La actual consejería de Sanidad o no sabe explicarse o es que no tiene claro lo que va a hacer y por eso no sabe explicarse. Hablo, claro, del convenio sanitario con Madrid. En un primer momento, se dijo que se quería revisar en lo que atañe a la provincia de Toledo (diferente al de nuestra provincia, porque incluye toda la asistencia especializada en los vecinos hospitales de Aranjuez y Parla), pero que en la parte que afecta a Guadalajara no habría problema porque los cuatro hospitales asignados son públicos de verdad. Luego, en sede parlamentaria, el consejero Julio Fernández ya me empezó a dar qué pensar cuando vino a decir que la atención de los guadalajareños en los hospitales de Madrid debe de ser como la de sus paisanos de Ciudad Real, que cuando van a los hospitales madrileños no pagan por ello. La comparación no cuela: en aquel caso estamos hablando de una intervención urgente y puntual, que se produce cuando no hay esa especialidad en los hospitales del Sescam cercanos, mientras que con Guadalajara es una atención continuada –y en las mismas condiciones que cualquier usuario madrileño- en siete importantes especialidades (neurocirugía, cirugía cardíaca, cirugía pediátrica y afines, neonatología, medicina nuclear y cirugía torática) de las que se carece en el hospital de Guadalajara, y que de lo contrario nos obligaría a largos viajes hasta hospitales que pueden estar a más 300 kilómetros del lugar de residencia del paciente. Tampoco me ayudó mucho a clarificar la situación que el mentado consejero contestara otro díacon que la asistencia de los guadalajarareños “está garantizada”, porque es obvio que la asistencia de cualquier ciudadano europeo está garantizada en cualquier país de la Unión. Yo me voy a Finlandia, y mi asistencia estará tan garantizada como en un hospital de Ciudad Real; no tendría que pagar por ello, caso distinto es si me ocurriera un contratiempo en Estados Unidos y no tengo seguro.
Pero si el consejero Fernández ha ido oscureciendo su mensaje sobre el convenio con Madrid a medida que han ido pasado los meses, si bajamos un escalón la confusión es mayor. Las explicaciones que dio a los periodistas en Guadalajara su director general de Calidad, Rodrigo Gutiérrez, son un galimatías, y como están tan sujetas a intrepretaciones casi mejor que ustedes la lean y las juzguen. A cada explicación de los portavoces de esa consejería se sucede una nueva duda, por lo que no es de extrañar que, al final, cada cual saque sus propias conclusiones y dependan de donde sople el viento. Y así, lo que en el PP es una muestra “evidente” de que Page y Fernández “mienten” y quieren liquidar el convenio con tal de que pasen las elecciones, para la plataforma de la Sanidad, que integran partidos de izquierda y sindicatos de clase, todo eso es puro “alarmismo”, porque no se corresponde a una situación real.
Esta ceremonia de la confusión, me temo, va durar durante la campaña electoral, así que en estos casos lo que procede, para no liarnos, es retirar la hojarasca que muchas veces impide ver el bosque. Y esto es lo que veo:
Punto número uno: lo único que ahora garantiza la asistencia de los ciudadanos guadalajareños en los hospitales de Madrid es que se mantenga el actual convenio. Si se denunciara, o se dejaran de hacer frente a las obligaciones de pago previstas, se podría resolver en tres meses por cualquiera de las partes (Madrid o Castilla-La Mancha), con lo cual volveríamos al turismo sanitario que hemos sufrido especialmente en los últimos cuatro años. No hace falta extenderme en las consecuencias de una indeseable ruptura unilateral del convenio, porque cada cual conoce a un pariente, un vecino o un amigo que te puede contar mil y un detalles de personas que han tenido que levantarse a las cuatro de la mañana para llegar a una consulta a un hospital de La Mancha, o que ante la hospitalización de un hijo se han tenido que alquilar un piso en Toledo durante meses. Cuando el Cercanías entre Guadalajara y Madrid tiene 36 expediciones solo entre las 5 a las 14 horas.
Punto número dos: Es lícito que el gobierno regional quiera que los fondos de cohesión paguen todo o parte de lo que cuestan los servicios que la comunidad de Madrid presta a los residentes en Castilla-La Mancha. ¡Pero ojito, mientras eso no deja de ser una aspiración, que depende del gobierno del Estado y del conjunto de las autonomías, romper o mantener este convenio sí es una decisión que depende exclusivamente de Castilla-La Mancha! Y mientras no tengan algo mejor, el gobierno de Page cometería un error histórico liquidando este convenio, porque sería volver al turismo sanitario al día siguiente . Tengo escrito que tal y como van las cosas en este país, donde las autonomías cada día quieren ser cada vez más autosuficientes, los fondos de cohesión van a menos, porque se basan en una cualidad que afloja en España: que es la solidaridad entre las regiones. Pero si el gobierno de Page quiere intentarlo con el gobierno central que venga, le deseo mucha suerte! ¡Yo también juego todos los viernes al cuponazo, aunque jamás me ha tocado algo más que el reintegro! Pero no hagamos demagogia diciendo que lo de ahora es como pagar dos veces por un mismo servicio. Porque si a un niño de Guadalajara le hacen una cirugía cardiaca en La Paz, y la comunidad de Castilla-La Mancha corre con el gasto – porque la Sanidad está transferida en España-, se estará evitando el desembolso si tuvieran que hacerlo en un hospital de Albacete; o de Toledo. ¿O es que allí operar nos sale gratis?
Punto número tres: Una autonomía que provoque el alejamiento de los ciudadanos de la sanidad especializada es una autonomía que no sirve; no es útil. Y a partir de tal evidencia se desencadenarían otras consecuencias en la relación de Guadalajara con Castilla-La Mancha que hoy prefiero no abundar sobre en ellas. Por todo ello, confío en que García Page, al que siempre he tenido por un político pragmático, no caiga en esa concepción nacionalista de la sanidad, que pone antes al sistema que a las personas. Hay veces que es necesario subrayar lo obvio: lo que menos importa al ciudadano es que el hospital en el que le atienden sea del sistema de salud de Madrid o del de Castilla-La Mancha; lo que exige es que sea de calidad y que esté lo más cerca posible de casa.
Punto número cuatro: no deja de sorprenderme de que se esté insistiendo todos los días en lo “caro” que nos sale el convenio, unos 60 millones al año, cuando daría un servicio de proximidad a más de 350.000 personas en las provincias de Guadalajara y Toledo. Y mientras tanto se repare tan poco en que nos gastemos casi 40 millones de euros en una televisión autonómica que tiene un share penoso, y cuando hay ya una televisión pública dependiente del Estado. ¿Que dirían los ciudadanos si les preguntaran de estas prioridades?
Y punto quinto: ¡Qué tacaños son en Toledo cuando se trata de Guadalajara! Están dando la apariencia de que el convenio pudiera afectar a la estabilidad financiera de toda la región –aunque todos sabemos que esta deviene de un injusto sistema de financiación–, y se olvidan de la generosidad que hubo a la hora de tomar otras decisiones. Mucha gente desconoce que mientas que en Ciudad Real, con medio millón de habitantes, hay cinco hospitales públicos y todas las comarcas tienen su hospital de proximidad -¡que me parece bien!- en Guadalajara con 250.000 habitantes solo tenemos uno, y ya estaba construido en aquellos infaustos tiempos del centralismo cuando la sanidad dependía del Estado, y no había fronteras autonómicas. Pues bien, llevamos desde 1982 con estatuto de Autonomía, y la única obra de envergadura que han hecho en el Hospital Universitario de Guadalajara es un aparcamiento. Ni tan siquiera sabemos a estas alturas, ni cómo va a ser la ampliación del hospital, ni cúando se hará, ni para qué. ¡Pero eso sí, hay que tener mucho cuidado no sea que este convenio con Madrid para asegurarnos la asistencia en los hospitales de La Paz, Ramón y Cajal y Puerte de Hierro en siete especialidades vaya a llevar a la ruina a la Autonomía entera!
Esto es lo que hay. Por hoy.