Días atrás la senadora socialista Riansares Serrano constataba lo que es evidente: que nadie construye en la parcela de los nuevos juzgados, después de que hace cinco meses se pusiera la primera piedra en un acto que, como se acredita, fue puramente electoral. De hecho, los Presupuestos Generales del Estado de 2016 apenas incluyen una partida de 1.900.240 euros de un total del proyecto de 15,2 millones de euros. Y la previsión más optimista que desde el ministerio de Justicia se manejaba entonces es que el edificio pudiera entrar en funcionamiento en 40 meses, hacia 2019, siempre que no hubiera retrasos en las sucesivas adjudicaciones.
A la vista está de que esta previsión optimista era incluso demasiado optimista para lo que es la cruda realidad (ningún obrero cogió luego la pala con la que el señor ministro de Justicia y acompañantes se hicieron la foto protocolaria de la primera piedra), me voy a permitir el lujo de ser políticamente incorrecto y reconoceré que casi me alegro de que no hayan empezado, porque este proyecto para la ciudad de Guadalajara es un disparate. Así de claro.
Yo comprendo a los trabajadores de los juzgados cuando protestan ante la mala situación de un suelo que al parecer desprende algunas sustancias susceptibles de ser inflamables, o por las deficiencias en la ventilación. Entrendo también a la Fiscal Jefe de la Audiencia Provincial de Guadalajara, Dolores Guiard, que ha pedido varias veces que el nuevo edificio de los Juzgados de Guadalajara “se construya lo antes posible» en base a la creciente población de una provincia frontera con Madrid que demanda una Administración de Justicia.
Yo participo de ambos deseos, pero confío en que ellos me entiendan también a mí, y como vecinos que lo son de esta ciudad permitan que a la a la vez me pregunte: ¿Qué vamos a hacer con ese edificio lisiado cuando se marchen los juzgados? ¿Cómo repercutirá dicho traslado en la actividad comercial en el casco antiguo, que en esa zona anima en gran medida el funcionamiento de los juzgados? ¿Es normal que nos metamos en dibujos sobre nuevos juzgados cuando hay en Guadalajara edificios históricos, que se están cayendo y que son de titularidad pública? El Fuerte de San Francisco mismamente, que dio buenos dividendos a la Junta de Comunidades con la venta de los terrenos, que el Ayuntamiento recalificó en urbanizables, aunque luego ha incumplido sistemáticamente el convenio que firmó para mantenerlo en buen estado.
Comprendo perfectamente que funcionarios de la justicia, fiscales y jueces (no sé ya qué opinarán abogados, procuradores y usuarios sobre tener que acudir a una ubicación que estaría en medio del campo) sobre la mejora que supondrá para su trabajo unos nuevos juzgados en los que no solo tuvieran cabida los órganos jurisdiccionales que actualmente actúan en Guadalajara sino que también los que pudiera venir en un futuro.
Pero si fuera edil del Ayuntamiento de Guadalajara, y no ya digamos alcalde, tendría una espina clavada por una solución que a corto plazo será buena para la Justicia de Guadalajara, pero a medio plazo agrava aun más la sostenibilidad del propio casco. ¿Se imaginan, vacío, el actual edificio de los juzgados, cuánto tiempo tardaría en dar trabajo a los modernos juzgados por la acción de los expoliadores? ¿Cómo se degradaría el barrio por no dar una solución urbanística a un problema que también es urbanístico? ¿De qué nos vale hacer nuevos Planes de Ordenación Municipal cuando no hemos sido capaces de cuidar el patrimonio público que tenemos en solares y edificios?
Esto es lo que hay. Parece que somos incapaces de resolver un problema sin crear otro.
CODA 1: «La educación en Castilla-La Mancha lleva el color rojo, el color rojo del Partido Socialista». Es una frase, claro, ¡pero qué frase! La pronunció la actual consejera de Educación y Cultura, Reyes Estévez, hostigada por el portavoz de Podemos José García Molina, después de pedirle su dimisión, y la consejera se descolgó con esta perla para congraciarse con la bancada socialista. Si algo así se le ocurre al citado Molina, le calificamos de leninista para arrriba. Y si hubiera salido de la boca de popular Marín, lo de fascista se me queda corto. Pero el problema ya no es solo desbarrar en el fragor de un debate, lo peor es no pedir disculpas y aclarar qué diablos quiso decir la consejera gallego-alcarreña con que la educación lleva el color rojo del Partido Socialista. “¡Arriba Castilla-La Mancha!”
CODA2: Sigue el postureo del que les hablaba en mi último artículo. No es que sea complicado, sino lo siguiente, intentar pactar por la noche con un partido liberal, que está obligado a defender unos principios sobre la economía de mercado, y al día siguiente con los neocomunistas, que ya no disimulan que lo que pretenden es constreñir al mínimo esa libertad de mercado y limitar la propiedad. Visto el panorama, ni Pedro Sánchez sabe si al final conseguirá la ilusión de su vida, ser presidente de España, un estado que quieren romper una parte de los que aritméticamente tendrían que respaldarlo. ¿Pero le va a merece la pena? ¿Nos va a merecer la pena?
CODA3: Tras los últimos casos de corrupción que vuelven a salpicar a las cúpulas del Partido Popular en Madrid y Valencia me imagino que la renuncia de Rajoy “in vigilando” como candidato a algo solo falta ponerle la fecha que más convenga a su partido; aunque me gustaría decir que a España. Otra cosa es que el PP quiera acabar como UCD, lo que a buen seguro no se merecen las muchas personas honradas que todos conocemos militan en ese partido. Pero incluso para ellos: ¡Hasta aquí llegó el agua!