Díganme si no es para comer cerillas. Todo el foco del Comité Federal -¿o debería llamarse ya Confederal, por el PSC?- del PSOE, celebrado este sábado, estaba puesto en el acuerdo al que llegaron el PSOE y ERC para investir a Salvador Illa presidente de la Generalitat con un programa claramente nacionalista (ver el asunto de la política lingüística en la que el PSOE asume el discurso de ERC, que pasa por anular el bilingüismo y expulsar al castellano de la administración y las aulas catalanas).
Pues bien, después de no sé cuantas horas de reunión, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ocultó al órgano máximo entre congresos del partido, qué demonios se ha firmado con los separatistas y a qué se compromete el PSOE y el Gobierno de España. Bien que se lo habían pedido barones como Emiliano García-Page [«Yo todavía no he visto un documento firmado, y si me lo dan, como creo que sé leer con 56 años, a mí no me hace falta que me estén dando explicaciones terminológicas de que si esto es esto…”] Al final no hubo publicidad sobre tal documento, del que solo conocemos parte de la música (y me suena inconstitucional) que nos ha tocado el orfeón de Marta Rovira, con lo que el debate sobre la financiación singular (privilegiada) de Cataluña es sencillamente estúpido. No se puede debatir sobre rumores. Pero los estrategas de Sánchez tienen muy clara una cosa: al no haber publicado el acuerdo, sus dos firmantes, PSOE y ERC, pueden decir sobre los compromisos adquiridos una cosa y la contraria; sin que se les caiga la cara de vergüenza.
Pero esto es lo que hay: el señor Sánchez ha decidido no dar publicidad a un documento que afecta a todos los españoles y a todas las autonomías, menos País Vasco y Navarra, y en el Comité Federal no le mandan al corral. Lo que cabe preguntarse es para qué van.