que lo que hacen es asegurar un trasvase mensual y en unas cantidades más que suficientes para el levante.
Esto es lo que hay. No tiene pinta de que en torno al trasvase se pueda instalar un diálogo sereno sobre cómo se puede compartir, y asegurar, ese agua que es de todos los españoles, también de la cuenca alta del Tajo, sin populismos y demagogias como las que se gastan los señores políticos. Pero esto es lo que se despacha en España cuando se desprecian los consensos y las políticas de Estado. No olvidemos que el trasvase del Ebro, que habría liberado en parte las servidumbres del Tajo, se suprimió por exigencia de ERC a Zapatero, revistiéndelo de un triunfo de la ecología, y lo mismo que se rechazó para Cataluña y Aragón se impuso para la cuenca alta del Tajo. Dos varas de medir.
P.D.- Las elecciones madrileñas han terminado y ya no hay motivos para seguir aplazando el Congreso Provincial del PP, que sustituirá a Ana Guarinos en el momento más delicado del PP en Guadalajara, que ha pasado a ser el tercer partido en las elecciones al Congreso en la provincia, superado por el PSOE y Vox.¡Quien lo diría cuando en sus buenos tiempos llegó a acaparar la mitad del voto provincial! Si no se ha anunciado el Congreso es porque a la dirección regional y nacional le gustaría una única lista de consenso, y eso es algo que no se puede garantizar, todavía. Podría haber dos listas, tres, incluso cuatro si las cosas se ponen feas, me cuentan algunos enterados. No hay un candidato indiscutible.
Hay que recordar que el Congreso Provincial se celebrará por primera vez mediante Primarias, un procedimiento que en otros partidos ha favorecido el caudillismo y en el que se ha metido el PP por mimetismo. Pero es lo que hay y el Congreso no se puede retrasar eternamente hasta que las ranas crien pelo. O a que los potenciales candidatos, y sus circunstancias, se pongan de acuerdo.
La arrolladora victoria de Isabel Díaz-Ayuso en las autonómicas de Madrid trasciende a lo que son unas elecciones regionales. Porque así las planteó Pedro Sánchez, al coger directamente las riendas de la campaña, a través de su jefe de Gabinete, Iván Redondo, y así lo aceptó la candidata Ayuso, bien asesorada por el suyo, el también periodista Miguel Ángel Rodríguez, que las identificó como una especie de referéndum sobre sanchismo.
Esto es lo que ha dicho el pueblo madrileño, crisol de todas
las Españas, con una impresionante participación del 76,25%, que lo legitima
más.
Isabel Díaz-Ayuso, solo Ayuso en posteriores referencias, ha sacado 65 escaños, 35 más, con el 44,73% de los votos, un total de 1.620.213. Ayuso ha rizado el rizo. Por un lado logra no ser desbordada por la derecha extrema de Vox, sin necesidad de que le condicionen su investidura, ya que le vale con su abstención. Y no veo a Vox votando a un candidato de la izquierda. Pero al mismo tiempo, Ayuso se queda con el voto de centro que respaldó a Ciudadanos, a quien roba casi 130.000 sufragios y 26 diputados. Ayuso ha conseguido ella solita, en Madrid, la reunificación electoral desde el centro a su derecha, hasta ahora un imposible que ha permitido a Sánchez gobernar sin una alternativa visible. Pero ni Casado es Ayuso, ni Madrid es España, aunque tampoco está en Marte, como dice bien Errejón. Pero Casado, que apostó por Ayuso en las Autonómicas, hoy está más cerca de La Moncloa que ayer; y ya sabe que en el PP hay dos modelos de éxito: el de Feijoó en Galicia y el de Ayuso en Madrid. Son muy diferentes, pero ambos ganadores. ¿Dónde se coloca él?
«Ayuso ha conseguido ella solita, en Madrid, la reunificación electoral desde el centro a su derecha, hasta ahora un imposible que ha permitido a Sánchez gobernar sin una alternativa visible. Pero ni Casado es Ayuso, ni Madrid es España»
Ángel Gabilondo, ha sacado 24 escaños, 13 menos, con un 16,85% de los votos y 610.190 sufragios. La Moncloa le mangoneó la campaña al catedrático desde el primer momento, dirigida por el gurú Redondo, primero convirtiéndole en un moderado que quería gobernar con Ciudadanos, y después en un desacomplejado izquierdista que llamaba a Pablo Iglesias a la concertación en los últimos 12 días de la campaña, solo cuando Redondo vio que el voto de Ciudadanos había ido a parar a Ayuso, y que por ahí no había nada que rascar. Y así convirtieron a Gabilondo en una marioneta, a la cabeza de ese Frente Popular que había apañado Pablo Iglesias, lo que a un intelectual moderado de su talla le iba como a Cristo dos pistolas. Gabilondo no tiene la culpa de casi nada, aunque así lo sugirió Moncloa enviándolo a un hotel en la noche electoral y cerrando Ferraz a cal y canto. Como si lo fueran a okupar. Ya saben futuros candidatos (¡atención Page!) cómo se las gasta Sánchez cuando se ve amenazado. La derrota es de tal calibre, que otro PSOE ya habría convocado, hoy, un comité federal para analizarla y exigir responsabilidades. Porque los datos son elocuentes: los nuevos votos de Ayuso vienen de Ciudadanos, pero también del PSOE de toda la vida. Pero no pasará nada porque hace tiempo que Sánchez eliminó todos los contrapesos del PSOE al convertirlo en una formación peronista, en la que el líder se relaciona directamente con las bases a través de un sucedáneo de Primarias a modo de referéndums.
En ese sentido me sosprende que Page sí crea que “van a pasar cosas, que va a haber cambios y movimientos”. ¿En el gobierno? ¿Aprovechará Sánchez para deshacer la coalición con Podemos, si han llegado a la conclusión de que ya no les sirve?
Ayuso no solo gana por su gestión de la pandemia y su programa liberal, también es un no al tacticismo llevado al extremo, porque extremo ha sido que, con tal de conservar el poder, Sánchez se haya apoyado en Bildu o en los golpistas catalanes, sin que aquellos o estos condenaran el terrorismo o se comprometieran a no organizar otro referéndum ilegal cuando Junqueras abandone la cárcel.
«Gabilondo no tiene la culpa de casi nada, aunque así lo sugirió Moncloa enviándole a un hotel en la noche electoral y cerrando Ferraz a cal y canto. Como si lo fueran a okupar»
Mónica García y Más Madrid saca 24 escaños, los mismos que el PSOE, pero con más votos, 614.660, el 16,97%. Al PSOE le sale un rival duro por la izquierda en el partido de Errejón, un partido que bebe en las fuentes de Podemos, pero con un discurso menos radical y más moderno, aunque no por ello deje de ser muy izquierdista y en la línea de los verdes alemanes. Pero Más Madrid es una formación regional, que no sabemos si podrá recoger lo que pierde la versión comunista-bolivariana de Podemos con ese acomplejado nombre de Más País con que se presentó a las Generales, para eludir la palabra España en su marca.
Rocío Monasterio y Vox sacan 13 diputados, 1 más, con el 9,13% y 330.660 votos. A Monasterio, una diputada a la que le va la marcha como a Iglesias, como se vió en la tertulia de la Ser, se contenta porque subió 1 escaño, aunque con el incremento de la participación es una victoria pírrica. Lo cierto es que, hoy, el partido populista-nacionalista de Abascal es menos influyente que ayer, como sospechaba Casado cuando le plantó cara el día de la moción de censura. Claro que Madrid tiene un sistema electoral cuasi mayoritario, para fortuna de los madrileños. Pero aviso: Vox tendrá más opciones en la sopa de letras que la Ley de H’ondt convierte las municipales. Responsabilidad de Rajoy que no se atrevió a cambiar la ley electoral e implantar una segunda vuelta, a la francesa, cuando lo pudo hacer.
«Ayuso no solo gana por su gestión de la pandemia y su atractivo programa liberal, también es un no al tacticismo llevado al extremo, porque extremo ha sido que, con tal de conservar el poder, Sánchez se haya apoyado en Bildu o en los golpistas catalanes, sin que aquellos o estos condenaran el terrorismo o se comprometieran a no organizar otro referéndum ilegal cuando Junqueras abandone la cárcel».
Pablo Iglesias y Unidas Podemos suma 10 escaños, 3 más, con un 7,21% de los votos y 261.010 sufragios. Muy poco para un hiperlíder que se puso al frente de este nuevo Frente Popular, aunque para ello tuviera que radicalizar la política madrileña, con un discurso guerracivilista, supuestamente para movilizar al electorado de izquierdas y que a la postre lo que consiguió es sacar de la cama a todas aquellas personas que se imaginaron que lo que se estaba ventilando era la mismísima revolución.Comunismo o libertad, gritó MAR (Miguel Ángel Rodríguez) y con él Ayuso. Tengo dicho que cuando se tira por el extremo izquierdo se acaba saliendo por la derecha extrema, ya ven cómo nació Vox, y así le pasó al miliciano Iglesias por creer que la España de 2021 es todavía la de 1936. No cuela que en Madrid haya más dos millones de fascistas tabernarios, como sugiere el impostor Tezanos y su mariachi del CIS, que son los que han votado al PP y a Vox. ¡Apañados estaríamos si fuera verdad! Pero un día después de las elecciones, todavía lo sigue manteniendo la vicepresidenta Carmen Calvo, con su discurso demagógico sobre la extrema derecha madrileña. ¡Parece que no han aprendido que las exageraciones quitan credibilidad a un discurso sereno!
El debate no es si Arrimadas debería marcharse -que debería, aunque es lo de menos-, por dejarse engañar por los cantos de sirena de Sánchez-Redondo y no saber qué pensaba, de verdad, su electorado. El problema es si Ciudadanos puede reescribir, todavía, esa crónica de una muerte anunciada para un partido cargado de buenas intenciones, pero de una ingenuidad peligrosa para sí mismo
Edmundo Bal y Ciudadanos se queda sin representación al no haber alcanzado el 5%, pierde sus 26 escaños, y apenas rasca el 3,57% con 129.216 votos. Como dice el maestro Raúl del Pozo, Ciudadanos es un partido en peligro de extinción al que mucha gente votaría si no se hubieran saltado ellos mismos la tapa de los sesos. Primero fue Rivera y ahora Inés Arrimadas. Tenía posiblemente el mejor candidato, Edmundo Bal, un abogado del Estado que no ha dicho ninguna tontería en toda la campaña electoral; pero no ha podido ser. En España los partidos centristas y bisagras tienen mala fama, y sobre todo cuando son más necesarios: si se polariza la sociedad y los radicales sacan el hacha. El debate no es si Arrimadas debería marcharse -que debería-, por dejarse engañar por los cantos de sirena de Sánchez-Redondo y no saber qué pensaba de verdad su electorado. El problema es si Ciudadanos puede reescribir, todavía, esa crónica de una muerte anunciada para un partido cargado de buenas intenciones, pero de una ingenuidad peligrosa para él mismo. Los ejemplos de CDS o UPyD no ayudan. Malas noticias para alcaldes como Alberto Rojo, que perderá a Ciudadanos en su función de bisagra, y buenas para un PP que lo tiene más fácil en 2023, porque Vox solo gira hacia un lado.
Esto es lo que hay. Sánchez movió el tablero con las mociones de censura en Murcia, embaucó a Arrimadas, y ahora ya sabemos lo que no hará, que es adelantar elecciones, y dar al pueblo nuevas cartas; porque piensa que Europa le puede sacar de este lío. No va a ser tan fácil y menos si el espejo es el Plan E de su mentor Zapatero. Ya puede perder toda esperanza, porque Europa no le va a dejar. Y en el diario, esta vez ya no va a contar tan fácilmente con el apoyo parlamentario de los disolutos compañeros de moción de censura contra Rajoy tras el triunfo de Ayuso. Aunque no lo querrá ver. Pero esto es lo que hay.
Empieza un nuevo ciclo.
Esto es lo que hay
SANTIAGO BARRA TOQUERO (Guadalajara, 9-11-1955) aprendió el oficio de periodista en la escuela de “Flores y Abejas”, que en su segunda época dirigió su maestro, Salvador Toquero…