Reválidas: Felicidades. En la provincia de Guadalajara, según nos contaba Pablo Bellido, se han “librado” de las reválidas 2.629 alumnos de sexto de primaria, 2.412 de cuarto de la ESO y 1.649 alumnos de segundo de bachillerato. Y en España serán tropecientos mil. Los profesores estarán encantados porque sin reválida y evaluaciones externas habrá menos posibilidades de que les saquen los colores sobre el grado de cumplimiento de los objetivos; y los alumnos que por naturaleza son enemigos de cualquier examen o prueba de esfuerzo, y ya no digamos reválidas que incluyan ciclos completos, como el antiguo Bachillerato afrancesado. A mí me lo van a contar, que me tocaron todas.
El gobierno ha dado pruebas de su buen talante sacrificando las reválidas en el altar del consenso, y estamos como siempre con la Educación en España: en la casilla de salida.
Así viene siendo desde la prehistoria. En España hemos tenido dos leyes de Educación con verdadero peso, la de Villar Palasí de 1970 y la LOGSE de 1990, que se puede considerar su antítesis, y a partir de ahí todo han sido palos de ciego. Los estudios internacionales demuestran que nuestro sistema educativo tiene uno de los índices más altos de fracaso escolar; que no ofrece lo que el mundo de la empresa demanda, y especialmente en el campo de las ciencias y las ingenierías; y que no ha sido capaz de lograr una verdadera carrera docente para el profesorado, como en otros países de Europa en los que el magisterio está en lo más alto de las enseñanzas universitarias, y por ello luego los docentes son los mejor pagados. Y los más preparados. Véase la carrera docente en Finlandia.
En España, ante los problemas, reaccionamos con la política del avestruz. Que el informe PISA nos deja a la altura del betún, pues nos desapuntamos de PISA, como hizo Castilla-La Mancha con Barreda, y muerto el perro se acabó la rabia. Que se sospecha que las reválidas pueden ofrecer un cuadro tenebrista sobre los objetivos reales alcanzados por el alumnado, pues refutamos a las reválidas por medievales, y así no se nos molesta nadie. Siempre es lo mismo. Tejiendo y destejiendo, como Pandora, una Ley de Educación, que seguramente debería estar a medio camino entre Villar Palasí y Maravall, pero que nunca llega por falta de consenso. Y los niveles bajando, como los pantanos de la cuenca del Tajo. Hasta el fango.
La falta de un partido que tenga mayoría absoluta en el actual parlamento puede ser otra oportunidad histórica para ponerse a trabajar en una Ley de Educación de consenso, tarea en la que han fracasado todos los ministros de Educación de nuestra democracia. Y a las pruebas me remito. En España solo mejoraron los índices de abandono escolar cuando estalló la crisis y era imposible para los jóvenes encontrar más empleos de escasa cualificación. Partiendo del reconocimiento de la realidad actual, es urgente establecer por lo menos una hoja de ruta sobre lo que hay que poner sobre la mesa. O como siempre nos quedaremos con cuatro medidas coyunturales, no sea que alguien se vaya a enfadar.
Bajocubiertas
Algo se mueve en el casco, algo se empieza mover en el Ayuntamiento tras demasiado tiempo de dejar hacer-o mejor dicho, de no hacer-, y en ese nuevo impulso incluyo la medida que el Equipo de Gobierno presentará al pleno sobre las bajocubiertas. Hasta ahora, al contar como una planta más en el cómputo de la edificación, las bajocubiertas acabaron convirtiéndose en dúplex, una tipológía que el mercado ya no demanda. Tengo repetidamente escrito que si el casco es el gran marginado de la expansión inmobiliaria de Guadalajara, lo fue porque los promotores y propietarios no veían en él la posibilidad de lograr un moderado negocio en la reconstrucción y rehabilitación con lo que siempre era más rentable la construcción extensiva en los grandes desarrollos. Una forma de poner en valor los inmuebles del casco podría venir por dejar de considerar a la bajocubiertas como plantas, algo que muchos promotores están esperando, te dicen, para que “nos salgan las cuentas”. Con ello se fomentaría en el casco una tipología de pequeña vivienda muy demandada, especialmente por las parejas jóvenes, que son las que tienen que dinamizarlo. Podemos hacer esto – e impulsar los PAE que están congelados en los juzgados- o seguir lamentándonos de lo malos que son los propietarios, porque abren las ventanas para que entren las palomas… en algún caso de inmuebles que la Administración favorece a un inevitable proceso de ruina.
Esto es lo que hay.