Emiliano García-Page ha perdido una ocasión estupenda para acomodarse a los nuevos tiempos de austeridad y regeneración de valores morales entre nuestra clase política, pidiendo a su grupo parlamentario que votara a favor de suprimir las prebendas que se instauraron para los ex presidentes autonómicos en Castilla-La Mancha.
Seguro que lo ha pensado, pero al final no se ha atrevido, porque en la práctica suponía respaldar la moción de Cospedal para quitarle a Bono su oficina de representación de Toledo, las dos secretarias y el chófer. Que pagamos todos los residentes en esta comunidad autónoma. Pero sucede que García-Page está últimamente más próximo a Bono que a Barreda, que anda por ahí en alianza con Tomás Gómez y los chaconistas en busca de las tablas del nuevo socialismo. A su edad.
En política las cosas llevan sus tiempos. Y lo que se demuestra con esta inhibición es que García-Page cree que todavía no ha llegado el momento de soltar el lastre que le ata con un pasado, del que no puede renegar, pero también acomodar a las exigencias de la sociedad, que está de uñas con la clase politica.
Sospecho lo que pensaban los parlamentarios que aprobaron esta Ley en 2003, en tiempos de bonanza. Que los caudales de las comunidades autónomas eran infinitos, y como lo que se trataba era de montar un estadito yuxtapuesto en cada una de las 17 comunidades autónomas, si los ex presidentes de España o de Estados Unidos, tenían una oficina de representación, no iba a ser menos el presidente de Castilla-La Mancha. ¡Ahí es nada mi brigada!
Pero llegó la crisis y lo primero que demostró es que las finanzas de las autonomías españolas son castillos en el aire, por el hundimiento de la recaudación.
Y en una economía tan arruinada como esta, que para cumplir con los objetivos del déficit, Cospedal ha tenido que traspasar todas las rayas rojas, como en su día escribió el The Wall Street Journal, no se puede permitir el lujo de gastarse 160.890 euros anuales, para pagar a Bono la oficina, el chófer y las dos secretarias.
El señor Bono tiene el suficiente patrimonio personal para disponer de una oficina digna con su rango. ¿A que sí, don Emiliano?
Pues eso. Empiece a pensar en volar solo. Porque hay piedras que son difíciles de llevar.Esto es lo que hay