Permítanme la escatología. Dejar una boñiga en el centro de flores del Consejo de Ministros no va estrictamente contra la Constitución, pero es una guarrada inaceptable. Los ministros del Gobierno nos intentaron convencernos el martes de que nombrar a un mediador o a un “relator”´- para ¿vigilar?, ¿dar fe?- en las negociaciones entre el Gobierno de Sánchez y los independentistas se harían siguiendo los cauces institucionales, pero el viernes tuvieron que plegar velas ante lo que se les vino encima. Olía fatal. España no es Burkina Faso, sentenció Alfonso Guerra ; y lo clavó.
Si lo del mediador era una guarrada, el marco y el contenido en que se debería haber producido ese diálogo era aurora boreal. Un tufo a Herri Batasuna que tiraba para atrás. El marco: una mesa de partidos, fuera del parlamento, y en la que no estaban los partidos que tienen más escaños en el parlamento catalán y español: Ciudadanos y PP. ¿Y qué pretendían los independentistas que se negociara en tan singular mesa? Un documento con 21 exigencias, entre las que se encontraban el derecho de autodeterminación. Corolario: un despropósito de tal calibre, que hizo saltar de la silla a dirigentes socialistas como Emiliano García-Page, recordando que “ni este gobierno ni ninguno» tiene autoridad para negociar en nombre de todos lo que es la soberanía nacional”. Y luego dijo aquello de que es mejor ponerse una vez rojo, recordándoselo a los independentistas, que ciento amarillo.
Pero es que además Pedro Sánchez había metido la zorra en el corral. A la vuelta de la esquina hay elecciones autonómicas, y los Lambán, Fernández Vara y García-Page fumaban en pipa por las repercuciones que podría traer la ocurrencia. «El único problema es que cuando hablamos de estos problemas que afectan a todos los españoles, y ya no digamos, en términos electorales, a los alcaldes y presidentes que nos presentamos a las elecciones dentro de unos meses, todos queremos estar al tanto, lógicamente, y opinar». Le recordó también el presidente de Castilla-La Mancha, el que mejor le dan las encuestas de los tres.
La presión se hizo insoportable y la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, que ha salido de esta crisis más quemada que una pastilla de uranio en el reactor de la nuclear de Trillo, plegaba velas el viernes y se corregía así misma. Con un par.
Llegado a este punto, el Gobierno de Sánchez en apenas unos días ha conseguido dos cosas: movilizar con éxito a su oposición, desde el centro liberal de Ciudadanos a la derecha radical de Vox. Y sembrar el desconcierto entre su propio partido por la exhibición de inconsistencia (y fruslería) dada por el Gobierno. Y es que al final, y cito otra vez a Alfonso Guerra, con 84 diputados es imposible que un gobierno pueda defender sus postulados.
Por tanto, el problema de Pedro Sánchez lo tiene en el origen de su gobierno, en la imposibilidad de construir una mayoría parlamentaria con los independentistas, que quieren romper España y saltarse para ello la Constitución, que deja muy clara en quién descansa la soberanía.
Veremos , el miércoles, si Esquerra y PDCat dejan sin oxígeno al Gobierno y mantienen sus enmiendas a la totalidad de los Presupuestos. O ante lo que se les puede venir encima, de convocarse elecciones inmediatas, optan por la muerte lenta de un gobierno Sánchez, que está agarrado a la brocha de Puigdemont y debería saber que su tiempo ha terminado. Viendo el tacticismo con el que se maneja el presidente del Gobierno, cualquier cosa puede ocurrir. Hasta el indeseable Superdomingo, que robaría a autonomías y ayuntamientos el debate y atención que merecen por el ruido de unas elecciones con cinco urnas. ¡Pero que sea cuanto antes! Porque España y la situación económica con la que habrá que lidiar, con signos de desaceleración en el horizonte, exige de gobiernos sólidos y presidentes serios.
CIUDADANOS DESHOJA LA MARGARITA.- Los candidatos de la formación liberal se están haciendo esperar, una vez que los dos partidos mayoritarios han descubierto sus cartas: Román y Rojo. En Guadalajara, su portavoz municipal Alejandro Ruiz no suelta prenda, aunque por lo que yo sé está más por la labor de irse a la política regional que de seguir en el Ayuntamiento. Pero no es fácil buscarle un sustituto. Yo veo en el paisaje tras el 26-M a un vicepresidente regional de Ciudadanos, no sé si con Page o con Núñez (habrá que ver si el algoritmo andaluz funciona en Castilla-La Mancha , yo tengo mis dudas por el adelgazamiento de diputados que impuso Cospedal), así que el horizonte personal en el palacio de Fuensalida puede ser más atractivo que una vicealcaldía con Román (que ya podría haber obtenido en la actual legislatura). Pero habrá que ver qué pasa con Orlena de Miguel, la concejala de Torrejón del Rey, que ha ejercido de portavoz regional de Ciudadanos durante toda la legislatura, y que también aspira al premio gordo.
Esto es lo que hay. En dos o tres emanas veremos si hay entente; si hay Primarias regionales en Ciudadanos ; y con cuántos candidatos.