El futuro temario de Bachillerato, que bebe en la Ley Celáa, repeinada por la actual ministra Pilar Alegría, confunde la historia con la sociología, ciencia absolutamente respetable pero que bebe en fundamentos diferentes. Lo expresa con claridad el catedrático Alfonso Bullón de Mendoza: “Se propone una historia que ya no es historia, sino sociología, donde lo que importa es la interpretación, no los hechos, lo que parece tener como función principal legitimar las líneas políticas del Gobierno”. Un historiador tiene que atenerse a los hechos, procurando no hurtar ninguno que sea relevante, aunque sean contradictorios, y un sociólogo es el que interpreta y pone en valor esos hechos desde su propia perspectiva. A un historiador, como a un periodista -que no es más que el historiador del día a día- hay que exigirle que relate los hechos con objetividad, no así al sociólogo o al columnista, que da una opinión sobre esos hechos, y legítimamente puede ser diferente a otras interpretaciones sin que por ello sea reprochable. “¿Cómo se puede suspender o aprobar el comportamiento ecosocial o la participación ciudadana de un alumno?”, se pregunta el catedrático y Premio Nacional Enrique Moradiellos, quien remacha: “La formación del Espíritu Nacional [que estudiamos los alumnos de mi generación, porque lo hicimos en un régimen iliberal, que también pretendía educar en sus valores] son Educación para la Ciudadanía, no es parte de la historia”.
Y en esas estamos. Otro de los preceptos de este currículo del Bachillerato es dejar reducido a la mínima expresión toda la historia de España anterior a 1.800, lo que en apariencia puede ser un error, aunque no es gratuito. Es una decisión más para complacer a los grupos independentistas, aliados de Sánchez, que no aceptan la idea de España como nación, y que la tratan de reemplazar por la de un Estado que agrupa a diferentes naciones. Por ello se pone el acento en la diversidad, asunto que no estaría mal si es siguiendo el modelo constitucional, aunque ya no lo es tanto si lo que se quiere es presentar a España como un país fragmentado, casi un invento del franquismo.
El asunto no es baladí, porque si hay diferentes naciones, la soberanía pertenece a los pueblos que las habitan, y no al conjunto del Estado, como recoge la Constitución de 1978. Y de esta manera cualquier referéndum que se hiciera en aquellas naciones sería perfectamente legal. ¿ Es eso lo que se quiere inculcar a los alumnos del futuro Bachillerato? Por tanto, de una manera subrepticia, lo que se está hurtando a los estudiantes de toda la Nación es el conocimiento de forma exhaustiva de los hechos históricos que acabaron conformando el estado moderno más antiguo de Europa, que se llama España, desde Al Andalus a la reconquista cristiana, los reyes Católicos, la conquista de América, Carlos V y los Comuneros, la estructura de la propiedad en los diferentes territorios o la lucha entre liberales y foralistas, que está en el origen de las guerras carlistas, e indispensable para estudiar nuestra última guerra civil, circunscrita en el temario a una historia entre buenos y malos españoles. En palabras de María Pérez Samper, catedrática de la Universidad de Barcelona, la ausencia de cronología nos privaría de comprender la historia como un proceso: lo que ha pasado antes y después, los antecedentes y las causas. Al no tener en cuenta el tiempo histórico se cae en el presentismo, y se comete la estupidez, siguiendo al escritor y académico Arturo Pérez Reverte, de analizar hechos antiguos con la mirada actual, lo que da lugar a solemnes tonterías como las que repiten los presidentes populistas López Obrador o Nicolás Maduro al exigir al rey de España que pida perdón por los excesos cometidos en la colonización de América.
Los necesarios consensos que deberían trenzarse entre los dos partidos mayoritarios, no pueden solo limitarse a ver cómo se reparten los puestos en el Consejo General del Poder Judicial, sino que deberían alcanzar a una visión global de España y en ello la educación es fundamental. No se pueden dar estas bazas a los que tienen en su horizonte el desmantelamiento de España, tal y como la conocemos, para ver si dentro de veinte años el proceso nacionalista identitario ha calado en las nuevas generaciones y la próxima vez sale adelante lo del Procés.
UN AÑO PARA LAS ELECCIONES.- Ha llegado la primavera, aunque se haya hecho esperar, y ya nos toca en la siguiente elecciones locales y autonómicas. La alcaldía de Guadalajara vuelve a centrar las mayores expectativas, como siempre, en una provincia en la que el político más conocido en las encuestas siempre ha sido el alcalde de la capital. A falta de un año, solo se ha anunciado formalmente el cabeza de lista del PSOE, que sería el alcalde actual, Alberto Rojo, y por lo tanto beneficiario de esa notoriedad que salvo en un caso le ha servido para conseguir la reelección. Pero eran tiempos del bipartidismo, ni mejores sin peores, solo diferentes a los actuales en que los populismos van a acabar influyendo en cualquiera de las dos coaliciones de gobierno que se puedan formar.
Falta un año y ni PP ni Vox han destapado a su candidato. En Vox es más comprensible porque responde a un voto más ideológico, y centrado en la protesta radical contra el sanchismo, pero no tanto en el PP, que siempre ha presentado a candidatos municipalistas con proyección social y profesional en la ciudad. Aunque formalmente no hay nada decidido, un hombre que ahora pastorea a los populares en la Casa Palacio de la Diputación, y que estuvo en el equipo de Román, aunque bebía los vientos por Ana Guarinos, es el tapado, no sabemos por cuánto tiempo. El “aggiornamento”, como dirían los italianos, que se está dando en su jefa de filas, que ha pasado a formar parte de la Ejecutiva Nacional de Feijóo sin ser presidenta del PP de Guadalajara, juega a favor de su candidatura. Solo que por experiencias anteriores, los partidos son muy cuidadosos con los anuncios electorales, pues no hay nada más imprevisible que un concejal que ya sabe que no repetirá y que quiera fastidiar al aparato. Podría poner muchos ejemplos, pero ya me está saliendo largo el post. Pero esto es lo que hay.