De Ferias y algo más

Guadalajara tiene Ferias por un privilegio real en el reinado de Alfonso X de Castilla (Toledo, 23 de noviembre de 1221​-Sevilla, 4 de abril de 1284​); y desde entonces hasta ahora. Por eso nuestras fiestas son también Ferias, porque comenzaron como feria de ganado, y con los animalitos llegamos hasta el siglo XX cuando la ciudad traspasó (en el sentido literal de la palabra) su muralla medieval y comenzó su expansión, primero en torno a la actual calle de Toledo, entonces escoltada por fincas de labor y casas de labranza; en los años setenta hacia el sureste con el polígono del Balconcillo; y desde los años ochenta por el noroeste con lo que comenzó siendo una iniciativa municipal de compra de suelo en Aguas Vivas, y que terminó de expandirse hasta Taracena por el terreno que ha quedado dentro del perímetro de la Ronda Norte. Casi todo está ya urbanizado, lo que nos avisa de la lentitud con que el municipio se toma la elaboración de un nuevo Plan Municipal de Urbanismo.

El chupinazo de las Ferias de 2023/ GUDiario

La corporación de Guadalajara siempre tuvo una obsesión porque las Ferias estuvieran en el centro. Así, esas primeras ferias alfonsinas se celebraban en la plaza Mayor; de allí subieron las tómbolas hasta la plaza del Jardinillo; ya en el siglo XX se empezó a utilizar la plaza de Santo Domingo y cuando se quedó pequeña se amplió al parque de La Concordia; y con el primer ayuntamiento democrático terminaron los cachivaches en unos terrenos de las monjas Adoratrices, ahora convertidos en parque. Con cada cambio se produjo la inevitable protesta de las fuerzas vivas, porque al decir de ellas se estaba alejando la fiesta de la ciudad; y sería la ruina. En la etapa de José María Bris se produjo un cambio de modelo al iniciarse la ordenación, terminada con Antonio Román, de una explanada junto al nuevo centro comercial de El Corte Inglés, ahora rebajado a Outlet, al otro de la A-2, pero que desde 2023 se ha dejado de utilizar porque durante el gobierno de Alberto Rojo-Sara Simón accedió a la pretensión de las peñas, un poder fáctico en las Ferias, para que todo se volviera a concentrar en la ciudad. La sucesora en la Alcaldía, Ana Guarinos lo ha asumido porque era la decisión más fácil.

El modelo actual tiene la ventaja de que está todo más a mano, sí, como aquellas Ferias de la plaza Mayor, pero no es sostenible. Para que quepa todo hay que okupar los cuatro principales parques de la ciudad (La Concordia, San Roque, Ferial y Fuente de la Niña) que por ello sufren daños de los que tardan en recuperarse el resto del año. Pero la gente está contenta y ya sabemos lo que hacen los políticos cuando la gente es feliz; ponerse al frente de la manifestación. Puede que algún día -aunque no lo espero- llegue una docta corporación que se atreva a pensar en Guadalajara a largo plazo, se arriesgue a perder votos y encuentre otra alternativa, como sería ampliar los terrenos del Ferial de la A-2, para que allí quepa todo, incluso un recinto para conciertos y no tener que maltratar el tartán y el césped del estadio de la Fuente de la Niña, cada vez que llegan las Ferias.  Pero va a costar, porque hoy se vive del momento y por ello los políticos caen en el populismo de buscar soluciones sencillas a problemas  complejos. Así que la cosa no pinta bien.  

Empleados municipales reparando los jardines tras las Ferias./GUDiario.

El éxito de las Ferias de Guadalajara depende mucho del tiempo, que en 2022 fue espléndido y contribuyó a que lucieran las Ferias de Simón. Pero este año, la AEMET nos avisa de que hay lluvias en el horizonte y habrá que ver cómo influye en el programa. Las primeras Ferias de Guadalajara fueron de otoño, como se correspondía con una ciudad agrícola castellana, pero ya en el siglo XX empezaron a adelantarse en el calendario con el propósito de encontrar una meteorología más benigna. De tanto echarlas para atrás acabaron juntándose con las de la Patrona, que en Guadalajara siempre tuvieron una vida aparte. Y así comenzamos a escuchar y a leer cosas tan raras como las Ferias de la Antigua. A fecha de hoy, la ciudad sigue sin tener una fecha fija para las Ferias, con lo que en los últimos años se ha hecho costumbre un criterio un tanto peculiar: que la Semana Grande empiece el lunes siguiente a la Patrona, 8 de diciembre, para que su procesión y los principales cultos religiosos no se hagan coincidir con encierros y charangas. Pero sucede que a mediados de septiembre suele llover en Guadalajara.

Yo soy partidario de encontrar unas fechas fijas para las Ferias de Guadalajara, coincidiendo con el veranillo de San Miguel, que en Castilla siempre nos alumbra con el último sol del invierno; y no acostumbra a llover. También se evitaría la coincidencia con numerosas fiestas en nuestros pueblos y Guadalajara recuperaría esa condición que tuvieron sus fiestas de Otoño: ser el broche de oro de las fiestas de la provincia. Con ello no habría que esperar a ver cómo cae cada año la festividad de la Patrona y echar hacia delante o hacia atrás la Semana Grande. Y devolveríamos la festividad de la Antigua a lo que siempre fue: el día 8 de septiembre y los cultos de la novena. Sin más historias.   

Siempre he creído que Guadalajara tiene unas buenas fiestas, porque se viven en la calle, y eso no es fácil de encontrar en otras capitales españolas. Las peñas y los encierros les aportan personalidad y más cuando con mucho esfuerzo es la única capital de provincia, con Pamplona -a la que siempre hemos mirado-, donde se corren los toros de las corridas. Otra cosa es que la Feria taurina viva en la incertidumbre, aunque eso tiene mal arreglo porque, en septiembre, hay toreros que se caen de los carteles porque están recuperándose de cogidas o sufren de estrés (lo que en la jerga taurina se conoce por atorao, de tantas corridas) y han cortado la temporada, como ha pasado con Morante de la Puebla.

Por tanto, a los que no han huido de las Ferias con el Club Alcarreño de Montaña, mis mejores deseos de que pasen unas buenas fiestas. Todos echamos cosas de menos, pero es justo decir que el programa tiene actos para todos los públicos. Aunque sería un error pensar que ese modelo Simón, de meter todo en los parques, tiene más recorrido. Pero esto es lo que hay.     

P.D. El atrabiliario  Rubiales, por dar en un momento de euforia un beso robado a una jugadora de fútbol, ha dimido; felizmente. Y será procesado. La ministra que promovió la ley del Si es Sí, y que ha terminado beneficiando a los miembros de esa Manada de la que nos querían salvar, ahí sigue, de ministra en funciones de Sánchez; y sin pedir perdón por tanta soberbia e incompetencia. Y con ella la vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, que votó en contra de la reforma que su propio gobierno tuvo que pactar con el PP para limitar los daños. Vamos a ver qué se inventan, ahora que Rubiales se ha desgastado, para distraer la atención sobre la amnistía que nos viene. Ya lo tenemos:  Que Aznar va a encabezar un golpe de Estado, según descubrió la ministra de Puertollano metida en labores de Inteligencia, y que Puigdemont es un político intachable, como lo fue Pujol y su honrada familia. “Cosas veredes amigo Sancho”.   

Diempures, catalán

Tengo un cariño especial por el castillo de Diempures (siglo XI), en el alto Sorbe, por varias razones. Es frágil y delicado; se trata del único castillo provincial construido con pizarra; y está asomado a un acantilado de un centenar de metros sobre el Sorbe en lo alto de un cerrillo sobre lo se cree que fue un castro celtibérico (está sin estudiar), por lo que su bravo entorno fue la mejor de sus defensas.

Castillo de Diempures, con el portón de entrada a punto de caerse./GUDiario.

He marchado hasta él varias veces, siempre me pareció muy delicado, pero la última fue hace unos días, a finales de agosto, y les confieso que me dejó preocupado. Las pizarras y piedras del portón de entrada están cogidas con alfileres y me temo que están en serio riesgo de venirse todo abajo en el crudo invierno que vendrá. El entorno de Diempures es tan bello como inhóspito, porque debe soportar el viento, la nieve, el hielo y temperaturas por encima de los 20 grados bajo cero en el crudo invierno serrano, todo ello favorecedor de desplazamientos en los muros y que podrían desencadenar su derrumbe. Antes de que suceda todo esto, que sucederá, es necesaria la aprobación por la administración competente (ya sea estatal, autonómica, provincial o local) de una actuación coordinada de emergencia para consolidar las actuales ruinas y que por lo menos su proceso de deterioro no siga imparable. Yo aquí les pongo esta foto para que vean que no exagero. Una marcha desde Cantalojas al castillo de Diempures sería un atractivo más para esta comarca, cada vez más volcada al turismo, y una alternativa o mejor un complemento para la visita obliga al hayedo de la Tejera Negra.

Desconozco casi todo sobre quién era Diempures, al parecer un señor de la guerra que murió en la batalla de Aljubarrota contra los portugueses, y es una lástima, porque si fuera catalán tendría más esperanzas de que alguna autoridad se acordara de su castillo, uno de los más curiosos de esta provincia castellana, y por lo tanto con muy poca capacidad de influencia. Así que lo mejor es reivindicar a Diempures como un señor feudal de origen catalán; y esperar.

P.D. Les invirto a leer esta atractiva publicación de GUDiario sobre el castillo, donde encontrarán más detalles y fotografías.

CON ESTOS BUEYES.- El juzgado de Solsona (Lérida) dejó en libertad con cargos a cuatro CDR detenidos por querer boicotear La Vuelta a su paso por Cataluña. Las criaturas tenían pensado arrojar tachuelas y aceite para dificultar el recorrido de los corredores, sin importarles el peligro que de ello se deriva. Oriol Junqueras, el presidente de ERC, enmarcó esta protesta en el ejercicio del derecho a la libertad de expresión y pidió su libertad; y supongo que si alguna responsabilidad legal pudieran tener, para eso está la ley de amnistía que viene; que eso va a ser mejor que la lejía. Después del portazo a Feijóo, con estos bueyes va a tener que arar Sánchez una legislatura. Esto es lo que hay.

Sánchez y el pacto del Tinell

Desde la misma noche del 23-J, la consigna estaba en boca de todos los ministros (en funciones) y los potentes portavoces mediáticos del sanchismo. Las elecciones nos han traído una “mayoría progresista” que ha detenido la “involución” del frente formado por la derecha y la ultraderecha. Pero el análisis sosegado de los resultados electorales nos indican otra cosa bien distinta. En palabras de Page: «Hay una mayoría muy amplia, amplísima, que ha querido evitar la entrada de Vox en el Gobierno, aunque nadie podía imaginar al votar el 23 de julio en que esta iba a ser una legislatura con mando a distancia», en alusión al papel estelar que los endiablados resultados han reservado al prófugo Puigdemont. Comparto que hay una mayoría amplísima que no ha querido ver a la extrema derecha en el Gobierno (y de ellos hablaremos luego), pero ni el Page más ingenuo se cree que Sánchez no iba a ampliar su mayoría Frankenstein II con Carles Puigdemont, y hacernos creer, además, que es inevitable para “frenar a la ultraderecha” (el “No pasarán” que se oyó gritar en la calle Ferraz ).Pero no es verdad; es falso. El pueblo español votó mayoritariamente por la centralidad, por los dos partidos herederos de la Constitución, que entre ambos suman el 64,75%  de los votos, mientras que los separatistas han perdido apoyo popular, excepto Bildu (beneficiado por el blanqueo de Sánchez). Los datos son elocuentes: entre ERC y Junts suman solo el 3,3% de los votos  y con Bildu el 4,6%. Así que si los resultados son “endiablados” es porque Sánchez quiere. Porque el mensaje que manda el pueblo español es de centralidad, de moderación, pero es Sánchez el que pone en el centro de la legislatura a Puigdemont y le entrega el mando a distancia con ese ridículo 1,6% de los votos, porque prefiere reeditar otro pacto del Tinell aun a costa del trágala que va a sufrir con los independentistas. Que sí, casi todos se imaginaban lo que está sucediendo estos días, otra cosa es que algunos miraran para otro lado con la excusa del fantasma de Vox.

«El pueblo español votó mayoritariamente por la centralidad, por los dos partidos herederos de la Constitución, que entre ambos suman el 64,75% de los votos, mientras que los separatistas han perdido apoyo popular, excepto Bildu. Los datos son elocuentes: entre ERC y Junts suman solo el 3,3% de los votos y con Bildu apenas el 4,6%. Así que si los resultados son “endiablados” es porque Sánchez quiere».

PRIMERA PRUEBA SUPERADA.- La primera prueba que el separatismo puso a Sánchez, la elección de la mesa del Congreso, la superó con suficiencia. Para engrasarlo todo, puso de presidenta a Francine Armengol, una pancatalanista que ha sacado al español como lengua vehicular del sistema educativo de Baleares y ha preferido contar con médicos que hablaran catalán, aunque con ello sea casi imposible cubrir las plazas que se ofertan; lo primero es lo primero, y en este caso no fue la salud. El resto de condiciones para la elección de mesa fue tan etéreo como el presidente en funciones: se podrá usar el catalán, gallego y vasco en el Congreso, aunque no se concreta cómo, y el ministro Albares pide a la Unión Europea que los incluya como idiomas oficiales, aunque sabe que hay una veintena de idiomas regionales en esa situación y ni Francia, ni Italia están por la labor de abrir ese melón. Ahora lo que se lleva es el inglés como idioma franco; no la vuelta a la Europa de Carlomagno. Pero si algún día vemos la foto de un parlamento español con traductores y sus cabinas, como en la UE o la ONU, mandaremos al mundo el mensaje de que España no tiene un idioma común (aunque el español lo hablan  casi 500 millones en el mundo), y por extensión que España no existe, que es lo que explica el de Waterloo todos los días en sus redes sociales, prescindiendo de que el estado español es el más viejo de Europa, ¡otra menudencia! De la misma manera, es humo la promesa de constituir una comisión en el Congreso que investigue el atentado yihadista de las Ramblas, porque los Tribunales ya lo han hecho y hasta el que fue jefe de los Mossos, el mayor Trapero, dejó claro que sus responsables son los condenados. Puigdemont sabe que su teoría trumpista de la conspiración (que fue inspirado por los servicios secretos españoles) solo se trata de otra operación de propaganda negra contra España; lo asombroso sería que un Ejecutivo español, que dirige esos servicios secretos, sea el soporte parlamentario de esa mercancía putrefacta.

Sánchez ante el comité federal del PSOE./ Foto: PSOE.

 Un asunto mayor sí es cualquier tipo de condonación de deuda que Sánchez pudiera hacer a la Generalitat en el marco de la negociación del FLA, porque eso sí pondría en un brete al resto de autonomías perjudicadas, la de Castilla-La Mancha entre ellas. Hay que recordar las cifras: hasta 2023, la Generalitat ha recibido del Fondo de Liquidez Autonómica, un invento de Cristóbal Montoro, 131.073 millones, lo que supone el 35,3% del total. Es un porcentaje que casi duplica la participación de Cataluña en el PIB (19% en 2022) y que ha permitido al ejecutivo catalán seguir pagando las nóminas de sus funcionarios, porque la deuda pública catalana estaba calificada de bono basura y carecía por ello de liquidez. Esa España que “nos roba”, al decir del prófugo, les ha permitido financiar una deuda de 85.456 millones a finales de marzo, de la que 76.852 millones se adeuda al Tesoro del Reino de España. Si Sánchez condonara parte de esa deuda, como pago de favores, dejaría en ridículo al resto de autonomías que han gestionado mejor sus finanzas públicas, con lo que Page y el resto de presidentes autonómicos no podrían pasar por ello sin ser reprobados por sus electores.

LA REPRESENTACIÓN.- Como ya nos enseñó Jordi Pujol: independencia se conjuga con paciencia y en estos días vamos a asistir a la segunda parte de la representación de La independencia a plazos, con Puigdemont como actor principal, pero esta vez no se lo va a poner tan fácil a Sánchez. Amnistía y autodeterminación es lo que exige el libreto para que Sánchez pueda seguir en La Moncloa, pero es que además el prófugo lo quiere por escrito. Evidentemente que Sánchez no le puede complacer, porque sería ilegal, así que vamos a ver adónde llega en ese derecho creativo, con Conde Pumpido como mago Merlín. La amnistía no está prevista en la Constitución, porque no es propia de una democracia y solo se emplea como salida de una dictadura que promovió leyes injustas. Por tanto, la amnistía olvida el hecho punible y extingue cualquier responsabilidad derivada de ella, incluso sin haberse celebrado el juicio. La asunción de este planteamiento sería un atentado contra la sala 2ª del Tribunal Supremo y de los jueces que redactaron la sentencia por el intento de golpe de estado en Cataluña el 1-O, un oprobio que ni Sánchez puede tragar con él. Pero Puigdemont exige que le arreglen lo suyo y lo de su tropa, los juzgados y por juzgar, y que ya puestos incluyan a la presidenta de su partido, Laura Borrás, condenada por corrupción política. La alternativa legal inferior a la amnistía sería un indulto general, pero este lo prohibe directamente el artículo 62 de la Constitución, con lo que no imagino qué “alivio penal” se va a buscar Sánchez para satisfacer las exigencias del prófugo. Por tanto, no es descartable que a Puigdemont le dé un ataque de soberbia y acabe impidiendo la investidura de Sánchez, en contra de los pragmáticos de su partido, que le recuerdan que con este inquilino de La Moncloa van a sacar más que con Feijóo.

De momento, al Rey Felipe ya le han puesto en un aprieto con la investidura. Los partidos del separatismo radical han renunciado a ir a La Zarzuela, para desairar al monarca y a la Constitución, con lo que Felipe VI va a tener imposible cumplir con el papel que le reserva la Carta Magna de proponer al candidato para formar gobierno (artículo 62.d). Es así porque Junts, ERC, Bildu y BNG, lo más granado del ultranacionalismo identitario, se han negado a anticipar al jefe del Estado a quién van a apoyar en la investidura, con lo que Sánchez tendría que hacer de portavoz vicario de los separatistas para avanzar al rey que dispone de un mínimo de 176 diputados para ser investido. Esta anómala situación favorece que el rey haga el encargo al candidato del partido que ha ganado las elecciones, Alberto Núñez-Feijóo, aunque sus posibilidades reales sean remotas.

LO DE VOX.- Y termino con Feijóo. El presidente del Partido Popular tiene que bajarse ya del balcón de Génova y empezar a preparar su tarea de oposición o las elecciones de enero de 2024, si hubiera repetición. Y como primera tarea está definir cuál debe ser la relación con Vox, en lo que ha fracasado por olvidarse de que está al frente de un partido presidencialista. En contra de lo que hizo Sánchez con Navarra, que se tapó hasta después de las elecciones, porque necesitaba la abstención activa de Bildu, el líder gallego -un moderado que cree sinceramente en la descentralización- dejó las negociaciones a los barones regionales y esto fue un descalzaperros. Los argumentos que se daban en Extremadura para no pactar con Vox eran los contrarios de los empleados en la Comunidad Valenciana o en Aragón. Feijóo debe aclararse, aclararnos, para lo cual solo tiene dos alternativas: 1º) hacer como los conservadores de la  CDU en Alemania, que por estatutos no pacta con la extrema  derecha [y lo de Vox es un juego de niños comparado con la Afd (Alternativa por Alemania)], con lo que no caben especulaciones en campaña electoral, la principal baza de propaganda negativa empleada con éxito por el agit prop sanchista en la última semana de las elecciones. 2º) Naturalizar los acuerdos con Vox, porque de lo contrario se arriesga a estar en el Tinell de por vida, y para ello delimitar y publicitar las líneas rojas en las que se mueve la negociación para no espantar al electorado moderado.

Esto es lo que hay; y no hay más, mientras el PSOE siga atrapado por el peronismo sanchista y el no es no impida el regreso a los consensos que hicieron posible una Constitución que ha dado a España riqueza y estabilidad, pero que los potenciales votantes de otra investidura de Sánchez se han propuesto derogar, aunque sea por la puerta trasera, con el derecho creativo.

El pacto del Tinell, por el que se dejó fuera al PP en tiempos de Zapatero de cualquier gobierno regional, local o provincial en Cataluña, supuso el primer punto de ruptura con un espíritu que alumbró nuestra Transición, y que por lo que se ve, ahora, Sánchez quiere perfeccionar. Sería un inmenso error, porque no se puede prescindir de media España, pero esto es lo que hay.                           

El genio de Ortiz Echagüe y el último 600

Aprovecho una nota de actualidad, que esta semana se ha conmemorado la fabricación del último Seat 600 en 1973, hace 50 años, para recordar la descomunal figura de un alcarreño, que si bien ejerció toda su carrera profesional fuera de Guadalajara, en esta ciudad nació el 2 de agosto de 1886, y en ella se formó como ingeniero en la Academia radicada en Guadalajara y que un pavoroso incendio del 9 al 10 de febrero de 1924 marcó su decadencia; la de ambas. Me estoy refiriendo a José Ortiz Echagüe, a quien es difícil definir solo por alguna de sus profesiones o habilidades. Fue un pionero de la aviación, como piloto e ingeniero de aviones; un ingeniero industrial de postín, siendo el presidente y fundador de las dos industrias con más alta tecnología de la España de la postguerra, Casa y Seat, hasta el punto de que ambas sobreviven en la actualidad, la primera dentro del consorcio Airbus; y un fotógrafo de exquisita técnica, padre del género llamado pictoralismo, que a juicio de revistas americanas como American Photography estaba entre los tres mejores fotógrafos del mundo, y el primero entre los españoles.  

Fotografía de José Ortiz Echagüe./ Real Acadedia de la Historia.

Como ingeniero aeronáutico y aviador, Ortíz Echagüe es un ilustre exponente de aquella generación de la preguerra formada en la vieja Academia de Guadalajara, que tanto supuso no solo para la ciudad sino para el nacimiento de la aviación en España, y el logro de grandes retos científicos. José Ortiz había nacido en Guadalajara, porque aquí estaba destinado su padre, el comandante de ingenieros Antonio Ortiz Puertas, y a Guadalajara volvió para ser él mismo uno de sus alumnos. Hay que recordar que de esa academia salieron proyectos que eran el último grito de la época como el dirigible López Quevedo, o gestas como la del comandante Molas que perdió su vida experimentando con globos aerostáticos que subían a capas de la atmósfera donde antes no había llegado nadie. Nuestro Ortiz Echagüe se salvó de milagro de un accidente de avión cerca de Burdeos, en 1913, donde iba a reunirse con el rey Alfonso XIII, y junto con el capitán Emilio Herrera protagonizó el primer vuelto entre África y Europa, sobrevolando el estrecho de Gibraltar con un aeroplano de fuselaje de madera. Su amigo Emilio Herrera había sido compañero de promoción en Guadalajara, y con el tiempo, sus vidas se separaron trágicamente por la guerra civil: Ortíz Echagüe, conservador y monárquico, fue  ascendido a teniente coronel y estuvo a las órdenes directas del general Kindelán, otro de los históricos de Guadalajara, mientras que Emilio Herrera, republicano y progresista, fue el jefe de la aviación republicana y tras la guerra civil llegó a ser presidente de la República en el exilio. La política hizo que mientras Herrera, otro de los genios de la aeronáutica, penaba sus últimos años de vida en el exilio suizo y francés, José Ortiz recibió del ministro de Industria, Suanzes, un encargo que le ilusionó: sin dejar de presidir Construcciones Aeronáuticas Españolas (CASA), pilotaría la creación y gestión de la primera industria de fabricación de automóviles españoles a gran escala. España había destacado en la fabricación de automóviles de alta gama, como fue el Hispano Suiza, que tan bien conocía Ortiz, porque tuvo su fábrica en Guadalajara, pero después de la guerra se necesitaba un coche al alcance de la naciente clase media española. En Alemania ese papel lo jugó Wolkswagen, que no en vano se llamó el coche del pueblo, en Italia fue Fiat o en Francia las marcas Renault y Citröen. En España, sometida a embargos tras la guerra mundial para forzar la renuncia de Franco, no había ninguna empresa capaz de construir ese coche popular, y esa orden directa la recibió José Ortiz Echagüe, que en 1950 fundó Seat, con una pequeña participación de la Fiat, y bajo su presidencia se fabricó su primer modelo, el Seat 1400 en 1953 e inmediatamente después el popular y robusto Seat 600, el emblema de la  naciente clase media española y del que se produjeron 800.000 unidades entre 1957 y 1973. Hasta solo tres años antes del cese de su fabricación, José Ortíz presidió la empresa que mucho más tarde y en alianza con Wolkswagen ha llegado hasta nuestros días.  El último 600 salió de fábrica hace justamente  50 años.

Una fotografía de Molina de Aragón, de Ortiz Echagüe./ Cesfighu.

Por si no fuera suficiente perfil como para llenar toda  una vida, José Ortiz Echagüe es también, para muchos, uno de los mejores fotógrafos españoles de todos los tiempos. A esa actividad llegó Ortíz de rebote, porque él lo que quería ser de verdad era pintor, pero su familia pensó que con un artista en la familia, su hermano Antonio, ya tenían bastante y que él debía realizar una carrera de provecho. Por eso se hizo ingeniero; y en Guadalajara. Lo único que sacó en limpio es que un tío suyo le regaló una cámara Kodak y allí empezó una afición que culminó con el reconocimiento internacional. Ortíz está considerado el padre del pictoralismo, una compleja técnica realizada en papel carbón Fresson y utilizando gelatinas, que se asemeja al hiperrealismo y que solo un artista detallista y con mentalidad de ingeniero podía abordar, con éxito, sin desesperarse. Un fiel exponente de su obra es la exposición que se hace para el Metropolitan de Nueva York en 1960 y que acabó girando por todo el mundo. Una selección de sus mejores cuadros llegó hasta el Palacio del Infantado de Guadalajara, y yo todavía la recuerdo a pesar de ser un chaval; impresionante. La obra de Ortiz fue editada por el propio autor en cuatro grandes libros (Ortiz no se fiaba de los editores, porque les achacaba poco rigor) que versan sobre Tipos españoles (obras con modelos de paisanos que consintieron ser retratados con ropa de sus antepasados), la España mística (increíbles procesiones que conectan con la profunda religiosidad de su autor), castillos y alcázares españoles y las imágenes de Marruecos durante el protectorado español.

Y ya termino: el legado con la obra fotográfica de Ortiz Echague se puede ver en el museo de la Universidad de Navarra, en Pamplona, y es un lujo admirarla, pero debería ser accesible a los vecinos de su ciudad natal mediante alguna exposición temporal en ese Palacio del Infantado, sin olvidarnos de la posibilidad de tener, de forma permanente, algunas de sus copias. Tan importante es la figura de José Ortíz Echagüe como ingeniero, aviador, CEO de empresas de tecnologías punteras y fotógrafo, que no debemos limitarnos a acordarnos de él solo en los aniversarios. Su huella debería tener carácter permanente. Estoy pensando en algún proyecto ambicioso con comisarios como nuestro Pedro J. Pradillo, que con medios lo bordaría.

 Esto es lo que hay: algo deberíamos hacer.                      

23-J: Un resultado endiablado

El resultado del 23J, esas extrañas elecciones que siguieron al 28-M por la decisión inopinada de Pedro Sánchez, nos ha dejado una victoria amarga del PP de Feijóo y una salida parlamentaria terriblemente endiablada, hasta el punto de que es muy probable que vayamos a una repetición electoral para navidades. Así, habremos pasado del verano azul y el voto desde la playa a las navidades blancas con villancicos para animar la campaña electoral. Una alegría indescriptible, por tanto.

Vayamos por partes. ¿Qué pensarán en Europa si la clave de bóveda de una investidura de Sánchez es un tipo, Carles Puigdemont, que está reclamado por la Justicia española por haber intentado dar un golpe de estado? No quiero ni pensarlo, por no hablar de un presidente rotatorio de la UE que va a ser un presidente en funciones, sin ninguna garantía de que vuelva a ser elegido.

Esto es lo que han dejado los electores a nuestros principales partidos:

Feijóo y Vox.- El PP ha ganado las elecciones, a pesar de una mala campaña electoral, pero es una victoria amarga porque se esperaba un resultado en torno a los 150 escaños, que restarían poder negociador a Vox y que todavía los sondeos realizados en la jornada de reflexión (no eran israelitas a pie de urna) así lo pronosticaban. El PP de Feijóo ha ganado 47 escaños y 3 millones de votos sobre el PP de Pablo Casado, y así lo ponía en valor el presidente popular esta noche desde el balcón de Génova, mientras que un grupo de militantes del partido gritaban “Ayuso, Ayuso”. Feijóo seguro que tomó nota y ya sabe que no va a tener una segunda oportunidad, si no logra formar gobierno y hay repetición de elecciones en diciembre y no las gana. La sombra de Ayuso, de rojo pasión esta noche, es alargada. Feijóo tenía motivos para estar moderadamente satisfecho y ya nos avanzó que como candidato con más escaños intentará formar gobierno para lo que iniciará un diálogo con el PSOE. Le ha pedido a Sánchez que no lo bloquee porque sería la primera vez que un candidato que es el más votado no consigue formar gobierno. Pero él sabe que con Sánchez enfrente antes pactará con el diablo que con el PP, porque a fin de cuentas eso es el sanchismo. La España del constitucionalismo, la que nos ha traído un mayor nivel de prosperidad, con la desmemoria ya no vende o vende menos. Feijóo puede aspirar en una futura investidura  a recibir los votos de los diputados del PP, Vox (no será fácil), Coalición Canaria (el PP da soporte al gobierno canario) y los navarros UPN, pero entre todos solo llegan a 171, por lo que les faltarían 5 para la mayoría absoluta.  Cualquier diálogo con el PNV estando Vox de por medio está condenado al fracaso.

Sánchez y el PSOE.- El sanchismo ha sobrevivido, esa es la noticia, porque la izquierda no le ha pasado factura por sus coaliciones Frankenstein y sus cambios de opinión, como él dice: sus «rectificaciones». El PSOE gana 2 escaños, se queda en 122, y a buen seguro que empezará a negociar un Frankestein 2.0 más complicado que el primero.  PSOE y Sumar solo suman 153 escaños, a años luz de la mayoría absoluta, que es 176, por lo que a buen seguro que comenzará negociando con los soberanistas de ERC, Bildu y el PNV, que le pedirán un paso adelante en el reconocimiento de la autodeterminación para el País Vasco y Cataluña y la amnistía para los políticos del 1-0, lo que no es posible sin saltarse a la torera la Constitución. Pero Sánchez les intentará enredar con las mesas de negociación y los referendums consultivos; y puede que los acabe convenciendo ante la amenaza de una investidura de Feijóo con Abascal. Aun así, entre todos los citados, más el BNG gallego, solo llegarían a 172 escaños, a cuatro de la mayoría absoluta. Y ahí llegamos al esperpento: las cuentas no le salen a Sánchez si no mete en el fregado al partido del fugado Puigdemont, con lo que cualquier pacto requeriría de un proceso de blanqueo, aunque el fugado a Waterloo ya lo ha advertido: no haremos presidente a Sánchez por nada, por lo que la cosa se pone complicada porque ningún presidente puede poner por escrito algo que no está en su mano, sino en la Constitución española, que todavía no ha sido derogada y atribuye la soberanía al conjunto del pueblo español. Sánchez tendría la posibilidad de iniciar un diálogo a la alemana con Feijóo, pero no está en sus genes. En Ferraz le gritaban “No pasarán”, como si fuera Largo Caballero, refiriéndose al “bloque involucionista”, como Sánchez llamó a PP y Vox, así que esta película ya le hemos visto con el “no es no” de protagonista. “Somos muchos los que queremos que España siga avanzando”, gritó ante su militancia, y todo hace suponer que entre ellos estarán Bildu, ERC y el PNV, pero no tanto Feijóo. Me gustó que en la calle de Ferraz se vieran algunas banderas españolas, lo que no es frecuente en los mítines de Sánchez, pero este demostró poco estilo democrático al no felicitar a Feijóo por su triunfo electoral. Al menos no gritó “Ayuso, Ayuso”.  

Cataluña ha salvado a Sánchez del estropicio que le auguraban los sondeos, por mor de un PSC que allí ocupa un espacio político que se confunde con el nacionalismo y al que incluso le ha robado más de un voto.

Vox y Abascal.- El partido ultranacionalista de la derecha radical sacó 33 escaños, 19 menos que en 2019 y en todos los pactos es irrelevante o tóxico. Se puede decir que ha cedido en torno al 35% de un electorado que Feijóo lo ha devuelto al PP, aunque tampoco se puede despreciarlos, como hacen algunos, porque todavía conserva más de 3 millones de votos  y 33 escaños. Un suelo muy sólido. Abascal encendió a la concurrencia en esta noche electoral advirtiéndonos de una segunda investidura de Sánchez apoyado en el “comunismo, el separatismo golpista y el terrorismo” y felicitó irónicamente a Feijóo porque ahora podrá pactar con el PSOE, que “es lo que siempre ha querido”. Abascal concluyó con la épica que tanto le gusta: “estamos preparados para resistir y para una repetición electoral”. Que será lo más probable.

Sumar y Yolanda restan.- La comparecencia de la lideresa de Sumar, acompañada de la jefa orgánica de Podemos, Ione Belarra, pareció la del partido que había ganado las elecciones por mayoría absoluta. Tal fue el festejo y la algarabía que se vivió. Pero cuando esta mañana despierte Yolanda y vea los resultados, comprobará que Sumar no solo no ha sumado sino que resta. En 2019 Podemos y sus confluencias llegaron a los 38 diputados, ahora la formación neocomunista, liderada por Yolanda Díaz, se ha quedado en 31. No da para tanta fiesta.

Vamos a tener un verano movidito, al que seguirá un otoño oscuro y en el que muchos se seguirán mesando los cabellos por la ley electoral que tenemos, que alienta el poder de los extremos, y permite que un prófugo de la justicia se pueda convertir en el eje de la gobernabilidad en España, el país que quiere destruir. Pero esto es lo que hay.

EN GUADALAJARA SE HA  REPETIDO  EL 1-1-1, es decir, un reparto de los tres diputados entre PP, PSOE y Vox, que hace tres meses era el resultado que me parecía más probable, aunque viendo el impulso que cogió el PP, ahora lo puedo calificar de sorprendente. Los populares han tenido un gran avance, pues han sumado 20.545 votos más que en 2019, han desecho el sorpasso que les hizo Vox y han recuperado con creces la condición de partido más votado en la provincia, pero todavía le han faltado 2.975 votos para recuperar ese segundo escaño. El PSOE ha sumado 5.017 votos más que en 2019, lo que no parecía una tarea fácil, y ha tenido mejor resultado en los pueblos pequeños que en los grandes.

En la capital, el PP vuelve a ser el más votado, con cerca del 40%, casi 3.000 votos más que el PSOE, una gran mejora sobre las municipales. En la industrial Azuqueca, la «derecha involucionista» en palabras de Sánchez, ha sacado más votos que la izquierda del «progreso y el avance». Para analizar con detalle. En Sigüenza, el PP es la primera fuerza, después de caer por mayoría absoluta en las municipales. Caso distinto a Molina de Aragón, donde el PSOE confirma su resultado en las municipales y en el Señorío en general. Vox, después de una semana horribilis, y con un mal candidato en Guadalajara, ha sumado casi 27.000 votos en esta provincia, rozando el 20% de los sufragios, que el PP no ha logrado atraer a posiciones más moderadas, un porcentaje demasiado alto como para despreciarlo. Sumar apenas suma el 9%, un porcentaje muy pobre, y que además deja una crisis en Podemos Guadalajara, cuyos dirigentes han tomado las de Villadiego.            

Un gobierno que se tambalea (para empezar)

El transfuguismo es uno de los defectos nunca resuelto en la democracia española por su sistema electoral. En la misma Guadalajara hemos tenido sonoros casos, entre los que recuerdo -aunque hay muchos más- la fuga de un concejal del Centro Democrático y Social (CDS), Paco Sáez,  y que posibilitó el fracaso de la moción de censura que encabezó José María Bris en el Ayuntamiento de Guadalajara; está el caso Planelles que se fue de un PSOE en crisis y pactó con el PP, y luego fracasó cuando se presentó como independiente; o el lío que se formó en Diputación cuando casi medio grupo Popular terminó fuera de ese partido por una discusión sobre quién debería ser el portavoz en la Casa Palacio. Sabemos por tanto del efecto nocivo del transfuguismo sobre nuestras instituciones, pero lo que no había visto hasta ahora, después de más de cuarenta años de profesión, es la tipología del tránsfuga sobrevenido, que incluso antes de tomar posesión ya te está advirtiendo que puede acabar en el grupo de no adscritos, por discrepancias con la dirección de su partido, como sucede con la edil de Vox, Eva Henche. Esta mujer, ha reconocido en declaraciones a Efe que ya se lo ha trasladado al Comité Ejecutivo Provincial de Vox y que esta decisión se tomará en función de lo que la contesten y se tomen las medidas oportunas contra el “enchufismo y la asignación de asientos”. Porque ella lleva mucho tiempo en Vox trabajando por unos valores sin cobrar un duro, para que ahora vengan otros a repartirse asientos. El asunto tiene mala pinta – y pasa a menudo con los partidos nuevos-, porque ya el presidente nacional de Vox, Santiago Abascal, advirtió que el partido no aceptará “chantajes” de la edil y la conminó a no secuestrar la voluntad de sus votantes. Tiene razón Abascal en este segundo reproche, Eva Henche si llega a ser concejal de Guadalajara es porque fue en una lista cerrada de Vox, no por méritos propios. Pero Abascal también sabe, y yo así se lo traslado a mis lectores, que hay suficiente jurisprudencia en los tribunales como para que la susodicha pueda tomar posesión efectiva de su asiento y de su condición de concejal, por mucho que este partido pueda luego recurrirlo en los tribunales. Que lo hará.

Por de pronto, es legítimo preguntarse: ¿Está en peligro la mayoría absoluta de PP y Vox en el Ayuntamiento de Guadalajara? Y la consiguiente respuesta es que sí lo está, porque una concejal no adscrita, por mucho que no represente a nadie, en una corporación de 25 escaños, con 12 en poder de la oposición de izquierdas, se convertiría en el fiel de la balanza y en la edil de oro con el que el equipo de Gobierno no tendría más remedio que pactar los presupuestos y la política esencial de la legislatura. Es decir, tendría un poder de decisión superior a cualquier otro concejal y pondría en entredicho el primer argumento para defender que no gobierne la lista más votada. Que es la estabilidad que facilita un gobierno PP y Vox, porque ha perdido al edil que abrocha esa mayoría absoluta. Por no hablar de que durante la legislatura estaría sobrevolando ante cualquier crisis la moción de censura, sencillamente porque dan los números. Otra cosa es que si Rubalcaba bautizó como pacto Frankenstein a las alianzas que formó Pedro Sánchez para llegar al Gobierno, con la moción de censura contra Rajoy, aquí estaríamos ante un Frankenstein al cubo, porque incluiría una edil ultraconservadora fugada de Vox, 11 concejales del PSOE supuestamente socialdemócratas y 1 edil de un grupo municipalista de izquierda que milita en el hemisferio woke y con ideas lo más opuestas al ideario de Vox que se puede despachar. La deriva anunciada por la concejala nos llevaría a un escenario apasionante para los periodistas, pero reconozco que sería un descalzaperros para el Ayuntamiento de Guadalajara, porque necesitaría pactar los asuntos de cada pleno con la edil tránsfuga o exponerse a no sacar su programa adelante, lo que acabarían pagando en las urnas.  

Guarinos y Toquero muestran el acuerdo al que llegaron PP y Vox para gobernar Guadalajara y del que amenaza con bajarse una futura edil de Vox./Archivo

Por tanto, tiene motivos Ana Guarinos de estar inquieta, porque su gobierno recién estrenado ya se tambalea y tiene una multiconcejalía asignada a Vox, vacante, después de la dimisión no explicada de María del Sagrario Muñoz, con una retahíla de competencias sin responsable político, apunten: Familia y Servicios Sociales; Infancia y centros de atención a la Infancia; adolescencia; mayores; migraciones; diversidad funcional y asuntos con las Confesiones Religiosas. El asunto no puede ser más enrevesado, incluso para una alcaldesa tan veterana como Ana Guarinos: ¿cómo va a dar responsabilidades a una nueva edil, si esta va por libre, porque no forma parte de los partidos que componen el pacto de su investidura? Imposible de los imposibles.       

Imagino cómo debió sentirse el sábado Santiago Abascal en Guadalajara cuando vino para pedir el voto por ese tercer diputado que su partido se está disputando con el PP, que solo tiene asegurado 1, como el PSOE, y se encontró metido en este incendio. No me gustaría haber estado a su lado. Y la media sonrisa que dibujó Feijóo cuando el domingo vino a Guadalajara a enseñar que es necesario pasar de los juegos adolescentes a la política para adultos. Aunque dé menos titulares.

P.D. Esta semana horribilis de Vox en Guadalajara se inicia cuando se rubrican y publican -¡en medio de una campaña electoral, qué ocurrencias¡-los nombramientos del equipo de asesores que tendrá el equipo de Gobierno. Es un trago ante la opinión pública por el que pasan todos los equipos de Gobierno, porque es personal de confianza que dicen necesitar para que funcione su maquinaria, pero que en elecciones es munición de grueso calibre, si va acompañado de polémica interna. Fernando Toquero era uno de estos asesores. Conozco a Fernando, es un hombre de la cultura en todas sus ramas, experto en comunicación cultural, con titulaciones suficientes en el mundo del diseño y la creatividad, además de ello es una gran persona y un tipo honesto, y podría certificar ante cualquiera, como jefe suyo que fui, que es un profesional perfectamente idóneo para ocupar un puesto de coordinador de la concejalía de Cultura. Solo hay un caso en que esa idoneidad no se cumpliría, a mi juicio: si ese nombramiento se hiciera por iniciativa de un hermano suyo. Quiero también comprender a ese hermano que quiere tener a su lado a un tipo competente, que le va a resolver los problemas sin crearle ninguno, que lleva a Guadalajara en el corazón, pero por ser nuevos les digo que en política no se puede regalar la trompeta al pregonero. Y en eso hay que seguir el dicho romano que se adjudicó a la mujer del César. Entiendo por tanto la renuncia, que ayudará a  rebajar la tensión interna en Vox,  aunque en el mandato anterior también hubo hermanos asesorando a tenientes de alcalde, y que milagrosamente han sobrevivido a la extinción de los dinosaurios. Pero esto es lo que hay.    

Feijóo sale impulsado por el debate

En La Moncloa se esperaba con mucho interés el resultado del debate entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, y no dudaban de que podía ser el impulso para la remontada del presidente. Confiaban en las buenas maneras de Sánchez, que se había manejado bien en los cara a cara celebrados en el Senado, pero olvidaron que en ellos el presidente jugó con ventaja porque tenía tiempo ilimitado para exponer frente al tiempo tasado del senador Feijóo.

Por ello, vimos a un Sánchez que salió al debate muy confiado en su superioridad, como si el Estudiantes jugara ante un equipo de pueblo, y se le notó con el desdén que trató al adversario desde el minuto 1. Su táctica era interrumpirle continuamente diciendo que los datos económicos de Feijóo eran mentira, sin más, pero sin precisar en qué estaba mintiendo. En realidad, se trataba de datos macroecómicos, que son interpretables dependiendo de cómo los cojas, y me estoy refiriendo al empleo, el PIB, al crecimiento económico o al aumento del déficit y la deuda, que Sánchez achacó a la guerra de Ucrania o al gasto extra durante la pandemia.

Feijóo en su última visita a Guadalajara junto con el cabeza de lista, Antonio Román.

Feijóo pronto se dio cuenta de que las intervenciones explicativas con Sánchez no son posibles, por las interrupciones, y aceptó bajar al barro y jugar el partido en el terreno  que le proponía el presidente del Gobierno.  Y ahí es donde sorprendió incluso a los suyos, porque se fajó bien en el cuerpo a cuerpo, aunque el presidente le dio muchas facilidades. Se hablara de lo que se hablara, Sánchez empleaba como único argumento que el PP es lo mismo que Vox, con lo que el gallego ejercía como tal, se iba por las ramas sobre su relación postelectoral  con la derecha extrema, pero acababa recordando a Sánchez que él no está en condiciones de dar lecciones a nadie después de haber pactado con Podemos -que antes le quitaban el sueño- los independentistas del 1-0 o los filoetarras de Bildu. Estos últimos le acabaron de poner una piedra al cuello cuando esa misma tarde, en un mitin conjunto celebrado por ERC y Bildu, sus líderes presumieron de todo lo que le habían sacado a Sánchez y desafiantes, avanzaban que redoblarían la apuesta. Sánchez estuvo torpe al tratar a Feijóo como si fuera Abascal; y en cuestiones que son delicadas para el candidato del PP, por las tesis inaceptables  de Vox en materia de violencia de género, sobre las que no puede transigir, el ex presidente de la Junta de Galicia demostró  sus tablas finalizando el debate con la ley del Sí es Sí y su reguero de violadores y maltratadores excarcelados.

El ”aspirante”, ya metido en su papel presidencial que le dejaba Sánchez con su retórica, tuvo un golpe de efecto al poner sobre la mesa un pacto para que gobernara la lista más votada, que Sánchez no aceptó aludiendo a que eso no va a ocurrir en Extremadura.  “Si no quiere que gobiernen los extremos, ahí tiene usted su oportunidad”, le espetó. Muchos sabemos que la solución de que gobierne la lista más votada se queda solo a medias, porque no garantiza la gobernabilidad del Ejecutivo al que se elige, pero ante la cantinela de Sánchez con que Vox no puede entrar en los gobiernos, fue una imagen eficaz y que descompuso a su adversario.

En términos políticos, de ideas y propuestas, el debate constituyó un soberano fracaso, porque se tendió al espectáculo y a la bronca, por las constantes interrupciones, pero es lo que tiene esta política actual, que simplifica cualquier idea a golpe de tuit hasta convertirla en estúpida. Tal es así, que se dejaron temas básicos sin tocar como son la digitalización, la influencia de la inteligencia artificial en el mercado laboral, la forma de afrontar el cambio climático sin que Europa se arruine, o la política energética de España y cómo se podría alargar la vida de las nucleares por la sobredependencia del gas ruso.  Ese fue el fracaso de un debate, que sospecho no habrá movido mucho (veremos los trackings desde mañana) el sentido de voto de los televidentes, y que es obvio que ha impulsado a Feijóo, porque era el favorito de todos los sondeos electorales menos el que cocina Tezanos. La obsesión de Sánchez por meter a Vox en todas las salsas, incluso le habrá venido muy bien a Feijóo para captar el voto útil en provincias como Guadalajara, y eso se lo habría advertido Iván Redondo si Sánchez no lo hubiera echado, inopinadamente, mientras no ha tenido problemas en mantener a ministros y ministras que han acreditado su torpeza e inutilidad para el ejercicio del cargo. Con Iván Redondo no habría acabado Sánchez hablando del Falcón y Txapote.

Esto es lo que hay.  Feijóo se destaca, pero necesita mucho impulso para asegurar un gobierno estable, sin que Abascal le exija la vicepresidencia.  Y como España no es Alenania, hasta podrían repertirse las elecciones. Como en Murcia.  

Sorpresa en Guadalajara con Tezanos

En mi último post escribía que, salvo sorpresa, en Guadalajara el 1-1-1 de las elecciones de 2019 estaba esculpido en mármol. Decía también que lo previsible es que el PP revirtiera el sorpasso de Vox en 2019, y que esta vez fuera el partido más votado, incluso por encima del PSOE. Pero todo ello no sería suficiente como para alterar el reparto de escaños.

Pues bien, ahora nos sale Tezanos con su macroencuesta y con un reparto de escaños como en los mejores tiempos del Partido Popular cuando tenía tan garantizado el segundo escaño, que lo reservaban a algún paracaidista de Génova, como hace ahora Vox con su candidato López Maraver. A favor del pronóstico de Tezanos juega que cuando el PP ha gobernado en España, en Guadalajara ha sumado 2 escaños; siempre. En su contra, lo que yo valoré en mi post de la semana anterior: que para que ello sea posible, el PP debería doblar en votos a Vox, y así adjudicarse el segundo escaño en lugar del candidato de Abascal. Teniendo en cuenta que Vox reunió el 15% en las últimas elecciones municipales en Guadalajara, me parecía muy complicado, pero por lo que estamos viendo, si el PP sigue beneficiándose del voto útil no es descabellado que Tezanos acabe acertando. En favor del PP está, además, que ha presentado al mejor candidato posible, Antonio Román, que además es el de mayor grado de conocimiento, mientras que Vox nos manda a un paracaidista que ha demostrado en los últimos cuatro años que no merece ser diputado por Guadalajara.

No me sorprenden, en cambio, los pronósticos del CIS sobre el conjunto de Castilla-La Mancha. En una comunidad donde el PSOE ganó claramente las Autonómicas con el 44% y 122.345 votos de diferencia con el PP, apenas un mes y medio después, la encuesta del socialista Tezanos nos dice que, ahora, ganará el PP con 3 escaños de diferencia sobre el PSOE, lo que de haber sucedido el 25 de junio le habría dado a Paco Núñez la mayoría absoluta. ¿La diferencia?  Que entonces el candidato era Emiliano García-Page, que no suscita rechazo entre el electorado moderado, como le sucedía a Pepe Bono, y que ahora es Pedro Sánchez, el candidato menos trasversal que ha tenido nunca el PSOE desde Largo Caballero.

La encuesta de Tezanos le da impulso a Sánchez, pues rechaza una posibilidad que le están dando los sondeos privados que publican los medios de comunicación, como es que Feijóo podría completar su mayoría (176 escaños) con la derecha populista de Abascal. Pero este sondeo de Tezanos tiene truco, pues da una horquilla de escaños tan grande que es difícil  no equivocarse, pero no nos dice cuál es porcentaje de voto directo en el reparto de escaños por provincias, y sobrevalora la potencialidad de Sumar con 45-50 escaños, más del doble de lo que sacaría Podemos en solitario. A mí no me acaba de encajar, aunque sí es cierto que contempla un factor que podría dar a Sumar un paquete de escaños extras. Por esta y otras encuestas, Vox podría perder su condición de tercer partido en beneficio de Sumar y ya sabemos que cualquier porcentaje por debajo del 12 o 13% conlleva una notoria penalización con la ley  D’Hont. En 2019, Vox fue la tercera fuerza con el 15%  y el escaño le salió a 70.000 votos de media. A Unidas Podemos, cuarta fuerza con un 12,8%, le salió por una media de 88.5000 votos. Con poco más de medio millón de votos entre Vox y Podemos, la derecha extrema sacó 52 escaños frente a los 35 de los neocomunistas.

Esto es lo que hay cuando la campaña electoral arranca esta noche. Feijóo es el favorito, pero Sánchez y sus variopintos socios de legislatura no dan la batalla por perdida.

Un 1-1-1 esculpido en mármol

No hemos terminado de superar las elecciones del 28-M (en Guadalajara todavía hay ayuntamientos como el de Pioz que no se han constituido y eso frena a la Diputación, que tampoco) y ya estamos metidos, por decisión de Pedro Sánchez, en unas elecciones playeras que maldita la gracia le hace al personal, sobre todo los que deban estar al frente de las mesas electorales. Pero esto es lo que hay; y es de lo que tenemos que ocuparnos.

Si en el 28-M, les contaba que las elecciones en el Ayuntamiento de Guadalajara se decidirían por un concejal y que las Autonómicas iban a estar más apretadas que nunca en Castilla-La Mancha, el 23-J tiene la pinta de estar el pescado más vendido; y en lo tocante a Guadalajara veo esculpido en piedra el reparto de escaños de 2019 (1 PSOE, 1 VOX y 1 PP), aunque es más que probable que ése no sea el orden en cuanto a los sufragios que reciba cada partido. En las segundas elecciones del año 2019, en Guadalajara se produjo un suceso inimaginable, como fue que el PP perdió el liderazgo de la derecha, que se desplazó más a los extremos al recibir el partido de Santiago Abascal el 24,18% de los votos y dar así el sorpasso a los populares de Pablo Casado, caídos hasta el 23,2%, mientras que el PSOE de Pedro Sánchez fue claramente el más votado con el 31,4%, sumando casi diez mil votos más.

Las tendencias han cambiado mucho a lo largo de estos últimos cuatro años, y cuando apenas queda un mes para la nueva cita con las urnas, el promedio de los sondeos electorales que se publican en España, salvo el del CIS de Tezanos, que no se rige por la demoscopia sino por las leyes de la alquimia, nos avanzan que el PP de Feijóo ganaría los comicios con el 33,2% de los votos, el PSOE de Sánchez caería hasta el 26%, mientras que Sumar y Vox se disputan la tercera plaza. De momento, Vox es tercero con el 14,2% y anotamos que el Sumar de Yolanda Díaz no suma porque tiene el 12,6%, mientras que solo Podemos en las últimas elecciones llegó al 12,9%.  La traducción de estos datos es que el PP ganará las elecciones, pero Feijóo no conseguiría lo que Moreno Bonilla en Andalucía, poder gobernar sin Vox, que a día de hoy es indispensable para tocar los 176 escaños que otorgan la mayoría absoluta. De ahí se explica la incertidumbre en la estrategia popular en las negociaciones sobre los gobiernos autonómicos. Era inevitable desde el momento en que Feijóo decidió dar la responsabilidad a sus barones regionales, y así vemos que mientras Mazón en Valencia fue generoso en el reparto del poder con Vox, en Extremadura su candidata, María Guardiola, se pegaba un tiro en el pie y se ponía exquisita en su relación con Vox, dejando a sus compañeros de otras comunidades en mal lugar al marcar unas  líneas rojas que en todo caso le habría correspondido fijar al presidente nacional. Feijóo sabía que ése era el riesgo al no haber firmados unos pactos  nacionales PP-VOX, con el campo de juego más delimitado, pero el gallego es gallego y ha querido dar protagonismo a los territorios, con un resultado desigual.  

Tanta incertidumbre es consecuencia de la geopolítica electoral instalada en España y que ahora pasa por la fase bloquista; una fórmula que a muchos nos desagrada porque es la que peor resultado nos ha dado en otros momentos de nuestra cainita historia. Porque más que ofrecer una alternativa propia esta consiste en que no venza el contrario. Feijóo se equivocaría si todo lo fiara al cansancio del pueblo español sobre Sánchez y su legado. Solo recordar que a las elecciones de 1933, el Conde de Romanones no se presentó en Guadalajara como liberal o fusionista sino al frente de una coalición monárquica que se llamó Bloque Antirrevolución, mientras que socialistas y azañistas lo hacían por el Frente Popular, no por el PSOE e Izquierda Republicana.  A este bloquismo de trinchera se le dio solución en España en la Constitución de 1978, que alumbró la Transición, aunque como con gran ingenio ha escrito el ex ministro socialista  -y ex rector de la Universidad de Alcalá- Virgilio Zapatero, los autores de la Constitución de 1978 deberían haber añadido, al final del texto, una especie de Manual de Instrucciones que dijera algo así como: “Atención, este instrumento no funciona con bloques políticos enfrentados entre sí”. Pero esto es lo que hay; y es el legado de la fragmentación electoral hacia los extremos, sufrida por la aparición de Podemos y Vox, este último partido germinado por el radicalismo del anterior a modo de parachoques anticomunista.

Antonio Román, cabeza de lista al Congreso por el PP./Archivo.

El bloquismo esta vez va a favorecer a los partidos que lideran ambos bloques, PP y PSOE, pero no es previsible que en Guadalajara sea suficiente como para levantar ese 1-1-1. En lo provincial, Socialistas y Populares han acertado con los candidatos provinciales, pues ambos han puesto a los más conocidos por los electores, Antonio Román y Alberto Rojo, popularidad que deviene de haber sido alcaldes de Guadalajara.

Alberto Rojo tiene intención de seguir en el Ayuntamiento, aunque salga elegido diputado, porque el PSOE no le da por amortizado en su carrera municipal (tiene todas las papeletas para repetir en 2027), por su buen resultado electoral (subió 5 puntos), aunque dejará el cargo y el sueldo de portavoz a Sara Simón, que será el azote de Guarinos en el salón de plenos. Sumar en Guadalajara suma muy poco, y menos cuando han puesto a una candidata que no era la elegida por la organización provincial de Podemos, lo que refuerza el voto útil del PSOE.

Alberto Rojo, cabeza de lista del PSOE al Congreso./Archivo.

El PP ha puesto encabezando a otro primer espada, Antonio Román, y su primer objetivo es deshacer el sorpasso de Vox de las elecciones de 2019. Lo veo muy factible, pero  algo menos que ese impulso le alcance para superar al PSOE como partido más votado, aunque en la práctica el señor D’Hondt nos dice que se repetiría el 1-1-1 de 2019.  Hay otro dato que favorece al PP: Ciudadanos, a pesar de perder su diputado al Congreso, todavía reunió 10.169 votos en 2019 que entonces se fueron a la basura, y que Román está en condiciones de recoger.

Vox sigue estando fuerte en el Corredor y en el sur de Guadalajara -la zona más poblada-, con porcentajes que superan en la capital casi diez puntos sobre el promedio nacional del 14,2%. Así que está en condiciones de adjudicarse el tercer escaño en Guadalajara. Y eso a pesar de la decepción que ha supuesto la repetición de la candidatura de López Maraver, un colaborador estrecho de Abascal, y que no ha tenido la menor trascendencia como diputado por Guadalajara. Ya sé que Vox es un partido de jerarquía y que su elector sobre todo vota a las siglas, pero ya que te envían a un paracaidista por lo menos hay que procurarse un paracaídas. Maraver es que no ha venido ni a las procesiones. Entre él y Luis Fraga este último parecería de Guadalajara de toda la vida. Sí, ya sé que estamos en unas elecciones Generales, en las que lo que prima es la política nacional, pero también tenemos nuestro terrenito y si no se abona saldrán los ¡Soria, ya! o Teruel Existe. Provincias ambas vecinas.

P.D.- Esta semana, Ione Belarra, número 5 de Sumar en Madrid y secretaria general de Podemos, ha terciado en la polémica sobre la soberanía para respaldar el “derecho a la autoderminación” en el conjunto de un estado plurinacional. Ambos conceptos están fuera de la Constitución, que en su título preliminar, artículo 2 punto 2, dice lo siguiente: “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”. Belarra va por la vida sin manual de instrucciones y sin que nos ilustre cómo va a resolver el problema legal de convocar un referéndum otorgando la soberanía a una comunidad autónoma, y despojarla así del pueblo español, como reza en la Constitución. Que Belarra se preste al discurso independentista y disruptivo del Estado Español no sería novedad, lo que le da relevancia es que lo haga una ministra del Gobierno de Sánchez y que el jefe político del bloque guarde silencio. ¿Están por el estado republicano y confederal y por enterrar la Constitución de 1978 mediante un proceso constituyente y que sea lo que Dios quiera? Pues que lo digan.       

Guarinos fue “paloma” y apela al diálogo

El Partido Popular gobierna el 61,4% de la población de las ciudades con más de 50.000 habitantes, entre ellas Guadalajara y todas las de Castilla-La Mancha, menos Cuenca capital; después ya estaría Azuqueca de Henares. En números, eso se traduce en 15,4 millones de ciudadanos gobernados por el PP, lo que a poco más de un mes de las Generales, es una ventaja que nunca, antes, ha dispuesto el centro-derecha español. Solo hay que subrayar que, en España, siempre una victoria en las municipales ha sido el prólogo de un triunfo en las Generales, y esa es la prima de riesgo a la alemana con la que Feijóo afronta  el 23-J.

Guarinos recibe la felicitación de su predecesor, el alcalde Alberto Rojo./GUDiario.

Guadalajara ha sido uno de esos ayuntamientos en los que el PP ha debido recurrir a un pacto con Vox para desbancar de la alcaldía al PSOE, como lista más votada. El otro en la región ha sido Toledo y solo por eso se va a poner sobre ellos la lupa. La nueva alcaldesa, Ana Guarinos, una mujer con mucha mili a cuestas, lo sabe muy bien y eligió un discurso moderado para su toma de posesión en el que se puso el acento en el pacto y el diálogo y en el que prescindió del triunfalismo y la soberbia. Guarinos, quien todos la tenemos por un halcón en política (recordando aquella distinción entre halcones y palomas, según expresión de Henry Kissinger, durante la Guerra fría), fue esta vez paloma, porque es lo que toca: si bien es cierto que el centro-derecha ganó las elecciones en la capital, en votos (19.669) y concejales (13 por 12), la izquierda tuvo un resultado global entre los mejores de la historia (20.463 votos entre PSOE, Aike y IU-Podemos), lo que obliga a la alcaldesa popular a practicar una política no sectaria y de inteligente moderación en cuestiones que son especialmente sensibles. Me estoy refiriendo a la violencia machista, la inmigración o a la diversidad sexual, que hasta ahora han sido los charcos habituales en los que se han metido sus aliados de Vox. Al PP le basta acentuar su identidad en “la defensa de la Constitución y la nación española”, como dijo la alcaldesa, para poner en valor sus principios y subrayo como un acierto este párrafo: “Mi obligación es buscar puntos de acuerdo: Quien busque la confrontación, no me va a encontrar”.

El tono del discurso de despedida de Alberto Rojo fue el de un caballero y el de un demócrata que lo demuestra con hechos. Dejó meridianamente claro que el pacto entre PP y Vox es “legítimo” y “democrático”; como no podía ser de otra manera en un partido que ha accedido en tres mandatos a la alcaldía, mediante pactos, en la primera época de Javier de Irízar ( con el PCE), luego Jesús Alique (con IU) y finalmente con el propio Rojo ( con CS). Pero es muy saludable que se reconozca por el perjudicado para legitimar la institución. Y a partir de ahí, cabe cualquier reserva, como la manifestada por el alcalde Rojo sobre si el carácter “ultraderechista” de Vox puede poner en cuestión las políticas sobre “igualdad, emigración o la diversidad sexual”.  Rojo, que dejará en pocos días el Ayuntamiento, si es elegido diputado al Congreso, anticipó que la oposición socialista será “leal y constructiva”, aunque también advirtió –sin la aspereza de su última rueda de prensa– que “no callarán ante las políticas extremistas”. El alcalde saliente deseó “lo mejor” a su sucesora y yo, como vecino, le deseo lo mejor a él; y el día que cuelguen su retrato en la galería de alcaldes, siempre recordaré que durante su mandato tuvo que afrontar dos emergencias terribles como Filomena y la pandemia del Covid, y en las que se manejó con eficacia y serenidad.

La nueva alcaldesa y su primer teniente de alcalde./GUDiario.

Todos los oídos estaban puestos en el discurso del primer teniente de alcalde, Javier Toquero del Vado, y cumplió las expectativas. Si algunos querían ver en él a un peligroso ultraderechista, salieron defraudados. Los que por edad sabemos – y padecimos-, lo que es la extrema derecha, con correajes, no podemos reconocerla en el perfil de hombre tranquilo de Javier, y me alegró escuchar de su boca que “vamos a demostrar que no se cumpla esa etiqueta que nos han colgado”. Para terminar: “Los cuentos de terror son solo cuentos”. “Trabajaremos por una ciudad más justa e igualitaria para todos”.

Todos los ediles de Vox juraron su fidelidad a la Constitución, al Rey y al Estatuto de Autonomía sin apostillas y comentarios, en contraste con la portavoz de Aike, Susana Martínez, que su fidelidad al Rey es “por imperativo legal”, utilizando esa expresión que en su día puso de moda Herri Batasuna, y sin menoscabo de “sus principios republicanos y sobre la igualdad”. Por tanto, una promesa a la carta de la señora Martínez sobre la Constitución, que si se extendiera al resto de ediles y explicitaran también lo que no les gusta de ellos, las tomas de posesión se parecerían al Hotel de los Líos de los Hermanos Márx, en esa antológica escena sobre “La parte contratante de la primera parte….”

Ex alcaldes de Guadalajara, presentes en la sesión de investidura/GUDiario.

Por tanto, el discurso radical y frentista de la mañana estuvo a cargo de la citada portavoz de Aike,  que sustituye a un buen concejal, Jorge Riendas, a quien -presumo- vamos a echar de menos. Susana no dio cien días al nuevo equipo de gobierno, como aconseja la tradición, ni tan siquiera una hora, pues se refirió a él como “la tristeza de siempre, ya los conocemos” , y reclamó sacar a la luz ese pacto de 120 puntos, que según la concejala han firmado en secreto ambos partidos. La portavoz de Aike llamó a la “resistencia” ante el nuevo equipo de Gobierno, y finalizó con un recuerdo a su compañera Blanca Calvo, la primera alcaldesa, interpelando a Guarinos “sobre el legado que quiere dejar usted”. Blanca Calvo no asistió al acto, aunque estaba invitada, como el resto de alcalde vivos, a pesar de que era simbólico: es la segunda vez que Guadalajara elige a una alcaldesa, pero es la primera vez que esta es de derechas. Por lo que se cierra un círculo virtuoso sobre el papel de la mujer en la política local que los que hicimos la Transición valoramos especialmente. Y así lo recoció Ana Guarinos en su discurso al subrayar que la igualdad se manifiesta con hechos; y que ella, una mujer, fue candidata por el PP.

Esto es lo que hay; que no es poco. Y lo que venga, se lo iremos contando.    

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