Me gustó el discurso que hizo ayer Dolores Cospedal en Molina de Aragón. En el acto de la refirma del convenio sanitario entre Castilla-La Mancha y Aragón lo enmarcó en un principio básico: “Que todos los españoles tengan exactamente los mismos derechos, las mismas libertades, y también las mismas obligaciones, con independencia de la parte del territorio nacional donde vivan, y éste es el caso de los vecinos de los municipios limítrofes del Señorío de Molina con las localidades de las provincias de Zaragoza y de Teruel”.
Así debería ser y cuando esto no sucede más de uno nos preguntamos si fue un acierto que las competencias sanitarias se transfirieran a las comunidades autónomas para mayor gloria del político de turno, que no del sufrido paciente. Porque “más allá de castellano-manchegos o aragoneses, somos todos españoles y, como tal, tenemos derecho a disfrutar de un sistema de salud de la misma calidad para todos”. (Cospedal dixit)
Así sucedía antes. Los vecinos del Señorío de Molina podían ser atendidos en centros sanitarios de Aragón, ya fueran de Calatayud, Zaragoza o Teruel, mientras que los del resto de la provincia acudíamos a los hospitales madrileños para alguna intervención o atención especializada de la que no se disponía en el hospital de Guadalajara. Mientras las autonomías españolas y el Estado tuvieron dinero no hubo mayor problema porque esos servicios sanitarios interautonómicos se pagaban mediante el fondo de cohesión. Pero estalló la crisis, el citado fondo se redujo a la mínima expresión, y cada autonomía decidió que había que ocuparse solo de sus habitantes, como si fueran nacionales de un estado soberano al grito de “los míos los primeros”. Y así pasó que como Castilla-La Mancha no tenía firmado ningún convenio que regulara este libre trasiego de pacientes por la “frontera” autonómica, pues nos vimos todos, no solo los de Molina, haciendo interminables viajes hasta lejanos hospitales de la región. Todos nos llevamos las manos a la cabeza al saber que enfermos de Alustante y de otros pueblos en la raya de Aragón tuvieron que hacer 1.000 kilómetros para ser atendidos en el hospital de Ciudad Real. ¿Pero qué engendro territorial hemos creado?, nos preguntamos.
Pues bien, la importancia del convenio firmado ayer es que como (Cospedal dixit) “se hace obligatorio ese uso y esa costumbre, que había antes de la firma, además de mejorarlo cuantitativa y cualitativamente”. Con este convenio ya no se deja la atención sanitaria a la buena voluntad de una de las partes, como sucedía hasta ahora, sino que forma parte de la Ley y además se regula el procedimiento. En los casos de atención especializada de segundo nivel, la remisión al hospital de referencia será gestionada dentro del Sistema Nacional de Salud. En cuanto a las situaciones de emergencia, serán gestionadas por la central de urgencias sanitarias que mejor y más pronto resuelva la situación y por lo tanto, habrá una comunicación más fluida, entre el 061 de Aragón y el 112 de Castilla-La Mancha. Además, el transporte sanitario no urgente será prestado preferentemente por la comunidad de residencia del paciente.
La consejería de José Ignacio Echániz ha hecho un buen trabajo del que se beneficiarán 26 municipios de Guadalajara, y en el caso aragonés 34 municipios de Zaragoza y Teruel. Como entrenamiento para la Champions League que le queda por librar le vendrá bien, porque solo en Molina quedan otros 8.000 usuarios de la sanidad públicas –entre ellos los vecinos de la ciudad de Molina—más los 250.000 del resto de Guadalajara y otros 100.000 de los pueblos de Toledo más próximos a Madrid que están reclamando lo que dijo ayer Cospedal en Molina: “El trabajo conjunto y el compromiso de ambas administraciones [por las de CLM y Aragón] nos permite difuminar los límites territoriales, porque más allá de castellano-manchegos o aragoneses, somos todos españoles y, como tal, tenemos derecho a disfrutar y a poder usar un sistema de salud que tiene que ser de la misma calidad para todos”.
El propio consejero de Sanidad ya nos ha dicho que el convenio con Madrid está más complicado, porque mientras con Aragón había una prestación mutua que permitía compensar los gastos, con Madrid nos sale siempre a pagar. Seguro, pero habrá que esforzarse más en articular toda esta colaboración, para llegar a “la mejor atención sanitaria, con la mayor rapidez y calidad” (Cospedal dixit), porque los usuarios no pueden seguir siendo los paganos del turismo sanitario al que ahora se ven sometidos. De lo que se trata por tanto es de que «queremos hacer realidad algo en lo que creemos muchos, que los acuerdos entre las administraciones en lo que más redundan es en beneficio de los ciudadanos y en avanzar hacia la cohesión y la equidad de la sanidad española”. (Cospedal dixit)
Como he escrito alguna vez, si el servicio más importante que me puede dar la comunidad autónoma es la atención sanitaria, y por su culpa me lo alejan: ¿Para qué demonios me sirve a mí y al paisanaje esta autonomía?
Sin acritud…Esto es lo que hay
P.D. ¿No les parece un poco raro que todos los diputados de la izquierda sean partidarios de que el aborto sea una decisión de la mujer en función de una ley de plazos y que absolutamente todos los de derecha tengan una visión restrictiva del mismo hasta el punto de querer impedir que una mujer con un feto malformado pueda abortar diga la madre lo que diga? Me gusta Estados Unidos porque allí nadie discute que las cuestiones que afectan a la conciencia y a la ética atañen al individuo, no a la moral grupal de partido de turno o confesión religiosa, y por ello cada legislador obra en consecuencia. Yo entiendo perfectamente que Antonio Román, que es democristiano hasta las cachas, no liberal, vote en conciencia una ley más restrictiva como la que nos ha preparado Gallardón. Pero de la misma manera en el PP hay otras sensibilidades, como la de Celia Villalobos, Núñez Feijoó o Morago –¿y Cospedal?, que optó por ser madre soltera, y me parece estupendo– que también deberían tener derecho a opinar y a votar en conciencia. En fin, que supongo que habrá que seguir dándole vueltas al asunto, porque no es fácil, y si ya es triste el tener que cambiar la Ley de Educación cada cuatro años, por falta de consenso, sería una tragedia que ahora se incluya la del Aborto como reclamo partidista.