El pasado jueves, más de una veintena de personas vestidas de negro, al parecer vinculados a una empresa de desocupación, tal y como relata en una excelente información GUDiario, establecieron un control de entrada en torno a unas viviendas ocupadas en el acceso a Guadalajara por Francisco Aritio y no dejaban pasar a quienes no tenían un contrato de alquiler. Algunos okupas decidieron marcharse, aunque se desconocen cuántos permanecen todavía allí. En la zona se vivieron momentos de tensión porque algunos jóvenes les hicieron frente con palos de madera y otros objetos, y aunque la policía nacional mandó efectivos en torno a las 13,45 se retiraron quince minutos más tarde cuando no se había cerrado el episodio.
El viernes se vivió en Guadalajara una situación más propia de un país donde el Estado de Derecho es muy frágil y que ante una situación irresoluble, la sociedad decide actuar por su cuenta. Recordemos que en España la Guardia Civil se crea para asegurar el orden y el derecho a la propiedad en el medio rural, que hasta su fundación en 1844 se llevaba a cabo por el Somatén y patrullas de voluntarios poco fiables.
Cuando el Estado de Derecho renuncia a sus deberes, y pierde el monopolio del ejercicio de la fuerza, pasan estas cosas.
Pero también hay que ponerse en la piel de la propiedad, aunque sea un banco, que en un momento en el que la situación del mercado en Guadalajara es favorable, otra vez, a la comercialización de estos inmuebles, se encuentra con que está atada de pies y manos porque tiene unos okupas a los que no les puede echar por culpa de unas leyes indulgentes con esta actividad ilegal. Por no hablar de los vecinos que legalmente viven en aquellos inmuebles y que denuncian una situación insostenible, porque hay basuras e incluso heces en las escaleras y descansillos, utilizan bombonas de butano a pesar de que los pisos no tienen rejillas de ventilación, proliferan los enganches ilegales y hasta se hacen barbacoas en las viviendas. Y si se quejan, los amenazan. Guadalajara, octubre de 2022. No es Venezuela.
Coincidiendo con estos hechos, el pleno del Ayuntamiento aprobó simbólicamente una moción contra la ocupación de viviendas, con el apoyo del PP, Vox y Ciudadanos, que se desmarcó así de sus socios de gobierno. Estos alegaron que la moción llega tarde porque ya se está tramitando a nivel nacional, pero ya vemos que la legislatura está en su final y siguen sin aplicarse medidas efectivas más allá de las 48 horas desde que se okupa una propiedad. En la izquierda populista municipal no ven dónde está el problema porque según ellos, apenas se han producido casos en Guadalajara. ¿Cuántas okupaciones necesitarán para que sea un problema de verdad?
Cuando el Estado renuncia a sus deberes, vuelven los somatenes e incluso el periodista se puede encontrar con un individuo de negro que, sin ninguna autoridad, trata de impedir un derecho fundamental, como es el de la libre información; y todavía pretende que el periodista le entregue el teléfono para que no siga haciendo fotografías. Por supuesto que con GUDiario no lo logró, ¡pero lo que hay que aguantar! Por dejar pudrirse un asunto, este de las okupaciones, que ponen en jaque al Estado de Derecho, a la sociedad que paga sus impuestos (y cada vez más) y en una situación insoportable al que las sufre.
POLÍTICA DEL DERRIBO.-El portavoz de la derecha populista nos asombró días atrás al abogar por la construcción de un palacio de Exposiciones, de Congresos y de Ferias (no aclaró quién lo pagaría y lo que nos costaría) y en consecuencia “construir unas pistas de atletismo nuevas”, lo que lógicamente llevaría consigo el derribo de las actuales instalaciones municipales de la Fuente de la Niña, en las que entrenan atletas olímpicos y campeonas del mundo. No recuerdo una propuesta tan fuerte desde que un concejal de la última corporación municipal de la dictadura, y que como ya ha muerto no le voy a citar, harto de que el Estado no reconstruyera el Palacio del Infantado, propuso derribar las ruinas que se habían salvado de las bombas incendiarias un 6 de diciembre de 1936 y hacer allí un colegio-residencia para chicas.
Esto es lo que hay. Ahora que se empiezan a elaborar los programas municipales sería de agradecer que los grupos políticos nos presenten nuevas propuestas para seguir construyendo ciudad, en lugar de tirar lo que han hecho corporaciones anteriores, y hacer la política de Penélope. Porque al fin y al cabo, una ciudad es la suma de lo que van promoviendo las sucesivas corporaciones ( y especialmente la sociedad civil en la economía y los planes de urbanismo), y en la que nos encontraremos de todo.