Las elecciones en la comunidad autónoma vasca alejan un poco más al País Vasco del resto de España. Aunque con matices. Es una malísima noticia que después de 44 años de autonomía, el soberanismo en su conjunto haya obtenido más escaños que nunca, 54 diputados, las tres cuartas partes del parlamento de Vitoria, lo que indica que la propaganda nacionalista y antiespañola está calando en el electorado que se quedó en Euskadi, después de que unos 200.000 vascos se marcharon de su territorio en los años de plomo de ETA; una gran anomalía democrática que aun se arrastra. La independencia a plazos parece que funciona, y va ganando terreno, porque a los separatistas les va bien. Han descubierto que el independentismo es mejor negocio que la independencia, porque te permite tener lo mejor de ambos mundos. El País Vasco -y Navarra-, tienen un sistema fiscal privilegiado, con unos conciertos económicos que les exonera de contribuir con el funcionamiento del Estado y las políticas de solidaridad, como lo tiene que hacer la comunidad de Madrid, y al mismo tiempo gozan de una autonomía política casi total, porque el Estado apenas tiene presencia en el País Vasco. Una relación confederal en la práctica, aunque la Constitución no lo contemple, que les permite compaginar su soberanía con la pertenencia a la Unión Europea y al mundo libre; y con la tranquilidad de formar parte de un estado que les garantiza, por el momento, cobrar todos los meses sus pensiones, aunque por sí solo el sistema es cada vez más deficitario en Euskadi por el envejecimiento galopante de su población.
No sé si veremos una Euskalerria independiente, y si de este procés se cansarán antes ellos o el resto de los españoles. Pero el resultado de estas elecciones no invita al optimismo. Especialmente por EH Bildu, que ha conseguido el 32,5% de los votos, su mejor resultado histórico, sin que su candidato haya tenido necesidad de condenar el terrorismo de ETA, simplemente un “ciclo político” en la boca del triunfante Otxandiano, que dijo en la noche electoral: “Vamos por buen camino y rápido”, mientras era felicitado por Otegi y por David Pla, el último jefe de los terroristas de ETA, simplemente una “banda armada” para el candidato a Lehendakari. Ninguna preocupación porque tal subida no les permita gobernar, porque ahora no es esa su prioridad. Antes necesitan absorber a Navarra en el País Vasco, proceso que les recuerdo sí sería constitucional, y para ello necesitan algo más que la alcaldía de Pamplona, que Sánchez les entregó a cambio de su respaldo parlamentario. Aparentemente, el PNV aguantó el tirón al poder repetir su gobierno de coalición con el PSE-PSOE, pero ha perdido 4 escaños y todo hace pensar que los herederos de Batasuna acabarán ganando este partido en la prórroga. Es así, porque Bildu ha captado la mayor parte del voto joven de izquierdas, después de varias legislaturas de blanqueo y desmemoria histórica. Bildu es un partido progresista y democrático “como el que más”, dijo Óscar Puente, el nuevo pensador del sanchismo; y los jóvenes vascos se lo han creído. Los socialistas vascos han ganado 2 escaños y podrán repetir como muleta de los jetzales del PNV en el gobierno vasco, y que estos apoyen a Sánchez en lo que haga falta para seguir en La Moncloa. El PP ha tenido una ligera pero insuficiente mejora con el diputado que ha ganado, el séptimo, pero su 9,2% es un chiste comparado con el 23,1% del año 1999. Sumar y Vox con 1 escaño son una anécdota y el 0 de Podemos una muestra más de la alocada estrategia de confundirse con Bildu hasta el extremo de que su electorado prefirió el original a la copia. Esto es lo que hay: pero lo peor es lo que vendrá.
AUTOBUSES INDIGNOS.- El servicio de autobuses de Alsa terminó su concesión hace justamente un año. Pero el anterior equipo de gobierno no sacó el nuevo pliego, porque debió pensar que mejor no meterse en líos en un año electoral, así que se prorrogó el contrato. Los que han venido todavía no se han metido en harina, porque ya sabemos que cualquier nuevo pliego es un quebradero de cabeza, pero para eso los eligieron. ¿Y de momento qué pasa? Que se sigue funcionando con los viejos autobuses para desgracia del usuario: los asientos sufren cada vez más deterioro y la mayoría de las pantallas en las paradas no funcionan. Con lo cual no sabemos a qué hora vendrá el autobús, si en cinco minutos, media hora o cuando Euskadi celebre su referéndum de independencia, con Sánchez como presidente de la República.