La Comisión de Transparencia del Ayuntamiento de Guadalajara es un puro sofisma. Porque no es transparente y en el tiempo que lleva funcionando no ha demostrado que sirva para algo, salvo para engordar alguna nómina y aumentar el gasto a costa del sufrido contribuyente. La Comisión de Transparencia es un sofisma porque los medios de comunicación no pueden acceder a ella y el Ayuntamiento ni tan siquiera publica las actas, con lo que el ciudadano no tiene posibilidad alguna de saber lo que allí se cuece, salvo a través de la versión interesada de los políticos que asisten a ella. La Comisión de Transparencia no es que haya quedado herida de muerte, como se teme el alcalde, es que nunca ha estado viva. Y nunca lo estará mientras mientras que la comisión no haga honor a su nombre.
Los que parieron la idea (la comisión viene pomposamente anunciada en el acuerdo entre PP y Ciudadanos) confundieron una Comisión de Transparencia con una comisión parlamentaria de secretos oficiales, que es cosa bien distinta. En un ayuntamiento no existen temas que afecten a la seguridad nacional o que podrían mancillar el honor de nadie; y el que sostenga lo contrario le desafío a que me lo demuestre.
El último sucedido en relación a la Comisión es de vodevil. La representante de Ahora Guadalajara se ausenta de la misma, porque iban a preguntar al portavoz socialista Daniel Jiménez sobre cómo su unidad familiar logró dos pisos de protección oficial, y la excusa es que las acusaciones no están claras.¡Toma ya! Si de esas acusaciones se hubiera probado un delito, los acusadores habrían ido directamente al juzgado del Guardia. En este tipo de comisiones no se dirimen delitos, sino comportamientos éticos o morales, y ello con independencia de que se hayan producido o no en el ejercicio del cargo municipal. Y la mayor fuerza de cualquier comisión informativa en un parlamento o institución que se precie es poner a disposición de la ciudadanía la información que allí se produce, para que se forme libremente su criterio.
Cualquier otra cosa es puro sofisma y ganas de perder su tiempo y nuestro dinero.
P.D. El martes conmemoramos el 38 aniversario de la constitución española que ha traído un mayor periodo de libertad, paz y prosperidad en ¡nuestra historia, oigan! No lo olvidemos, como lo olvidan quienes rechazan celebrarla. Es muy posible que a nuestra Constitución del 78 haya que darle alguna vuelta, porque en la vida del hombre nada es eterno. Pero cualquier cambio que no tenga el respaldo que concitó la actual carta magna está condenado al fracaso, como fracasaron todas las constituciones que la precedieron. Las fuerzas democráticas más representativas deben recuperar ese espíritu de la Transición, y tener muy claro que lo buscan sus enemigos no es tanto reformarla como cuestionarla desde su tipo preliminar, para cambiar el concepto de soberanía. Y de representatividad.
Esto es lo que hay y esto es lo que ha funcionado, mas bien que mal.
“España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.
“La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”.
“La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria”.
“La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”.
¡Larga vida a la Constitución del 78!