La geopolítica descose al Gobierno y a España

La situación geopolítica que vive el mundo, con la invasión de Ucrania (tres años ya) y la patada al tablero en el que jugaba Europa desde la II Guerra Mundial por un presidente populista americano que coquetea con Putin y le da alas, va a cambiar muchas cosas. Y el país que no se acomode quedará en fuera de juego. Los principales estados de Europa están moviendo ficha (en Alemania se va a cambiar hasta la Constitución para poder invertir más en defensa), mientras que en España se sigue analizando la crisis en clave interna y cortoplacista. El presidente Sánchez solo tiene que responder a una pregunta y no lo ha hecho: ¿Tiene garantizado el apoyo a las nuevas exigencias sobre defensa aprobadas en Bruselas de todos los miembros de su Gobierno; y dispone de una mayoría parlamentaria que soporte esta política? Parece que no. Los de dentro, representados por la vicepresidenta Yolanda Díaz, siguen instalados en un pacifismo existencial que juega en contra de la seguridad y las libertades de las que disfruta Europa desde la derrota del nazismo. Y el flanco independentista aliado con Sánchez es directamente pro Putin, como se demostró con el golpe en Cataluña en otoño de 2017 y que el Kremlin alentó todo lo que pudo. Ante un desamparo parlamentario  tan mayúsculo, cualquier presidente democrático habría buscado un pacto de estado amplio con el primer partido de la cámara, en España, el PP, o convocar directamente elecciones como hizo en Alemania Scholz, un socialdemócrata serio y patriota. Nada de esto ha hecho Pedro Sánchez, porque sabe que sus socios no tolerarían ningún acuerdo parlamentario estable con el PP de Feijóo, pero tampoco opta por la alternativa de la convocatoria electoral. Prefiere seguir en La Moncloa, aunque no pueda gobernar ni aprobar lo comprometido con la UE, a costa de dejar al país desarmado ante la peor crisis que tiene que afrontar la democracia española. No cabe mayor irresponsabilidad. Pero esto es lo que hay.

Toma-de-posesion-de-Magdalena-Valerio como presidenta del Consejo de Estado Foto Consejo de Estado

MAGDALENA VITALICIA.- Pedro Sánchez no ha abandonado a su ex ministra Magdalena Valerio, una de las primeras diputadas del PSOE que respaldó al actual presidente del Gobierno en su carrera hacia la secretaría general del PSOE. Recuerdo todavía que Valerio trajo a la Agrupación Socialista de Guadalajara a Sánchez cuando todavía era un diputado de base, desconocido, y que, ya entonces, me dijo que podría ser un candidato a la secretaría general; buen ojo. Magdalena tuvo mala suerte, porque dejó de ser ministra de Trabajo en 2020 cuando se convocaron nuevas elecciones y Sánchez cedió la cartera a la neocomunista Yolanda Díaz en el marco de los pactos con Unidas Podemos. Lo aceptó sin poner mala cara y Sánchez se lo recompensó elevándola a presidenta del Consejo de Estado en 2022, uno de los cargos de mayor representación en el protocolo español, hasta que en noviembre de 2023 el Tribunal Supremo estimó el recurso de la fundación Hay Derecho y sentenció que Valerio únicamente cumplía uno de los dos requisitos legales para ser presidenta de la institución, el tener experiencia en asuntos de estado, pero no constaba que fuera una jurista de “reconocido prestigio”. Nuevamente Valerio salió del Consejo de Estado con discreción, sin montar ningún numerito o acusar a los jueces de lawfare, hasta el punto de estar a punto de jubilarse cuando recibió otro encargo de su amigo, el presidente del Gobierno. Volvería otra vez al Consejo de Estado, pero esta vez no como presidenta sino como miembro de su Comisión Permanente. El puesto no tiene el carácter representativo de la presidencia, pero es de notable importancia ya que presidirá la sección Segunda, encargada de los asuntos de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes. Además, la Comisión Permanente se reúne semanalmente con el objetivo de discutir y aprobar los dictámenes que les solicita el Gobierno o cualquier otra institución competente. Hay que recordar que cualquier proyecto de ley debe pasar a consulta por el Consejo de Estado, aunque en esta legislatura este órgano ha tenido poco trabajo porque el ejecutivo de Sánchez ha preferido utilizar la vía de la proposición no de ley, para convalidar sus decretos, y librarse así de este (¿enojoso?) trámite, así como del dictamen del Consejo General del Poder Judicial. No menos importante es que el nuevo cargo de Magdalena Valerio es de carácter vitalicio y lleva consigo una de las mejores remuneraciones del Estado, con más de 100.000 euros anuales. Tan exclusivo es que solo seis personas son consejeros permanentes, una condición habitual en el mundo del derecho anglosajón, pero menos en España. Valerio sustituye a toda una figura del derecho español, Miguel Rodríguez-Piñero y Bravo Ferrer, que renunció al cargo después de cumplir 90 años y acreditar una carrera envidiable como presidente del Tribunal Constitucional y con una labor docente notabilísima, como saben algunos abogados alcarreños a quienes dio clase en la Universidad de Alcalá de Henares. 

LA FRASE: “Si Ucrania perdiera, o más bien si Estados Unidos le diera la victoria a Rusia, como amenaza, en mi opinión de farol, el presidente Trump, esto pondría en grave peligro a la Alianza Occidental y dejaría grandes partes de Europa susceptibles a la agresión rusa. Es decir, sería el fin de Europa tal y como la conocemos, pues Europa tendría que reinventarse con presupuestos de defensa mucho más elevados y no estoy seguro de que los países europeos puedan hacer esto. Sería una situación desastrosa”. ROBERT D. KAPLAN, politólogo, escritor y columnista de los principales periódicos americanos).           

Ir a la barra de herramientas