Entre los acuerdos de la Unión Europea con Donald Trump, que ahora casi todos desprecian, en un vergonzoso ejercicio de hipocresía (como si Úrsula Von der Leyen actuara al margen de los jefes de Gobierno de la Unión), se encuentra el compromiso para que el gas que compramos a Putin ahora se adquiera a Estados Unidos. El consumo de gas para generar electricidad en el ciclo combinado se ha incrementado en España el 41,2%, desde el apagón, pero solo en junio, el incremento ha sido del 157%. Las importaciones del gas natural licuado desde Estados Unidos han subido en España en el primer trimestre el 79%. USA reemplaza así a Rusia como segundo proveedor y supone el 31% del total. En cifras globales, el compromiso europeo de comprar energía a USA asciende a 750.000 millones de dólares, hasta 2028, lo que supone triplicar las compras actuales.¿Van a ser estas compras competitivas?. La previsión de José Carlos Díez, profesor de Economía de la Universidad de Alcalá, es que la gasolina subirá entre 13 y 15 céntimos el litro, el gasoleo entre 13 y 15 y el gas de 40 a 52 euros m/3.
Estos datos son lo suficientemente elocuentes sobre la situación a la que se ve abocada la Unión Europea, que paga un error histórico por la decisión del gobierno de Ángela Merkel de cerrar sus centrales nucleares y ponerse en manos de un dictador como Putin como proveedor de gas, con las consecuencias por todos conocidas. Ahora se quiere dar marcha atrás, pero solo parcialmente, porque salvo Francia, autónoma gracias a su parque de centrales nucleares, el resto de naciones van a tener que pasar por el aro de Trump. Y luego se quejarán de que Von der Leyen se humilla ante el presidente americano, cuando lo cierto es que los gobiernos europeos no son capaces de ponerse de acuerdo en nada(desde el comercio a la inmigración) y hay una absoluta falta de liderazgo. Hasta el punto de que Macron, el único que parece reaccionar (Sánchez ni está ni se le espera), lo hace con decisiones muy peligrosas, como es pretender negociar unos aranceles aparte solo para los vinos franceses.

En este escenario de debilidad y colapso europeo, España parece dispuesta a rizar el rizo de cumplirse un calendario de cierre de nuestros reactores nucleares (los que con el ciclo combinado dan estabilidad a un sistema dominado por las renovables, una energía que depende de la naturaleza), que empezarían en 2026 con la clausura del primer grupo de Almaraz y terminaría en 2035 con el de Trillo. Iberdrola es la compañía mayoritaria en la propiedad de ambas centrales y su presidente, Ignacio Galán anunció en una reunión con analistas que “si no hay cambio en la legislación no podremos solicitar la ampliación”, refiriéndose a la licencia de actividad de Almaraz, aunque el aviso valdría también para la de Trillo. Como hemos comentado muchas veces, las empresas propietarias de las centrales se consideran maltratadas por la fiscalidad (disuasoria) tanto estatal como de algunas autonomías hacia la industria nuclear, y aseguran que según su contabilidad están perdiendo dinero en este negocio. Todo lo más: cambian ingresos por gastos; y eso en el mundo empresarial es perder. El panorama internacional hace más fuerte la posición de estas eléctricas para modificar la alta fiscalidad de su sector, pero no va a ser fácil. El sector PSOE del Gobierno, con su ministra Sara Aagesen a la cabeza, parece más dispuesta a replantearse dicho calendario de cierre, pero no se manifiesta sobre una posible rebaja fiscal y se limita a decir que el recibo eléctrico no puede subir. El sector minoritario del Gobierno, lo que queda de Sumar con Yolanda Díaz a la cabeza, no ha abandonado su rancio dogmatismo de “nucleares no”, y advierte que el pacto de Gobierno incluye ese calendario de cierre de los reactores nucleares, prescindiendo de que la Unión Europea ha cambiado su criterio sobre la energía nuclear por no emitir C02 a la atmósfera. Y en esas estamos: lo que pase con Almaraz el próximo año es lo que muy probablemente ocurra con Trillo en 2035 y será el retrato de un país incapaz de legislar para dotarse de más autonomía, y en el que a nuestros progres no les importa recibir el abrazo del oso de Trump con tal de regodearse en sus atrabiliarios principios. Pero esto es lo que hay.
SIN SUELO NO HAY VIVIENDA.- En post anteriores escribía sobre el principal problema que tiene la ciudad de Guadalajara, aunque apenas se hable: la falta de suelo residencial calificado. Días atrás se ha referido a ello el presidente de la Asociación Provincial de Empresas de la Construcción, Emilio Díaz, quien reconoce que hay una importante actividad constructora, pero que cuando se acaben las obras que se están haciendo todo se paralizará por la escasez de suelo. El motivo: el tiempo que se tardará en hacer la modificación del POM, ya en marcha. “No hay que perder ni un día en esta tarea”, suplica el presidente de los constructores. Yo añadiría que tal iniciativa debería haberse tomado en el anterior mandato municipal, pero se dejó a un lado -porque son otras fiestas las que dan votos en la política populista que nos envuelve- y ahora todo se ha complicado desde que los madrileños han multiplicado las compras de vivienda en Guadalajara, hasta el punto de que son los principales demandantes. Y así está sucediendo: que Guadalajara está entre las ciudades y provincias que más crecen de España, porque se genera empleo (lamentablemente más en los servicios que en la industria, que nos abandonó), pero luego la gente (una gran parte inmigrantes) no tiene donde vivir.
LA FRASE: «Corrupción sistémica e ineficacia en la gestión es el resumen que el poder trata de de maquillar con cifras de crecimiento macroeconómico considerables que no logran ocultar el descenso de la capacidad adquisitiva de las familias y la ausencia de un proyecto nacional fiable». JUAN LUIS CEBRIAN, periodista.


