El mundo patas arriba y España en pelotas

El mundo, y especialmente Europa, viven su mayor crisis desde el final de la II Guerra Mundial. La gran potencia que desde la derrota de Hitler ha liderado el mundo libre ha elegido como presidente a un iconoclasta que no cree en los valores democráticos que inspiraron el triunfo aliado ante el nazismo, porque a él solo le importa lo que entiende son sus intereses empresariales (trata a Europa como si fuera un comercio minorista más de su Torre Trump en Nueva York con el que no está conforme con el alquiler que paga, escribe Thomas Friedman en The New York Times) y en su beneficio admite cualquier tipo de alianza, pongamos que hablamos del criminal Putin. La amoralidad de este presidente le ha llevado a asumir, sin rechistar, los postulados de Putin para invadir Ucrania, desde culpar a Zelenski del inicio de la guerra a aceptar el derecho de conquista (Putin ya ha robado el 20% del territorio nacional ucraniano y ahora Trump quiere saquear sus recursos naturales, las llamadas tierras raras). Su plan de paz es una gran mentira para imponer a Ucrania un presidente títere y acepta todo lo que Putin lleva peleando desde la invasión de Crimea en 2014; y es tan cínico que no tiene empacho en responsabilizar de ello al agredido, a un país y a un presidente, Zelenski, al que le llega a acusar de “dictador sin elecciones”, cuando nunca jamás se han celebrado unos comicios democráticos en un país invadido (en Gran Bretaña no hubo elecciones desde 1935 a 1945 y el Reino Unido nunca fue invadido). Pocas cosas me han impresionado más que los inmensos cementerios norteamericanos en Normandía, porque muestran con crudeza el coste humano que para aquel gran país tuvo ponerse del lado de la libertad frente al nazismo. Con este presidente, ahora ya sabemos que su gobierno se quedaría con los brazos cruzados si Putin, que se cree Catalina la Grande,  invadiera Moldavia o los países bálticos, como en hizo Hitler con Polonia en otoño de 1939. Y ahí viene el dilema de Europa. ¿Vamos a permanecer impasibles ante una amenaza cierta, con el riesgo de convertirnos en satélites del nuevo eje de autócratas que forman Trump, Putin y Xi Jinping?  ¿Seremos incapaces de entender que los derechos y libertades de la Europa democrática y su estado de bienestar, de nada valen sin independencia económica ni autonomía militar? En España, no dejamos de seguir la táctica del avestruz y solo hay que fijarse en la última sesión parlamentaria en la que solo se trató de trapillos y minucias de vecindad, sin que gobierno y oposición entraran en un análisis de la crisis que se nos viene encima y cómo poder afrontarla con una mayoría parlamentaria suficiente, que requiere de pactos de estado; no somos menos que Alemania.

Zelenski pasando revista con el Rey durante su visita a España./RTVE.

La realidad es tozuda y nos muestra la incapacidad del actual gobierno de Pedro Sánchez para aprobar los presupuestos, lo que equivale a incumplimiento de las obligaciones contraídas con Europa para destinar el 2% del PIB a nuestra defensa, a lo que se ha comprometido Sánchez ante la OTAN, con la boca pequeña? ¿Cómo lo va a conseguir sin presupuestos, sabiendo como sabe que sus socios postcomunistas prorusos de su mayoría Frankenstein están por el desarme unilateral en espera de que Putin abrace los valores democráticos cual San Pablo camino de Damasco? ¿Qué le va a decir Sánchez a Zelenki este lunes en Kiev, y valoro que vaya, pero le reconocerá que solo le puede dar como ayuda calcetines y cascos, porque carece de presupuesto?  

Con este ejecutivo y ante la decisión de Sánchez de seguir con su muro y no negociar nada con la derecha democrática, vamos a precipitarnos ante un mundo en crisis en paños menores y sin capacidad de respuesta ante la ofensiva autocrática que puede tener su traslación a nuestro patio trasero. ¿O es que podemos ignorar que cada vez son más insistentes los vientos de cambio en Marruecos, por el estado de salud de su rey Mohamed VI, el aliado más fiel de Donald Trump, y crece el temor por la  costumbre de la dinastía alauita por mostrar músculo provocando conflictos armados con España como hizo el abuelo y el padre del futuro rey de Marruecos, Moulay Hassan? La legitimación del derecho de conquista de Putin por Trump son una mala noticia para Ceuta y Melilla -fuera del paraguas de la OTAN- y constituye una bomba de racimo en las relaciones internacionales, porque relega a la absoluta irrelevancia a organismos como la ONU -sin ningún papel en esta crisis de Ucrania- o la propia OTAN, huérfana de liderazgo tras la traición de la Casa Blanca. España no parece dispuesta a jugar ningún papel relevante ante el desafío que Trump ha lanzado a la Europa de la democracia y las libertades, atrapada en sus extremos por el infantilismo hippy de una extrema izquierda rancia y decadente que, como Trump, todavía piensa que el culpable de la guerra es Zelenski, por contener a los tanques rusos que, ahora hace dos años, avanzaban hacia Kiev, y una extrema derecha trumpista que tiene a bien convalidar  por patriótico los desvaríos de un presidente americano que, como Putin, quiere diluir las instituciones europeas  y no le importa formar parte del grupo de autócratas que buscan debilitarla y finiquitar el más largo periodo de paz que el viejo continente ha tenido en su historia.    

Esto es lo que hay. El mundo, patas arriba y en España sin enterarnos, con un gobierno en pelotas que no tiene ni un triste presupuesto ni mayoría parlamentaria para intentar armar los cambios que la nueva geopolítica requiere. Pues esto es lo que hay. Don Tancredo en La Moncloa y España, regresando a la irrelevancia internacional del siglo XIX y sin capacidad de respuesta.  

LA FRASE: “Populares y socialistas europeos han financiado la guerra a Putin. Pretenden llevarnos a la guerra total los mismos que han dejado a Europa indefensa, destruyendo su industria y su capacidad de generar energía. Hay que deshacerse de esos napoleones de salón que solo saben provocar guerras cuyas consecuencias pagan otros”. (SANTIAGO ABASCAL, presidente de Vox y de Patriots)

P.D. Sirvan estas líneas como homenaje a mi compañero Félix García, recientemente jubilado en Onda Cero Guadalajara. La bonhomía de Félix le hizo todo un personaje de las ondas, respetado por sus compañeros (fue presidente de la Asociación de la Prensa) y querido por sus oyentes, que encontraban en él la serenidad e independencia de criterio que acompañó a sus informaciones. Félix siempre tuvo claro donde estaba la noticia y dónde empezaba la propaganda; y no intoxicaba a nadie. Aunque le costará a un periodista de raza como él, le deseo lo mejor ahora que no tendrá que madrugar para presentar un menú informativo de calidad a sus oyentes. Pero la vida sigue.                     

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