No es lo mismo lo que declara un imputado para librarse de la cárcel que cuando ya está en ella o a punto de cruzar el umbral. Esto es lo que ha pasado con Luis Bárcenas en sus famosas cuatro horas con Pedro J., que no es precisamente el periodista la viuda de Mario en cuanto a ingenuidad y ternura.
Antes de entrar a la cárcel, Bárcenas defendía que en el PP no se habían cobrado comisiones, y que todo era legal. En la conversación con Pedro J., lo que el Tesorero da a entender es todo lo contrario. Que el PP se lleva financiando irregularmente los últimos 20 años y que los sobres iban y venían de las constructoras y empresas de servicios a Génova, y desde allí a los bolsillos de algunos dirigentes afortunados con los sobresueldos. Una parte de ese dinero se quedaba en el camino, para luego aparecer en las cuentas suizas del tesorero, ese fenómeno de las finanzas que gracias a su buen ojo logró acumular decenas de millones en los bancos helvéticos. Para que aprendan el Guindos o el triste del Montoro.
Se supone que lo publicado por Pedro J. solo es un preludio de lo que vendrá después y que lógicamente forma ya parte de la estrategia de defensa de un preso que tiene todavía que ser juzgado. Por lo tanto, Bárcenas solo enseñó la patita: que consistió en echar basura sobre Cospedal, a quien considera el origen de la deriva desdichada que lleva su caso. Entre todos los chascarrillos y sucedidos que cuenta a Pedro J. solo hay uno del que Bárcenas dé pistas, y es precisamente la supuesta comisión de 200.000 euros que él cobró para el PP de Castilla-La Mancha de una empresa contratista de Toledo. Curioso, ¿verdad?
Pero que Bárcenas sea un tipo aprovechado y despreciable, a quien Cospedal puso con buen criterio fuera de juego en Génova, eso no quita para que lo que él diga no merezca la pena ser investigado y llegar hasta las últimas consecuencias.
Los socialistas de Page, que ahora gobiernan en el Ayuntamiento de Toledo, están lógicamente encantados y ya han filtrado que se trata de la empresa Sufi, que recibió la concesión de la limpieza en la última etapa del gobierno del PP, el 15 de marzo de 2007, por un total de 43 millones en 7 años.
Pues bien, todo ello tendrá que ser investigado por la Fiscalía Anticorrupción y a partir de ahí, como sugirió Cospedal a Bárcenas, que cada palo aguante su vela.
De momento, lo que nos inspira el caso Bárcenas no es distinto a lo que pasó con Filesa y el PSOE, o ahora esos escándalos del Ere, que salpica directamente al PSOE andaluz y a algunos sindicalistas.
Los problemas de financiación de los grandes partidos no se han resuelto y la basura se esparce peligrosamente en unos momentos en que el ciudadano no está dispuesto a pasarles una. Caldo para el populismo.
Esto es lo que hay, por ahora, de la serie que tiene a Bárcenas como guionista y a Pedro J. de exhibidor.