En los primeros años de la democracia, el Ayuntamiento de Javier de Irízar editó un boletín municipal, Calle Mayor, cuando en Guadalajara los medios de comunicación se reducían a Flores y Abejas y Nueva Alcarria. El Partido Popular se posicionó claramente en contra, y cuando alcanzó el gobierno, el alcalde José María Bris, con gran coherencia, nunca quiso disponer de una prensa municipal. Tan escrupuloso fue Bris, que algunos folletos puntuales editados en sus mandatos sobre temas municipales, se hicieron con fondos propios del Grupo Popular. Nunca los pagó el Ayuntamiento. Es decir, los contribuyentes de la capital.
No hubo otras experiencias de prensa municipal hasta el gobierno en coalición de PSOE-IU, que sacó otro boletín, Tu ciudad, en la última parte de la legislatura. No le valió para mucho a su alcalde, Jesús Alique, a la vista del resultado electoral, aunque las críticas del Grupo Popular fueron furibundas. El PP siempre mantuvo que no es misión de un ayuntamiento meterse a editor de medios de comunicación, alegando que es ésa una tentación propia de la izquierda más intervencionista. Personalmente, siempre estuve de acuerdo con esos principios. Y escrito está.
El Grupo Popular municipal ha dado un giro copernicano frente a esos ideales, no sé si llamarlos liberales, con su decisión de constituir un emporio de la comunicación, que no solo recupera, con más medios, el boletín municipal de Irízar o Alique, sino que además agregará una WebTV y un portal digital con actualización diaria, en el que se incluirán noticias y reportajes oficiales. El trabajo técnico lo desarrollará un adjudicatario externo, bajo la dirección y supervisión de la Concejalía de Relaciones Institucionales. En la práctica, el Ayuntamiento de Guadalajara se convierte en el principal editor de prensa de la provincia.
No terminan aquí las rectificaciones. Por primera vez en la historia de Guadalajara, tanto el portal digital, pero especialmente el periódico mensual, con 37.000 ejemplares, admitirá publicidad, con lo que competirá directamente con los medios privados por una tarta de inversión publicitaria local, que se ha reducido a la mitad en los últimos cuatro años.
¿Motivos para este cambio de principios? El alcalde Román me dijo que ante la crisis en el sector de la comunicación, habían comprobado que muchas noticias de interés municipal no llegan a los vecinos.
No niego que la desaparición de medios locales en los dos últimos años conlleve una menor penetración entre la población. Pero en Guadalajara resisten todavía emisoras de radio y televisión, y algún periódico, aunque hayan reducido las platillas, y el hueco que ha quedado lo tratamos de llenar nuevos emprendedores, que ponemos mucho trabajo, algo de dinero, y una ilusión casi de ingenuos, por la que está cayendo. Pues bien, a partir de unas semanas los comerciales de estos medios privados se van a encontrar compitiendo en la calle con el agente del grupo de comunicación del Excelentísimo Ayuntamiento.
Frente al gobierno que fuera, siempre he defendido que cualquier incursión de los medios públicos en el mercado de la publicidad es siempre desleal. La razón es bien sencilla: si un medio privado pierde dinero a la larga tiene que cerrar. Un medio público puede hacer más atractivo su producto a costa del contribuyente y ahogar a la competencia ( editar esos 37.000 ejemplares en color), porque lo que pierda lo transforma en déficit, y con él se agranda la deuda consiguiente, que luego pagamos todos. ¿Le suena?
Estos atribulados tiempos que nos ha tocado vivir agrandan a mi filósofo de cabecera, Groucho Marx, quien ya nos dejó dicho: “Señor, estos son mis principios, pero si no les gustan tengo otros”.
¿Liberales? Según cómo, cuándo, dónde y para qué, amigo Marx.
Esto es lo que hay.