Las Ferias de Guadalajara hace 50 años, celebradas a finales de septiembre (fue mucho más tarde cuando se adelantaron en el entorno de la Patrona) coincidieron con el último ayuntamiento nombrado por el régimen franquista, presidido por el médico odontólogo Antonio Lozano Viñés, que introdujo algunos cambios, apenas perceptibles, que se fueron ampliando en años posteriores con la llegada de la Transición, primero con Agustín de Grandes como alcalde y finalmente con la primera elección democrática en la persona del socialista Javier de Irízar.
Las Ferias de 1975 tenían ya un movimiento peñista incipiente ( ya he contado en otro post que en ellas se gestó una atenuada protesta contra los últimos fusilamientos del franquismo, que llegaron en plenas Ferias), ya que el gobernador civil Pedro Zaragoza por lo menos las toleró, y estas quisieron hacerse visibles en el desfile de carrozas. Consiguieron que el Ayuntamiento les financiara una carroza, pero con tan mala suerte que se rompió y no pudo acabarlo con el disgusto de los peñistas. También fracasó el Ayuntamiento con su II Certamen de Teatro, que se tuvo que suspender porque se convocó tarde y no tuvo acogida. Sí tuvo un gran éxito el II Festival Internacional de Guadalajara, con el ballet de Antonio Gades, militante del clandestino PCE, como gran protagonista.

Por lo demás, las Ferias siguieron con el protocolo del régimen y el Ayuntamiento nombró Reina de las Fiestas a la señorita Paz Campano Mendaza, hija del teniente general Ángel Campano, capitán general de la Primera Región Militar y a la que pertenecía Guadalajara. Esto fue aprovechado por los excombatientes de la División Azul para darle un homenaje en el que el jefe local, Ángel Sánchez Canalejas, recordó su paso del militar por la División Azul. Este le contestó prometiéndole que “no se habían arriado ni se arriarían las banderas de nuestra soberanía y nuestra independencia, por mucho que sea la campaña que desde el exterior pretende orquestarse contra España”, en alusión a las protestas que en toda Europa siguieron a los fusilamientos de miembros de ETA y el GRAPO. También hubo una recepción en honor del Jefe del Estado en el Gobierno Civil y se pusieron trenes gratis para acudir a la manifestación en apoyo de Franco ante el palacio de Oriente.
Desde los años de la Transición, las “reinas hijas de…”, normalmente de ministros y altas personalidades del régimen, empezaron a elegirse entre las representantes de los barrios de Guadalajara, en lo que se consideró una democratización de esa figura, que acabó siendo abolida con el paso de los años al considerarse de sesgo machista.
Por lo demás, el calendario festivo fue mucho más reducido que el actual. Todavía no había encierros ni vaquillas, y la Feria Taurina estaba compuesta por tres festejos, uno menos que 50 años después, en eso hemos progresado lo justo. El triunfador fue Ángel Teruel. Torearon, pero mal, Paquirri, Paco Alcalde y Roberto Domínguez; y Rafael de Paula al menos estuvo discreto y no dio la espantá. En la corrida de rejones, la locura, con 10 orejas y 1 rabo para los Peralta, Lupi y compañía. En deportes, lo más destacado fue el XIII Circuito Alcarreño de Velocidad, con televisión en directo, un circuito urbano que se corría en las calles del polígono de El Balconcillo, acondicionado con 5.000 balas de paja, y que un año más ganó el gran Ángel Nieto. El joven Ricardo Tormo tuvo un accidente en la carrera de 250 cc. y acabó en el sanatorio. Hubo una velada de boxeo en Ferias con el local José María Calvo como gran triunfador. Y el concurso hípico, que se celebraba en el Pedro Escartín, siguió teniendo una gran acogida de público y con apuestas de escaso rendimiento.
Un año más, los espectáculos más populares fueron de programación privada, por el buen hacer de la familia Luengo y su gran Teatro Coliseo. Por allí pasaron, durante la semana grande, Juanito Valderrama, Dolores Abril, Andrés Pajares, Paco Martínez Soria, Zori, Santos, Esperanza Roy, Quique Camoiras, Viky Santel y Luis Calderón, Rafael Acos y Silvia Tortosa o Ana Mariscal. Una combinación de teatro, revista y musical, con lo mejor de la cartelera de la época y que se echa de menos en estos tiempos en que la actividad del Buero se suspende durante las Ferias. Y todo está en la calle.
Cuentan las crónicas que hizo buen tiempo, por lo que las Ferias tuvieron un gran seguimiento de público, aunque nada comparable a la Guadalajara actual de casi 100.000 habitantes. Por último, se avanzó que esas podrían ser la última Feria en el ferial de La Concordia, porque el parque iba a ser objeto de una importante remodelación y habría que buscar otro sitio. El cambio de recinto ferial tardó más de lo esperado -aunque la citada reforma de la Concordia fracasó, afortunadamente- y no fue hasta la etapa de Irízar en que se empezó a utilizar el recinto de Adoratrices tras un acuerdo con las monjas. Lo que nadie podía imaginarse es que cincuenta años después algunas atracciones volverían al parque de La Concordia, después de la decisión de no volver a utilizar el recinto junto al outlet de El Corte Inglés, por considerarse alejado del casco urbano; o que en el ferial de Adoratrices volvería a instalarse la Noria, los caballitos y los puestos de morcillas. Un revival en toda regla el que hemos vivido en los últimos años con las Ferias de Guadalajara. Pero esto es lo que hay.
LA FRASE: “Cierro los ojos y veo a un pueblo creando y recreándose en una nueva Guadalajara y encima de todos veo a Dios como una infinita bóveda, bajo la que estamos todos cobijados, amparados y protegidos en nuestras ilusiones”. ANTONIO LOZANO VIÑES, alcalde de Guadalajara en el saludo del programa de fiestas de 1975.


