El Comité Ejecutivo del PP, que Mariano Rajoy convocó sin prisas para este miércoles, aprobará iniciar las negociaciones con Ciudadanos, lo que supone aceptar las condiciones previas que le presentó la formación liberal. Entre ellas hay algunos sapos que se va a tener que tragar el jefe del Gobierno (en funciones), como es el caso de la comisión de investigación sobre el caso Bárcenas, que nos dejaría algunos momentos televisivos interesantes, aunque de poca enjundia en el fondo al tener que orillar procedimientos judiciales en marcha. Pero Rajoy se ha tenido que tragar el sapo de la regeneración bajo la fórmula magistral del boticario Rivera, aparentando que se lo toma como el niño bueno al que le daban antes aceite de ricino. Y encima ha tenido que leer artículos del líder de Ciudadanos en los que este le reprocha que Rajoy “no es adecuado para liderar la nueva etapa”. Como el propio Rivera se tiene que comer el sapo de ofrecer una negociación para cambiar la abstención inicial de Ciudadanos en un “sí”, desdiciéndose de todo lo prometido durante la campaña electoral. Pero el líder centrista contaba con que Rajoy iba a perder escaños y votos el 26-J, como vaticinaban todos los sondeos, y por ello él también se tiene que comer el sapo de investir al candidato del PP, porque este partido, lógicamente, no aceptaría que le impusieran un presidente alternativo. Antes las elecciones.
El resto de las condiciones que van el recetario reformista de Ciudadanos requieren de una mayoría parlamentaria suficiente, con lo cual no compromete asumirla de saque. Luego ya veremos lo que pasa con la parte mollar, como es el caso de la reforma de la Ley Electoral y en qué sentido debería ir. Si lo que quiere Ciudadanos es que se desbloqueen las listas electorales, para restar poder a las cúpulas de los partidos. O lo que pretende es instaurar en España un sistema proporcional puro, que sin medidas correctoras traería la inestabilidad permanente a la política española. No olvide Ciudadanos de que un sistema proporcional puro estuvo a punto de acabar con la República Italiana, porque eran necesarios hasta cinco partidos para formar gobiernos, que al final eran presididos por dirigentes de partidos minoritarios: el socialista de Craxi, los republicanos, socialdemócratas, radicales…Viejos partidos todos ellos que no sobrevivieron al derrumbe de un sistema, que teóricamente era el más democrático porque respetaba la proporcionalidad del sufragio popular, pero que al final sembró Italia de corrupción (Craxi acabó fugado a Túnez), hasta tal punto de que tuvieron que dar marcha atrás. Es seguro que la Ley Electoral española es francamente mejorable, pero requiere de un consenso amplio, para establecer esas medidas correctoras y evitar la repetición de las elecciones, que es lo peor para la democracia, porque el ciudadano reniega de las urnas. A eso en Francia lo llaman segunda vuelta y en la Grecia del amigo de Pablo Iglesias, una bolsa de diputados adicional para el partido ganador con el fin de que pueda gobernar. Gracias a esa bolsa, Alexis Tsipras lleva dos legislaturas como presidente griego.
Supongo que el acuerdo entre PP y Ciudadanos saldrá adelante, a no ser que a Mariano Rajoy le haya indispuesto del todo, la sibilina idea de Albert Rivera de permitir que gobierne el PP, para formar luego un frente común con el PSOE en la oposición. Todo parece indicar que Rajoy está dispuesto a negociar los Presupuestos Generales del Estado, el techo de gasto y el cumplimiento del déficit, pero como el político gallego vea que tras la investidura aparece un abismo parlamentario imposible de surcar sin naufragar, tampoco descarten que al final no convoque la sesión de investidura, y que Arriola le recomiende ir a unos terceros comicios. Ni pensarlo quiero, pero… como dicen de las meigas. Que nadie cree en ellas, pero «haberlas haylas”.
Vamos a ser optimistas y a pensar que al final hay acuerdo de investidura entre PP y Ciudadanos, pero entonces nos aparece al final del camino al guardián de la llave de oro, que no es otro que Pedro Sánchez. Un acuerdo entre PP, Ciudadanos y Coalición Canaria, todavía requeriría de 11 abstenciones para que Rajoy fuera investido presidente, y Sánchez jefe de la oposición. La apelación de Sánchez a que Rajoy busquen los votos en “las derechas” es sencillamente estúpida después de que la antigua Convergencia haya decidido avanzar con ERC y la CUP en la independencia de Cataluña (por lo que se necesitará un gobierno fuerte que asuma este desafío) o el PNV haya dejado sentado que con el PP, con unas elecciones vascas por medio, no va ni a tomar pintxos.
Sánchez no puede insistir en un argumento vacío, y lo que tiene que plantear al Comité Federal del PSOE es una pregunta muy simple: ¿Favorecemos la investidura de Rajoy, aunque sea de aquella manera, o vamos a por las terceras elecciones el 18 de diciembre? Los barones socialistas no pueden seguir callados, con la excusa de que están de vacaciones, y no les va a quedar también a ellos más remedio que mojarse. Les guste o no: como partido constitucionalista y de gobierno, que es el PSOE, tiene responsabilidades y servidumbres que no logramos adivinar en Podemos, y eso implica que el señor Sánchez, para lograr ser jefe de la oposición, antes debe permitir que España tenga un gobierno. Y si él no lo puede encabezar, porque sería como resucitar a Frankiestein la mayoría que debería liderar, no le queda otra que tragarse el sapo de Rajoy, porque en la política no solo se comen fresas con chocolate. Como le podrían explicar Felipe González o José Luis Rodríguez Zapatero, que algo deben entender de esto.
Esto es lo que hay señor Sánchez. O lo toma o lo deja…para siempre. Solo un hatajo de políticos irresponsables nos pueden llevar a unas terceras elecciones con lo que España se está jugando.