Emiliano García Page declaraba hace unos días que lo del Presupuesto para 2017 “tendrá arreglo más pronto que tarde”, aunque no nos ilustró sobre las razones para ese alarde de optimismo. En el mejor de los casos, todos damos por hecho que movimientos de verdad no los habrá hasta que se termine el Congreso regional de Podemos y las Primarias del PSOE. En Podemos no están ahora en otra cosa que no sea resolver sus crisis interna, con dos concepciones diferentes de entender la formación morada: la “presidencialista”, que encarna el “pablista” José Garcia-Molina, y la “asamblearia” que lidera el diputado por Guadalajara, David Llorente, de la corriente “anticapitalista”. Y luego están las Primarias del PSOE. No es lo mismo que gane Susana Díaz o que lo haga Pedro Sánchez, teniendo en cuenta el papel que está desempeñando García-Page en el soporte de la candidatura de la presidenta andaluza, y la relación de familiaridad que Sánchez dibuja con Podemos. Así que mucho me temo que la resolución de este rocambolesco episodio difícilmente va a tener lugar antes del verano, porque hay que negociar unos nuevos presupuestos, no sabemos todavía en qué condiciones políticas externas, que luego deben ser debatidos y aprobados en su caso por las Cortes regionales. En fin, un lío gordo, como le gusta decir a Rajoy, no menor al que él tiene en el Congreso de los Diputados con los Presupuestos del Estado.
Que a pesar de ello, España y Castilla-La Mancha presenten unos datos alentadores en cuanto a crecimiento del PIB y el empleo , solo demuestra que cuando la maquinaria de la economía se pone en marcha, en un principio aguanta bien el desorden que proviene del mundo de la política. Pero no nos equivoquemos: cuando esa inestabilidad se torna en permanente a la larga acaba influyendo. No podemos olvidar que un Presupuesto prorrogado no tiene capacidad de incorporar nuevas partidas de gasto, y aunque esto le puede venir bien al control del déficit, tanto la situación nacional como regional viene ya demandando políticas de gasto más activas en materia de inversón y empleo sin que por ello se ponga en riesgo el necesario equilibrio presupuestario. Un presupuesto prorrogado no solo evitará que el proyecto de campus universitario se paralice, o los regadíos de Cogolludo, o la contratación de interinos, o se frene la ampliación de plantillas que adelgazaron con la crisis. Es como meter a un cuerpo que ha crecido en las medidas del sastre del año anterior, y pasa que los pantalones se le han quedado cortos y la chaqueta no hay manera de abrocharla. España y Castilla-La Mancha apuntan a previsiones de crecimiento del PIB entorno al 3%, y para ello se necesitan unos Presupuestos en consonancia. O habrá frenazo, y no solo en cuanto a medidas y programas sociales que el gobierno de Page se encarga de enumerar y pregonar a los cuatro vientos. Estamos hablando de décimas en el PIB. De crecimiento.
Llegado a este punto, en que la política se convierte en una frenazo a la Economía, los presidentes tiene en su poder la posibilidad de accionar ese “botón nuclear”, que son las elecciones anticipadas. Rajoy y García-Page sabrán valorar cuando llegaría ese momento, que no puede diferir mucho de las vacaciones parlamentarias del verano. Porque de lo contrario, lo que sucederá es que nos habremos saltado los Presupuestos de 2017, en el Estado y de Castilla-La Mancha, porque ya lo que toca es negociar es el de 2018.
En fin, un lío. Porque el tiempo pasa, y como el propio Page reconoce: “El tiempo no es irrelevante en absoluto”.
Encuentro con Rivera: Se le veía cómodo a García-Page en el encuentro que mantuvo con Albert Rivera en Fuensalida, que se escenificó con una rueda de prensa conjunta, y en la que el presidente de Ciudadanos hablaba de favorecer la gobernabilidad aprobando Presupuestos aquí y allá. Pero para desgracia del presidente socialista, Ciudadanos no está representado en las Cortes de Castilla-La Mancha, aunque sea injusto, porque este partido sumó el 8,6 % de los votos: un total de 95.230, apenas 12.000 menos que Podemos, que consiguió 2 escaños, el PSOE logró 15 asientos con 398.104 sufragios y el PP 16 escaños con 413.349 votos.
Es evidente, que Castilla-La Mancha necesita una nueva electoral que corrija estas desproporciones. Page y Rivera parece que son partidarios de tirar hacia delante, aprovechando incluso la composición del actual parlamento español, que podría avalar una reforma estatutaria. Aunque esto supondría dejar fuera del pacto al Partido Popular, a imitación de lo que hizo Cospedal con el PSOE en la reforma del Estatuto en la pasada legislatura. Fue un error entonces, que se le volvió en su contra, como a Barreda el cambio en Guadalajara en 2011, y lo sería ahora.
Castilla-La Mancha necesita de una reforma duradera, consensuada, en la que se pueda combinar la deseable representación provincial con una sistema mixto para que Ciudadanos, Izquierda Unida u otra formación no malgaste los votos, como hasta ahora, sin necesidad de incrementar desproporcionadamente el número de diputados para lograr esa representación. No voy a entrar en detalles, para no aburrirles. Lo que hace falta es un poco de sentido común por parte de todos, porque esto es lo que hay y no parece justo.