El Deportivo Guadalajara acaba de ascender a Primera RFEF, que, aclaramos, es la tercera categoría del fútbol español. Es similar a la antigua Segunda B, donde el Deportivo (me resisto a llamarlo con el infantilizado Depor, ahora tan recurrente en un lenguaje que tiende a minimizar los nombres y hasta meter un programa de gobierno en 280 caracteres), categoría en la que ha jugado durante 7 temporadas, aunque en beneficio de la actual plantilla precisar que esta Primera RFEF, al tener solo 2 grupos en lugar de 4, es más exigente que aquella. Por tanto, podemos decir que el Deportivo sigue el camino correcto para recuperar el esplendor perdido, primero con el ascenso en 2022 de Tercera a Segunda RFEF y ahora a Primera RFEF, con el horizonte de la segunda división profesional, de la que fue expulsado en 2014.

Me alegro especialmente por la afición deportivista, porque ser del Deportivo no es fácil. Un servidor abandonó deprimido el Escartín en 2014, con un descenso que tenía materia legal para sancionar (así lo entendieron los tribunales deportivos y ordinarios), pero que sirvió en su día como escarmiento general y aviso para navegantes; y qué mejor que descargar el mazo a un club modesto recién ascendido y sin puigdemones detrás.¿Verdad señor Tebas? Desde entonces, muchos aficionados de mi generación perdimos la ilusión y nos cuesta bajar a un terreno tan inhóspito en invierno como el Campo del Henares, que así se llamó en 1974 antes de adoptar el nombre de Pedro Escartín (árbitro de fútbol y seleccionador nacional en el primer franquismo), por decisión de la Delegación Nacional de Deportes (ahora CSD), su propietario entonces.
Ahora la ciudad vive momentos de euforia y la afición se ha lanzado a la calle para las celebraciones, que han durado tres días como las bodas que nos describe Federico García Lorca. Se lo merecen, porque no es fácil ser deportivista, un club que ha transitado del cielo a los infiernos en varias ocasiones y que solo ha sido dos veces campeón de liga en sus 78 años de historia, en 2022 y 2025. Por ello, hay que insistir en que lo mejor de este Deportivo es su afición, que en otros lugares se degradó del todo con menor motivo . Esta afición es la que aporta valor añadido a la Sociedad Anónima Deportiva (SAD) Deportivo Guadalajara, como ha quedado demostrado.

Repito que la afición morada tiene mucho mérito, pues la vida de este club no ha sido precisamente un camino de rosas. Todavía recuerdo maldecir a mi padre, socio de ese primer Deportivo de 1947, porque tiraron -para hacer viviendas sociales- el antiguo campo del Productor (sito al final del paseo de Las Cruces) sin tener listo el nuevo, lo que le obligó a estar sin jugar dos temporadas (1965-66 y 1966-67). Cuando a partir de 1967 estrenó el nuevo campo, había perdido en el camino a gran parte de su masa social y, lo que es peor, la costumbre de ver fútbol en directo en Guadalajara, que solo los más cafeteros mantenían subiendo a la Fuente de la Niña a ver en Regional al Hogar del Productor (luego Hogar Alcarreño) del gran Jerónimo de la Morena, el mejor directivo de fútbol base que ha tenido Guadalajara. Costó mucho entonces recuperar la afición al fútbol en Guadalajara, porque el nuevo campo del Henares parecía maldito; y helador. Las obras de construcción fueron una gran chapuza, desde los vestuarios a las gradas, que se agrietaban o cedían, y el club que ya presidía Juanjo Laso (posiblemente, el mejor presidente, con sus fallos, de la historia morada, después de haber sido un gran jugador) se fue separando de la ciudad a medida que su ubicación quedó en el extrarradio y solo rodeada de cardos y barrancos. El aficionado era pura nostalgia y tenía sensación de haber retrocedido en todo, en relación con el equipo que jugó la fase de ascenso a Segunda División, en la temporada 1950-51, con un equipo formado mayoritariamente por jugadores de Guadalajara.
Luego fueron 23 temporadas interrumpidas en tercera división, con momentos de gloria en aquellas eliminatorias de ascenso (entonces no se recurría a barbarismos como play-off) ante Villarreal y Huesca, que nos metieron en una tercera de ámbito nacional similar a la Segunda B. Y así estábamos hasta que la configuración de la España autonómica y el alejamiento (muy lesivo, en mi opinión) de Guadalajara con Madrid, nuestro vecino natural, fue un duro golpe para el club. Los desplazamientos se encarecieron y al Escartín dejaron de venir equipos con los que había tradición y rivalidad (el derbi regional era con la RSD Alcalá) y la gente viajaba. El aficionado dio la espalda a esta nueva tercera castellano-manchega, apenas bajaban al campo 300 o 400 personas y Laso, en su desesperación, estudió trasladar al equipo a la nueva Federación Madrileña, pero no tenía respaldo legal. Así estuvimos demasiado tiempo, en que el fútbol fue sobrepasado en popularidad en la ciudad por el baloncesto de Juanma Hueli (estaba en Primera B y subió a ACB, aunque no pudo realizar la inscripción por falta de fondos y de un pabellón con 5.000 espectadores) y el club balonmano de Asobal, con Rafa Guijosa, Antonio Román y compañía. Al principio, con Laso en la presidencia, el Deportivo jugó sin éxito seis eliminatorias de ascenso (el consabido play-off) entre 1989 y 2006, pero no fue hasta 2007 cuando, ya en la era Retuerta, se logró subir a Segunda B tras ganar en Las Palmas. El club vivió una fase de renacimiento, que coincidió con los años del boom inmobiliario en España, y sobre todo en Guadalajara, cuando los negocios del presidente iban viento en popa y, en 2011, con el gran Carlos Terrazas al frente del equipo, se ascendía en junio de 2011 a Segunda División tras dejar en la cuneta a un poderoso Mirandés. El Deportivo estuvo dos años en Segunda, y por aquí pasaron equipos históricos del fútbol español (Celta, Deportivo La Coruña, Villarreal, Las Palmas, Elche, Racing, Sporting…) que hacían del Escartín y su entorno (ya poblado y con restauración) una fiesta en cada partido. Pero ocurrió lo que nunca debía haber pasado. El equipo salvó la categoría en el campo esos dos años, pero la propiedad hizo una ampliación de capital irregular, Tebas nos descendió por la vía administrativa y a partir de ahí se inició un descenso a los infiernos, sin freno, que acabó con el equipo de vuelta a la insulsa tercera división regional (2016-17) y a la SAD en el juzgado por suspensión de pagos. Fue otra época en que el club volvió a perder gran parte de la afición y lo que es peor, la estima de la ciudad. Ya con nuevos propietarios, el club empezó a salir de su crisis institucional y deportiva con el ascenso en 2022 a la Segunda RFEF, y después de tres años en la categoría, subir este sábado 12 de abril de 2025 a la nueva Primera RFEF, a falta de tres jornadas. ¡Ahí es nada!
Solo me queda felicitar, primero a la afición que ha resistido con la fe del carbonero los años negros y este año ha vuelto a meter a casi 3.000 espectadores de media en el Escartín (en algún partido se rozaron los 5.000), demostrando que es el primer y mejor activo de la SAD; a la directiva que lo ha hecho posible, con Carlos Ávila de presidente y Lautaro Ruiz, ligado a la propiedad, de director adjunto; y especialmente al director deportivo Néstor Susaeta, que ha demostrado tener gran ojo para los fichajes, y al entrenador Pere Martí por ponerlos en el campo con buen tino. El gran reto del equipo es consolidarse en Primera RFEF e intentar volver a esa segunda división-LFP, de la que nos echaron con malas artes (¡qué es una irregular ampliación de capital en comparación con ponerle un sueldo al vicepresidente de los árbitros, y aquí no ha pasado nada!), aunque para ello la experiencia nos ha demostrado que antes hay que lograr una capitalización suficiente y transparente de la SAD.
Desconozco si la propiedad actual quiere vender el equipo o contempla seguir con una ampliación de capital, imprescindible, pero lo que sí tengo claro cuál es el gran desafío que tiene el Club Deportivo Guadalajara, como institución, y de cara a la ciudad: promover una SAD como dios manda, que no nos dé más sustos, y si es una parte con capital local, pues mucho mejor, porque Guadalajara ya no es aquella ciudad de 20.000 habitantes, que vio esa fase de ascenso a Segunda con el Real Betis, sino una capital con 100.000 habitantes y un tejido industrial bastante apañado. Y un campo, ahora municipal, a su disposición, que nunca ha puesto el cartel de “No hay billetes” y que ni de lejos se parece al inaugurado oficialmente por José Antonio Samaranch en 1967. Pues esto es lo que hay; y aúpa Deportivo.
LA FRASE: «Pedro Sánchez es el último tonto útil del régimen de Pekin. Cuando China te da la mano, lo que en realidad hace es cogerte el brazo. La democracia es imposible en China, porque es un sistema basado en el monopolio del poder, que igual que el matrimonio, no se puede tener a medias». FRANK DIKöTER, historiador holandés especializado en China.