Como casi todos los años por estas fechas, el pantano de Beleña tiene que abrir sus compuertas para desembalsar y dejar sitio al agua que vendrá del deshielo en el macizo del Ocejón, allá por febrero o marzo. Y como todos los años, sin gran éxito, vuelvo a recordar que parte de esa agua se podría guardar en el vecino pantano de Alcorlo (al día de hoy, al 40% de capacidad), para ser usada en los meses de sequía, que vendrán, y más en el futuro por el efecto del cambio climático, que ya ni los más tontos se atreven a negar. Esta situación se repite, año tras año, y pasa desapercibida por políticos y autoridades en general, y solo los agricultores parecen darse por concernidos. ¡Así somos, señora!
Esta insuficiente regulación de las cuencas del Sorbe y el Henares– como de casi todas las españolas- se produce coincidiendo con la sequía que afecta al noreste de España, y especialmente Cataluña donde su gobierno nacionalista lleva muchos años sin gastarse lo suficiente en infraestructuras; y especialmente las hidráulicas. Y mientras esto sucede se repiten las noticias sobre inundaciones y desbordamientos en la cuenca del Duero, con apertura de presas en Segovia o Soria, y también en la del Tajo, como hemos reseñado con Beleña. Este contraste es una prueba palpable de la desvertebración de este estado llamado, todavía, España, aunque si vamos hacia un modelo confederal -como ha aprobado el PSOE de Sánchez en su convención de La Coruña-, a lo mejor tendremos que cambiarla el nombre. Porque si España es plurinacional y está formada por un conjunto de naciones: Cataluña, País Vasco y Galicia, a saber, ¿cómo llamamos al resto de lo que queda? Porque España siempre ha integrado a Cataluña, Galicia y las Vascongadas.
En La Coruña ha estado la ministra del Agua, Teresa Ribera, después de haberse pasado la semana a tiempo parcial entre el ministerio y su desempeño de portavoz ad hoc del separatismo catalán, descalificando a jueces como García Castellón, porque comete lawfare por un supuesto partidismo ideológico. No esperemos de ella una sola solución a ese desequilibrio hidrológico en el que se maneja, por el desprecio a los Planes Hidrológicos Nacionales, desde que el nacionalismo se cargó el Plan de Aznar para trasvasar agua desde la desembocadura del Ebro, pero quedó como único testigo de la solidaridad territorial, ese trasvase Tajo-Segura del que apenas se beneficia la cuenca cedente. Contentos estarán en el Levante con las abundantes lluvias que llegan a la cabecera del Tajo y que les asegura los envíos para este año. Pero en Guadalajara nadie resolverá que podríamos asegurar el nuestro, con solo enviar por una tubería (como se hace también a la cuenca del Guadiana para La Mancha) parte del agua que sobra en Beleña al vecino Alcorlo.
Estas cosas solo nos pueden pasar en Guadalajara. Pues esto es lo que hay.
LA FRASE DE LA SEMANA: «Ya no hay un debate de ideas sino que uno lanza dogmas y quien los cuestiona es un hereje, un réprobo o un fascista. Todo el mundo sabe que Pedro Sánchez miente, pero si lo subrayas y dices:»oiga, está muy feo eso de mentir a todas horas», te conviertes en alguien inaceptable» (FERNANDO SAVATER, filósofo).