Terminaron las Ferias de Guadalajara y desde este mismo lunes es el momento de hablar de los cambios que se pueden introducir de cara a las Ferias de 2020, que llegan en un año redondo.
Las Ferias de Guadalajara se sustentan en un modelo, que nació hace 41 años en el primer mandato de Javier de Irízar, y que se fue perfeccionando con los alcaldes que le sucedieron. Un modelo que tiene las siguientes patas: encierros, feria taurina, peñas y fiesta en la calle. Por ello es tan importante para su éxito el concurso del buen tiempo. Este año, el fin de semana ha sido malo en lo meteorológico -después de muchos de bonanza- y las Ferias no han pasado de regulares.
Por ello, lo primero que tienen que debatir los grupos políticos y la sociedad civil de Guadalajara es si cambiamos de modelo, decisión que en mi opinión sería una temeridad, o si vamos incorporando cosas nuevas para hacerlo mejor. Entiendo que los partidos mayoritarios apoyan toros y encierros-que sin embargo cuestionan Podemos y Aike-, por lo que en este sentido hay poco que elucubrar. De hecho, los encierros con los toros de las corridas se han convertido en el espectáculo que arrastra más público (alarga la noche arriacense y la plaza de toros se llena), a la altura de las carrozas (siempre mejorables, aunque este año han sido más que dignas) y el toro de fuego, un evento que arrastra masas en nuestra ciudad.
Dicho esto, todo lo demás es susceptible de cambios. Este año se ha constatado que las actuaciones de Santo Domingo van a menos, a pesar de ser grupos de un caché importante. A lo mejor podemos ahorrarnos algo de allí, y ofrecer una alternativa a los miles de personas que no frecuentan ni las verbenas de las peñas, ni los conciertos de la Fuente de la Niña, ni los cachivaches del Ferial. Hace tiempo que sostengo que el Buero Vallejo debería programar durante la semana de Ferias, como antes lo hacía el Coliseo Luengo, con el buen criterio de Don Protasio y Don Salustiano . Una programación variada, donde se combinara el humor, la música, la danza, la comedia ligera y la revista, que sería la alternativa a un sector de los vecinos que no tienen ganas de grandes alborotos.
Otro tema a resolver es la música. Está claro que si queremos a grandes grupos, como Marea o Melendi este año, no pueden ser gratis, y hace falta un recinto adecuado. El estadio de atletismo de la Fuente de la Niña no lo es: porque se maltrata el césped y se pone en peligro sus calles de atletismo; pero también porque supone estar quince días inutilizado, desde antes del Gigante hasta el domingo de Ferias.
El nuevo Equipo de Gobierno no puede eludir el problema, y máxime cuando estamos al inicio de la legislatura. Tiene que decidir si busca un nuevo emplazamiento para los conciertos al estilo Sonorama, es decir, una gran plataforma para público y escenario, aunque sea fuera del casco urbano. Otra solución sería utilizar para conciertos el recinto Ferial, pero como este no reúne las condiciones hay dos alternativas: estudiar la ampliación del actual, adquiriendo los terrenos anexos, o directamente venderlo y reunir fondos para un Ferial nuevo. Mientras no se tome una decisión al respecto, cualquier debate sobre las Ferias es una bla-bla-bla que no va a ninguna parte. Sé que el tema no es fácil y que requiere de un alcalde enérgico y que tenga las cosas claras. Pero nunca los éxitos son fáciles, como lo sabe Nadal o nuestra selección de baloncesto.
Dejo para el final la Feria Taurina, que este año sólo ha podido dar el cincuenta por ciento de los festejos. No ha tenido suerte la empresa: no solo ha llovido en el ruedo sino en los modelos de los meteorólogos. El viernes, todos coincidían en que llovería por la tarde, luego aguantó y hubo corrida, pero se cargó la venta de la mañana. Sábado y domingo se suspendieron ambas, pero el domingo se abrió un claro por la tarde y podría haberse dado si no hubiera sido por el mal estado de la plaza. Nuestro cronista taurino Jaime Hita se preguntaba por qué no se pusieron las lonas, como otros años, y no se trajo un camión de arena para arreglar el ruedo.
Por último, lo de los “12 toros 12”, condenados a ser sacrificados por culpa de un reglamento regional que parece hecho con los pies. Un perjuicio innecesario para la empresa de la plaza de Guadalajara. Ahora que se van a estrechar las relaciones taurinas con Pamplona -ha venido un concejal de Ciudadanos a la Feria-, sería bueno que le pregunten por qué en Navarra se pudieron vender los toros del encierro de Cebada Gago, aunque se suspendió la corrida por la tarde, y en Castilla-La Mancha hay que matarlos. Sin piedad. Por lo que se ve, en Navarra eso de los privilegios forales debe llegar hasta a los toros del encierro.
Esto es lo que hay. Será cuestión de que todos nos hagamos navarros.