Archive for octubre, 2024

Dos pilares de la cultura de Guadalajara

Ha querido la vida, siempre tan caprichosa, que dos de los pesos pesados de la cultura de Guadalajara del último cuarto de siglo hayan pasado a una merecida jubilación, como funcionarios públicos, aunque espero y deseo que en su condición de intelectuales su fuente no se haya apagado. Me estoy refiriendo a Pedro José Pradillo y Esteban y a Plácido Ballestero San José, dos hombres de la cultura por los que siento sincera veneración por sus méritos contraídos con esta tierra, que también es la mía, aunque pase por periodos de desapego.

Pedro J. Pradillo con uno de sus libros sobre Guadalajara. Archivo GUDiario.

Pedro J. ha sido hasta hace una semana el Técnico de Patrimonio del Ayuntamiento de Guadalajara, un cargo al que accedió después de una fructífera colaboración conmigo en el viejo Decano en asuntos de historia y patrimonio, que tuvieron una gran repercusión en la ciudad, como pocas veces se ha visto. A su pluma se deben varios coleccionables, portfolios y libros que vertieron luz sobre la historia y el patrimonio de la ciudad y su provincia, y que además de ayudarnos a conocerla mejor, para así poder quererla (solo se quiere en verdad a lo que se conoce; y el problema de Guadalajara es que es una gran desconocida para muchos de los que la supuestamente la representan). Hasta entonces sabíamos que Pedro J. tenía un currículum envidiable como investigador, doctor en Historia por la UAH, pionero en el estudio de la fotografía histórica de Guadalajara, y especialista en arte, arquitectura y urbanismo, pero además comprobamos que era un excepcional divulgador, por su amenidad y facilidad de palabra. Comprometido e insobornable con lo que creía justo. A buen seguro que desde su puesto oficial, funcionarial y no ejecutivo, contribuyó a que la destrucción de la huella histórica en Guadalajara fuera menor, aunque también comprobó las limitaciones de la administración pública a la hora de poder plasmar proyectos, como pudo ser el Museo de la Ciudad (pendiente), la recuperación de la vieja Hispano Suiza (ya sin apenas rastro) o la continuidad de la     rehabilitación del Fuerte de San Francisco, atravesada por las querellas políticas. Pero también se puede anotar éxitos como el de la creación del Museo Francisco Sobrino en el inmueble del antiguo Matadero Municipal, un artista arriacense internacional al que Pradillo defendió y proyecto sobre su ciudad, que apenas sabía nada de él, y que ahora es un referente de modernidad en una Guadalajara que tuvo su siglo de oro en el renacimiento (la Atenas alcarreña la llegaron a nombrar) y ahora apenas ofrece solares vacíos y una decena de monumentos que han sobrevivido a una planificada destrucción. Peleó con fuerza para evitar que el Alcázar Real fuera otra pura ruina, aunque lamentablemente no tengamos un proyecto de futuro diseñado. Desde el Ayuntamiento, Pradillo fue el impulsor, y comisario, de numerosas exposiciones, catálogos y trabajos, que han permitido conocer mejor la historia de la ciudad a los que acaban de llegar a ella y se creen que somos un barrio sin personalidad en el área metropolitana de Madrid o en el córner de una autonomía lejana. Además de todos esos méritos, que otrora le habría abierto paso en la Guadalajara del Gran Duque del Infantado o del Cardenal Mendoza, Pedro J. es además un reconocido artista de vanguardia, que ha recibido numerosos premios y distinciones, con decenas de exposiciones en su haber. Un pilar de la cultura, de verdad.

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Plácido Ballesteros con su libro sobre Alvar Fáñez, que ha renovado y realzado la imagen del gran guerrero castellano. Archivo GUDiario.

Unas semanas antes de que Pedro J. pasara a engrosar (oficialmente) las clases pasivas, se ha jubilado en la Diputación Provincial, Plácido Ballesteros San José, en su puesto de Jefe de la Sección de Archivos, Biblioteca de Investigadores y Fototeca. Plácido es otro de esos personajes con un profundo bagaje intelectual, que lo sabe todo sobre el pasado de nuestra provincia, doctor en Historia Medieval y profesor asociado del área Medieval de la Universidad Alcalá, una base necesaria que le ha servido para abordar desde la ciencia y el rigor los proyectos que lideró desde la Diputación Provincial. Me estoy refiriendo a los planes para el rescate y la organización de los archivos municipales o al Centro de la Fotografía y la Imagen Histórica  de Guadalajara (CFIHGU),  y que desde hace años es la mejor memoria histórica que tiene esta provincia y la principal fuente para los  nuevos investigadores. Cuando alguna vez he tenido que debatir con algún desinformado sobre la utilidad de las diputaciones provinciales para los pueblos de la provincia, siempre he puesto como ejemplo ese Archivo Histórico que impulsó Plácido Ballesteros y que es imprescindible para constatar la singularidad e historia de esta vieja provincia castellana, diseñada en el régimen liberal de la Constitución de Cádiz,  pero que tuvo mucho antes una gran importancia en la formación de España como reino (se llegó a barajar como capital de España antes de la designación de Madrid), tanta o más que las singularidades que algunos aprovechados esgrimen, ahora, para hacer valer sus escaños de oro.

Se puede decir que Plácido Ballesteros ha estado detrás, en las dos últimas décadas, de todos los proyectos culturales impulsados por nuestra Diputación a lo largo de la provincia, y con su trabajo ha justificado la permanencia de una institución como esta y que no podría ser reemplazada por ninguna otra. A Plácido se debe también con José Ramón López de los Mozos, otro grande, la antigua revista Wad-al-hayara, que tanto echo de menos, los encuentros de historiadores del Valle del Henares (nuestra región natural) y decenas de artículos y libros sobre la provincia; por citar, solo el último sobre la figura de Alvar Fáñez, que estuvo en la gestación de otro gran libro de Chani Pérez Henares, La tierra de Alvar Fáñez, y que nos renueva y realza la figura del gran guerrero castellano, reconquistador de Guadalajara y actor principal en el avance de la Reconquista.     

Pues esto es lo que hay. Siempre he creído que nadie es insustituible, pero también que algunos personajes lo son más que otros. Y tanto Pedro J. como Plácido pertenecen a ese círculo de los elegidos que en el Ayuntamiento y la Diputación se les echarán de menos. Consuela que todavía tienen mucho que ofrecer a nuestra Guadalajara, por lo que les deseo larga vida y salud.            

Más de 40 minutos para coger un autobús

Si hay algo que debería preocupar a nuestras autoridades y al paisanaje político en general son las comunicaciones con Madrid, de cuya área metropolitana formamos parte. Son millares de personas las que viajan diariamente entre Guadalajara y Madrid, o viceversa, ya sea por razón de estudios o de trabajo. Un colectivo que en los últimos meses está maltratado por el transporte público, aunque su atrabiliario ministro Puente está enredado con lo de Ábalos, Koldo, Aldama y compañía, y los asuntos estrictos de su cartera no aparenta que le preocupen mucho. Pero la realidad está ahí: las incidencias en Cercanías están volviendo majaras a sus usuarios, con retrasos al trabajo y a las aulas cada vez más difíciles de justificar, lo que ha llevado a que centenares de ellos hayan cambiado el tren por el autobús, provocando a su vez la saturación del servicio habitual de Alsa.

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Usuarios del autobús Guadalajara-Madrid en las colas interminables que sufren todos los días./GUDiario.

Según los afectados,  desde que empezó el curso escolar, en septiembre, las esperas habituales de 10 minutos que había para coger un autobús el año pasado, se han transformado en 40 minutos. Un largo tiempo de espera que se repite día tras día sin que nadie ponga soluciones. Ni la empresa concesionaria del servicio, desbordada por la avalancha de viajeros, ni la autoridad responsable, empezando por el Ministerio, al tratarse de una línea Interregional, por no hablar ya del Ayuntamiento de Guadalajara o la Comunidad Autónoma, que tiene entre los usuarios a vecinos y electores. La empresa ni tan siquiera se ha molestado en dar una explicación cuando la autora del reportaje, Nuria Fernández, se la pidió para este digital. Y esto es lo que hay. Unos insolventes.  

NO ES MORADO TODO LO QUE RELUCE.- Agricultores de la zona de Brihuega y otros lugares de España, han comenzado a arrancar plantaciones de lavanda por falta de rentabilidad económica. Así lo denuncian agricultores desde Paisajes de Lavanda, hartos de hacer el primo con este negocio y advierten que la única solución que ven es sustituir la lavanda por cultivos tradicionales.

Como bien sabemos, los campos de lavanda de la Alcarria se han convertido en el principal atractivo de la comarca y solo hay que darse una vuelta por las calles de Brihuega allá por el mes de julio y ver cómo turistas de España y el extranjero hacen gasto en la villa después de haberse retratado vestidos de blanco sobre un fondo rabiosamente morado. Pero esto tiene un problema: esos cultivos que son como el telón de una película de Visconti en la Toscana cada vez son menos rentables para los agricultores y denuncian que esa falta de rentabilidad podría provocar hasta el arranque del 90% de las más de 3.000 hectáreas en la provincia de Guadalajara. Los agricultores sienten que sus campos se han convertido en un jardín para los turistas que generan beneficios para otros sectores, pero ellos no reciben nada a cambio.

Si tenemos en cuenta que Guadalajara es el principal productor de lavanda de España y que el turismo entorno a sus campos durante la floración de la Lavándula se ha convertido en un reclamo de gran valor añadido, parece recomendable que todas las partes hagan un ejercicio de diálogo y ver qué fórmulas pueden habilitarse para que los que ponen el decorado para las fotos reciban una parte del pastel. No sé si la CEOE, la APAG, el Ayuntamiento de Brihuega o las consejerías de Agricultura y Turismo podrían ejercer ese papel mediador, pero sí parece que la queja de los agricultores tiene fundamento; y es mejor actuar antes de que sea demasiado tarde y para que, parafraseando al Nobel Cela en su 35 aniversario, la Alcarria siga siendo un país al que la gente le da la gana de ir. Como bien saben los lectores de su famoso viaje, la sentencia de CJC decía todo lo contrario, pero eso fue cuando nuestros campos eran pardos y no se habían atrevido con las delicadezas provenzales de los campos de lavanda.  

Tomey en la liga de los hombres extraordinarios

No hace mucho tiempo que una televisión hizo una serie que tituló “La liga de los hombres extraordinarios”, para definir a aquellos presidentes de clubes de fuerte personalidad y que marcaron una época en el fútbol español por sus abruptas maneras, lejos del convencionalismo habitual. En ese saco metieron a personajes como Caneda, que llevó al Compostela a Primera División, a Jesús Gil de Paolo Futre o al Deportivo La Coruña de César Augusto Lendoiro, doble campeón de Liga y de Copa. Si hubiera una clasificación alcarreña de hombres extraordinarios en ella habría que meter a Francisco Tomey Gómez, que nos ha dejado estos días en silencio, él que pasó por la vida como un torbellino y que siempre se hacía notar.

Creo que fui de los primeros en cambiar la opinión sobre Paco Tomey, un tipo que ganaba mucho en las distancias cortas y las perdía cuando hablaba detrás de un atril. Me lo presentó en el Jovi José Luis Malfeito, concejal y la cara más visible de la Alianza Popular local, que estaba huérfana de liderazgo después de la retirada de la política del abogado Felipe Solano, el hombre de Fraga en Guadalajara de toda la vida. Ya Malfeito me advirtió que Tomey sería el futuro presidente provincial y no me gustó, porque pensé: “Ya está otra vez la derecha con piloto automático desde Madrid”, en lugar de propiciar un liderazgo local, aunque bien es cierto que Fraga lo intentó primero con José María Bris, como cuenta él mismo en este periódico.

Retrato de Francisco Tomey de César Gil Senovilla, que está en la Galería de Presidentes de la Diputación

Muy pronto la gestión de Tomey nos acabó ganando a casi todos, hasta el punto de que yo no he conocido una presidencia con tanta autonomía política para representar a Guadalajara, con mayor trascendencia en el medio rural -pueden leer también el revelador artículo de Jesús Orea al respecto-, con proyectos de la envergadura del Complejo San José  Príncipe Felipe (Polideportivo, Conservatorio de Música, Residencia de Estudiantes , Escuela de Idiomas, Biblioteca de Investigadores, UNED… ) y que buscó la proyección nacional  de la cultura provincial, redescubriendo los premios “Provincia de Guadalajara”, que un año tuvieron a dos premios Nobel (Severo Ochoa y Camilo José Cela) presidiendo la entrega de galardones. Por ello, Tomey fue uno de esos hombres extraordinarios que van más allá de lo que esperamos y que dejaron una impronta en las instituciones que la historia les ha acabado por reconocer. Contando solo etapas democráticas, los conservadores no han tenido un líder más sólido en Guadalajara desde el Conde de Romanones.

Tomey no era un hombre de floridos discursos y varios colaboradores en su entorno tenían un mayor bagaje académico que él, pero ninguno de ellos disponía de su talento político; porque eso no se aprende, es innato y se tiene o no se tiene. Por tenerlo acertó de lleno en su hoja de ruta para hacer del PP el primer partido de la provincia y dotarlo de una autonomía frente a Toledo y Madrid, que luego siguió Antonio Román. Cuando Tomey llega a Guadalajara, AP es una mera sucursal con tanta autonomía como el Ordinario López que iba a Madrid todos los días con su camión y lo experimentó cuando Fraga le  coloca en las elecciones de 1982 a su veterano amigo Manuel Cantarero del Castillo como número 1. Seguí el recuento cerca de Tomey, que era el número 2, desde el nuevo edificio departamental de la Plaza de Beladíez, y presencié como se desesperaba al no salir elegido diputado, porque por primera vez desde la Transición el PSOE de Felipe González fue el partido más votado, sacando dos diputados: el paracaidista Carlos de Luxán y Javier López. Esa noche Tomey entendió que si quería  que AP recogiese el liderazgo de UCD en la política provincial (porque entre AP y UCD todavía sacaron  más votos que el PSOE), primero tenía que hacer un partido de verdad (AP tenía entonces 18 afiliados de pago) y lo debía hacer integrando a UCD, que en sus últimas elecciones todavía consiguió 242 alcaldes y 1.298 concejales en la provincia. Esa derrota en las Generales de 1982 solo podía aliviarse anticipando en Guadalajara la unión del centro-derecha, porque en esta circunscripción quedaron más de 8.000 votos residuales de UCD y que a la postre iban a ser decisivos en las elecciones siguientes. Como así fue; en las locales de 1983, Tomey había facturado con éxito la operación Bris,  el que fuera secretario provincial de UCD, una figura imprescindible para recoger el legado centrista del partido de Adolfo Suárez, aunque fuera con quebranto personal al tenerse que separar de Luis de Grandes, que hasta cuatro años más tarde no se integra en el ya Partido Popular, después del Congreso fundacional de Sevilla en que la vieja AP de Fraga pasa a la familia democristiana del PP Europeo. Por entonces, Tomey ya se había asentado como presidente de la Diputación, con Bris en la vicepresidencia, liderando un partido refundado que en las siguientes elecciones barrió en la provincia y arrebató al PSOE su condición de primer partido. Fueron legislatura triunfales en las que el PP superaba el 50 % de los votos en unas Generales y ganaba con claridad la Diputación y la Alcaldía de Guadalajara, en la que acabó recalando Bris. La aureola de Tomey creció tanto que era también el vicepresidente regional del PP y no llegó a ser candidato a la Junta, porque no era un político de Albacete, Toledo o Ciudad Real, que son las canteras presidenciales tanto del PSOE como del PP. El éxito de Tomey pudo ser también su tumba política, porque sus adversarios le instrumentaron una demanda judicial con tan poca base que fue archivada por la Audiencia Nacional, aunque les valió para salir medio centenar de veces en El País y la revista Tribuna (allí inevitablemente fotografiado de señor feudal, porque tenía la mala costumbre de disfrazarse de Arcipreste en el Festival de Hita, que sostenía la Diputación) . Y como suele ocurrir, del lío se aprovecharon sus adversarios dentro del partido (aunque para Churchill y el Conde de Romanones son los enemigos, porque los adversarios se sientan en la bancada de enfrente) para convencer a Tomey de que su ciclo político había terminado.

Así que don Francisco, aquel señor con aspecto de gobernador mejicano, con orígenes en Villel de Mesa (donde, por cierto,  casi siempre ganaba el PSOE), después de 16 años de fructífero mandato en la Diputación y ser el pegamento del centro-derecha en Guadalajara para crear un nuevo Partido Popular, se marchó a su casa sin montar ningún escándalo, tan silencioso como llegó a Guadalajara en 1982 de la mano de Manuel Fraga. Descanse en paz y sirvan también estas líneas para enviar mi pésame a su esposa Mari Tere y a sus hijas por no haber podido hacerlo personalmente al encontrarme lejos de Guadalajara.          

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