Buenas noticias para el Señorío. El Parador Nacional de Molina de Aragón está casi terminado y podría inaugurarse sin problemas en los próximos meses, aunque como estamos en año electoral, yo no me pillo los dedos. Será cuando el Gobierno quiera. Cuando recogía antecedentes para este post he llegado a encontrar una media docena de anuncios de ministros, secretarios de Estado, presidentes de Paradores y de la Junta o delegados del Gobierno avanzando una fecha de terminación, que luego nunca se cumplieron. La última, en 2022, tras una visita de Page acompañado de la Plana Mayor de Paradores. La obra se complicó de mil maneras hasta el punto de que todavía en 2022 el Consejo de Ministros tuvo que aprobar un gasto adicional de 1,7 millones de euros para un nuevo modificado “indispensable para la continuidad de la obra”, con lo que la inversión final se acerca a los 20 millones de euros. Desde la Diputación de Guadalajara se ha apoyado el proyecto destinando casi un millón de euros a los accesos y a su entorno, que recibirán a los clientes con una gran plaza a la que se llega por una calle que se llama “Parador”, como no podía ser de otra forma.
Se podría decir por tanto que el parador de Molina ha sido nuestro Escorial, por el tiempo que ha tardado y las vicisitudes por las que pasó desde que, en 2005, el presidente Zapatero se comprometió con él tras el mortal incendio de la Riba de Saelices. Fue también el año del Prestige y paralelamente se anunció otro parador más, en Muxía. Pues bien, el de Muxía acabó convirtiéndose en uno de los complejos más atractivos de la red desde que se inauguró en 2020. El de Molina va a tardar tres años más, hasta 2023, 18 años después del anuncio de Zapatero. Será el número 98 de la red nacional. Las obras se iniciaron en 2015 y entre medias perdió más de dos tercios del volumen habitacional anunciado: las 80 habitaciones pasaron a ser 22, porque en la red de Paradores se entendió que con este número más reducido de habitaciones era más fácil defender su rentabilidad y asegurar así su estabilidad. Este recorte no gustó a todo el mundo y recuerdo que el entonces secretario provincial del PSOE, Pablo Bellido, en la oposición, en un mal día lo acabó denominando el “Hostal de la Lola”, en referencia a la por entonces presidenta de la Junta de Comunidades, Dolores Cospedal. Pero lo cierto es que también con gobiernos socialistas en Madrid y en Toledo, Paradores ha mantenido este criterio conservador de apostar por un establecimiento hotelero de una dimensión menor, y se supone que ellos son los que entienden de esto. Al final, la oferta del Parador de Molina contará con 22 habitaciones dobles, cafetería-bar, comedores, dos salones de convenciones, zona relax, salones sociales, jardines y aparcamiento para 60 vehículos. Se ubica en un recinto de 42.014 metros cuadrados en el cerro de Santa Ana, en el margen derecho del río Gallo, con el valor añadido de que los ventanales de habitaciones y salones miran al histórico castillo de los Señores de Molina, título que mantienen los reyes de España, aunque se airee menos que otros.
La construcción del parador es de estilo moderno, y ya se sabe que para esto de los gustos hay colores, aunque personalmente me agrada que su fachada se mimetice con el terreno, porque estamos hablando de una ciudad medieval y que en su conjunto es patrimonio histórico. Así, el parador no supera las dos alturas y se alarga como un gusano por el cerro sin provocar sobresaltos. En el vídeo que acompaña este post se pueden hacer una idea. Vean qué les parece.
La obra se ha hecho esperar, pero son buenas noticias para una tierra poco acostumbrada a las celebraciones y que está llamada a tener en el turismo uno de los puntales de su economía. Un paseo por las calles y plazas de Molina, admirando su núcleo urbano salpicado de palacios, casonas, iglesias y conventos, de historia de España en suma, garantiza un fin de semana inolvidable. Y como Molina no deja de ser la puerta del Alto Tajo, ahí tenemos también otro destino impagable a partir de la primavera y hasta muy avanzado el otoño.
Las buenas noticias de Molina de Aragón como destino turístico de calidad se completan con la recuperación de otro establecimiento singular, La Subalterna, que el Ayuntamiento ha adjudicado a una nueva empresa, y que aporta otras 14 habitaciones y un restaurante muy interesante para el día a día de la ciudad. Una alternativa complementaria al nuevo parador y que nos invita a ver con más optimismo a la capital del Señorío. Esto es lo que hay, y yo así se lo cuento.