Las Ferias han salido bastante bien. Porque sucede que con este modelo que nos hemos dado, la animación está garantizada con tal de que haga buen tiempo. Pero este año he tenido la sensación de ver más gente que nunca en calles, plazas y praderas durante las noches del largo fin de semana. También en los bares y en las terrazas del centro, cosa que antes no sucedía.
Tal es así, que el debate sobre el nuevo recinto Ferial, polémico cuando se inauguró, ha quedado zanjado. En Guadalajara, en Ferias, hay gente pa tó, como diría el Guerra, y da para tener tres zonas de expansión, jolgorio y bailoteo. Una, en el mentado Ferial. Dos, en el Eje del Botellón, que va desde la Fuente de la Niña hasta La Concordia. Y tres, en la plaza de Santo Domingo, cuyas actuaciones musicales estuvieron muy concurridas. A estos tres lugares podemos añadir un cuarto, la plaza Mayor, que este año ha acogido a la nueva muestra de Teatro Popular, que con la fórmula de poner comedias de toda la vida, de esas que hacen la vida alegre al público, han llenado todas las noches con un público maduro, que ya no está en edad de ir de botellón o a los conciertos de la Fuente la Niña.
Y de ese público quería hablarles. Yo estoy con el alcalde cuando dice que las fiestas de Guadalajara están en la calle, así que no estoy cuestionando ese modelo charanguero, que saca a 50.000 personas a las calles de Guadalajara durante el fin de semana, y en el que las peñas, sus carpas y verberas son las reinas del mambo. Pero, y lo dice un viejo peñista, nuestras fiestas son de trazo duro, hay que tener un cuerpo muy joven para soportarlas, y en la Guadalajara actual hay otro tipo de público, como se detecta en las encuestas, que no se reconocen ese modelo, y que aprovecha estos días para salir de vacaciones o marcharse al pueblo.
Creo que ha llegado el momento de dar satisfacción a este sector de vecinos, cada vez más numerosos, que demanda algo más que cha-cha-chay rock and roll. No hay que cambiar nada, simplemente aportar algo más. Tanto el éxito del teatro de la plaza Mayor como los monólogos de Leo Harlem, han demostrado que existe hueco para este tipo de público, más sereno y reposado. En realidad, siempre lo hubo y recuerdo la semana de teatro y revista que organizaba con éxito la familia Luengo en el viejo Coliseo. O mucho antes, en el teatro Liceo. No hay que inventar nada.
Lamentablemente, ya no hay teatro privados en Guadalajara, pero existe un teatro Buero Vallejo, dirigido por gente con experiencia, y que bien podrían programarnos una semana variadita a base de teatro, música, danzas, humor y monólogos. De pago, por supuesto, no habría que agrandar la bolsa de la concejalía de Festejos. Estoy seguro de que sería un éxito, y no por ello se iba reducir esa animación en la calle, de la que habla el alcalde. Y se repararía un agujero que tiene el modelo actual con miles de ciudadanos a los que tanta bulla no les pone.
Esto es lo que hay. Se me olvidaba: He echado mucho de menos esas noches en los Jardines del Infantado. Tampoco han tenido su alternativa.