Sánchez no pisó a Page la manguera

El presidente de Castilla-La Mancha y actual secretario general del PSOE en la región, Emiliano García-Page, ha sido proclamado secretario general del partido en la comunidad autónoma, sin necesidad de recurrir al próximo congreso regional, que se celebrará en Toledo los días 18 y 19 de enero, ya que ha sido el único en presentar candidatura para el cargo.  Ninguna sorpresa. Page ha sido el principal crítico en el PSOE a la gestión de Sánchez, especialmente por la oposición a su estrategia de pactos con el independentismo, que quiere derribar la Constitución de consenso que ahora cumple 46 años, y no se ha ahorrado críticas a los indultos del Procés, la amnistía para los golpistas del 17-0 o más recientemente los pactos con ERC para investir a Salvador Illa a cambio de que Cataluña tenga una financiación singular (privilegiada), lo que supondría la puntilla a la actual financiación común autonómica. Si Castilla-La Mancha es, ya, una de las cuatro autonomías infrafinanciadas por el actual sistema, dejará de ser una región viable si todavía perdiera más recursos por salirse Cataluña del sistema común, que quedaría mortalmente herido, dado que solo quedarían tres autonomías como contribuyentes netos (Madrid, Baleares y Comunidad Valenciana) a los fondos de solidaridad y cohesión. Estaríamos ante el canto del cisne del estado autonómico, uno de los pilares de la Constitución, porque no hay estado merecedor de tal nombre que no aplique la solidaridad fiscal en sus territorios. De España sólo quedaría la bandera, el desfile de sus Fuerzas Armadas el 12 de octubre y el discurso del Rey en Nochebuena.

Emiliano García-Page en una visita a La Moncloa en 2018.

Page sabe que si ha perdido las batallas del Procés y la amnistía, porque este PSOE  de las primarias trampa se ha convertido en un partido de estructura peronista (mientras su líder detente el gobierno) en el que es posible defender una cosa y mañana la contraria con tal de cerrar el paso a la alternativa (lo que él llama despectivamente la fachosfera), insisto en que Page es consciente de que la batalla de la financiación común no la puede perder, porque esta vez sí perdería la guerra. Castilla-La Mancha, como otras regiones que reciben la solidaridad del resto del estado, no tendría recursos suficientes para financiar su sanidad y educación en condiciones similares a los de otros territorios “singulares”, que en regímenes opacos y anclados en las guerras carlistas se rigen por lo que ahora llaman principio de ordinalidad, y que no es otra cosa que cada uno se las apañe con lo que recauda, y al conjunto del país y a las políticas de solidaridad que las den. Se han olvidado pronto de que si a ese principio de ordinalidad se hubieran apuntado Francia, Alemania y los países del norte de Europa, hoy no existiría la Unión Europea. Ni muchas de las infraestructuras que se desarrollaron en España desde nuestro ingreso en 1986, apuntalando su Transición democrática que ahora a los socios de Sánchez les place denostar.

Pero todo esto Page lo sabe, y lo ha recordado con motivo del Día de la Constitución, de la misma manera que Sánchez se ha resignado a asistir a su reelección como secretario general del PSOE de Castilla-La Mancha, sin oposición alguna, por lo que el actual presidente regional podrá llegar en carroza al congreso regional que se celebrará en Toledo los días 18 y 19 de enero. Aunque Sánchez puso, digamos que preventivamente, a alfiles suyos en el tablero regional (Milagros Tolón, en la delegación del Gobierno, con agenda propia al margen de Fuensalida, y a Isabel Rodríguez en el Consejo de Ministros),  al final no ha hecho movimiento precongresual alguno, y ha seguido la vieja conseja que un día escuché a un entrenador argentino del Atlético de Madrid, Juan Carlos Lorenzo, harto de que un colega se metiera con él: “Oye che, entre bomberos no nos pisemos la manguera”.

Sánchez, de esta manera, se ha tragado el sapo del díscolo Page, como Page se tragó las ruedas de molino de la amnistía y los indultos. A Page le salva que es el único presidente regional socialista con mayoría absoluta y unos resultados que no ofrecen dudas sobre su influencia en los procesos electorales. Con Page al frente de la candidatura regional, el PSOE obtuvo el 45% de los votos y sumó 17 diputados autonómicos; y un mes más tarde, con Pedro Sánchez al frente de la locomotora socialista en las Generales en Castilla-La Mancha, el PSOE no pasó del 34%, con 8 diputados, 2 menos que el PP de Feijóo, que fue el claro ganador en esta región, con 10 diputados y el 38% de los sufragios,  a pesar de que por la derecha tiene la sangría de Vox, con 3 diputados nacionales y 4 autonómicos, un partido con presencia institucional  en Toledo y Guadalajara.  

Estos son los argumentos para que desde el entorno de Ferraz hayan preferido no enredarse poniendo chinitas a Page. Bastante tienen en Moncloa con la tormenta política y judicial que amenaza con tumbar la legislatura como para andar de guerrilla con Toledo. Y esto es lo que hay.   

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