Esta semana nos visitó el presidente nacional del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo y nos dejó dos respuestas al modo gallego sobre el blindaje del trasvase Tajo-Segura y el candidato del PP a la Alcaldía de Guadalajara.
Sobre el Trasvase Tajo-Segura, Feijóo reconoció que la cuenca cedente debe tener prioridad en el uso del agua y sin entrar en detalles repitió el mantra de que es necesario un pacto nacional por el agua y seguir políticas medioambientales serias. “Yo me apunto al pacto y no al conflicto”, remachó Fejijóo; y yo no puedo estar más de acuerdo con él. Pero en tanto llega ese pacto, de saque, su grupo parlamentario nacional se posiciona claramente en favor de los regantes del Tajo-Segura, presentando una moción que en la práctica supone un blindaje del trasvase más allá de la situación real que presente la cabecera del Tajo en el complejo Entrepeñas-Buendía. Y claro, como alcarreño tengo que protestar: ¿Pero no habíamos quedado en que la cuenca cedente debe tener prioridad para el agua y que había que pactar y no enfrentar? ¿Esa es la manera de pactar que entiende el Grupo Parlamentario del PP en el Congreso, dar la razón de entrada a una de las partes, la que no quiere que se reduzca el caudal trasvasado al riego en beneficio del caudal ecológico del Tajo? Una postura respaldada por el PP de la Comunidad Valenciana, Murcia y Andalucía, comunidades beneficiarias y que multiplican en escaños a Castilla-La Mancha, y no digamos específicamente a las provincias más afectadas: Guadalajara y Cuenca
No, señor Feijóo, le alabo su intención de proponer ese pacto nacional del agua, que yo tantas veces he defendido en este blog, pero le tengo que recordar que desde que Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) tumbó el trasvase del Ebro en tiempos de Zapatero, y que ciertamente habría desahogado al Tajo, en España solo existe un trasvase interterritorial, que se llama Tajo-Segura, lo que es un agravio para esta Castilla a la que vacían sus cuencas y sus pueblos para satisfacer las necesidades de territorios más desarrollados; y con más influencia electoral . He aquí el quid de la cuestión.
En la cuenca cedente estamos hasta el gorro de oír reivindicar planes nacionales que por fa o por nefas no cuestionan los trasvases del Tajo-Segura y cuando se da un mínimo paso para poner algo de racionalidad en el caudal ecológico, en el levante lo quieren blindar y el PP nacional asume una reivindicación regional como si fuera nacional. Pues no lo es. ¡Tráigannos primero ese pacto nacional del agua y luego seguimos hablando! Porque Guadalajara también existe, aunque ni tan siquiera reconozcan la singularidad rural de la provincia, porque menos de un tercio de ella tiene un desarrollo industrial. Sigo por tanto siendo muy pesimista sobre este asunto, como escribí recientemente.
Nos dejó también Feijóo un crucigrama cuando le preguntaron por el candidato a la Alcaldía de Guadalajara. En el mes de octubre, el PP manejaba como principal candidato a Alfonso Esteban Señor, el actual secretario provincial y portavoz en la Diputación. Esteban parecía contar con el aval de la dirección provincial de Lucas Castillo, de la que forma parte como número dos, y de los dos principales dirigentes del partido en la región, su coordinadora regional Ana Guarinos y el presidente regional Paco Núñez, si bien estos apoyos nunca se expresaron de forma pública. Esta semana Feijóo abre el abanico al decir una obviedad, que el objetivo es ganar la capital y enfatiza en que “se propondrá al candidato o candidata que tiene más posibilidades de ganar”. Feijóo dejó claro que él no tiene candidato y emplazó al PP de Guadalajara a responder a una pregunta: “¿Quién puede ganar la Alcaldía” y cuando lo tenga claro “proponerlo al ejecutivo nacional para tomar una decisión”.
El meollo de la cuestión es cómo sabrá el PP cuál es el candidato que tenga más posibilidades de llegar a la Alcaldía y a mí solo se me ocurre una fórmula, prescindiendo de la brujería, las primarias y la bola de cristal: recurrir a la demoscopia y a las encuestas serias en las que se testa sobre la popularidad de un candidato y su comparativa de éxito con otros alternativos. En esta modalidad, se podría abrir la puerta a algún candidato independiente conocido por su profesión (aunque a los militantes de los partidos no les gusta esta solución) o al mismo senador Antonio Román, si decide declararse disponible, y que tiene una ventaja y un inconveniente: la ventaja es que como ex alcalde es un político muy conocido (en los trabajos demoscópicos, el grado de conocimiento del alcalde de Guadalajara está por encima de cualquier otro político regional, solo comparable al presidente de la Junta); el inconveniente es que ya perdió unas elecciones frente a Alberto Rojo, que repite como candidato, y se marchó al senado. Pero estamos ante unas elecciones abiertas donde, en mi opinión, la clave es qué pasará con los tres ediles que actualmente tiene Ciudadanos.
En fin, que Feijóo nos dejó un crucigrama con la Alcaldía, y cuya resolución tampoco puede esperar mucho más. De momento, esto es lo que hay.