Pedro Sánchez ha conseguido su cuarta prórroga del decreto de Alarma, pero con un mayor desgaste que en las anteriores. Hay que recordar que la primera vez fue apoyado por toda la cámara excepto por la extrema izquierda de la CUP, que en la más genuina tradición española no se irían con un gobierno de España ni a heredar. No lo saben, pero son unos españolazos de tomo y lomo, por aquello de su secular sectarismo totalitario.Y a esta tropa se han añadido esta vez ERC, Junts per Catalunya y Vox, siempre dispuestos a darnos lecciones de intransigencia y patriotismo barato. Pablo Casado, que había recibido de su entorno mediático y de gran parte de la militancia consejos para que votara en contra y diera una lección a Pedro Sánchez al final optó por la abstención. Pero Pedro Sánchez no solo no fue comprensivo con el dilema de Casado sino que equiparó la abstención con el voto negativo y fue más crítico con él que con el independentismo. Claro que eso lo hizo después de haber apañado una coalición de fortuna entre PSOE, Podemos, Ciudadanos, PNV, Más País, Coalición Canaria, PRC y Teruel Existe. Lo más noticioso: la postura de Inés Arrimadas, que harta de la irrelevancia a la que condujo Rivera a este partido por no haber leído bien el resultado de las elecciones envió el mensaje contrario: «Eh, que todavía existimos». Y como pasa en todo partido bisagra, cada vez que gira a un lado se marchan los que querían que lo hicieran en dirección contraria.
Pedro Sánchez se salvó otra vez por lo pelos y en el último minuto, como agonista de la política que es. Aunque Casado le puso varios ejemplos de cómo en Europa han podido afrontar la pandemia sin estados de Alarma, solo con emergencias sanitarias, parece claro que de aquí al lunes no había tiempo para experimentos. Sánchez salvó los muebles, pero no debería estar satisfecho de lo ocurrido. El día en que la Airef ha publicado unas previsiones económicas que corrigen a peor las del Gobierno, y Bruselas alerta sobre un desplome de la economía española, Sánchez se queda al pairo de una mayoría irrepetible formada por Podemos, Ciudadanos y el PNV -¡como para ir de boda!-, porque sus socios de la moción de censura le han advertido que ellos van a lo suyo, al process: «Ya basta», le espetó Rufián.
En el momento más crítico de España desde la guerra civil, con una economía que viaja por un túnel hasta diciembre que nadie sabe adonde conduce, Sánchez se permite el lujo de despreciar la abstención de Casado y seguir hablando de su «gobierno progresista», como si tuviera 176 diputados en las Cortes y España creciera al ritmo anterior al 15 de marzo.
¿Por cuánto tiempo el Estado Español puede seguir pagando 10,5 millones en prestaciones mensuales solo en Guadalajara y 1.789 millones de euros en toda España sin que los alemanes nos vuelvan a preguntar como en tiempos de Zapatero…?:¿Ustedes van a pedir el rescate o cómo han pensado financiar una deuda que escalará 20 puntos porcentuales, hasta el 115,6% del PIB?
Esto es lo que hay. Si uno no tuviera ya una edad es como para salir corriendo tras la armonía y patriotismo que se ha desplegado esta tarde en el Congreso.