María Dolores de Cospedal dijo en su noche más triste, cuando no superó el corte para ser presidenta del PP ( y por ende candidata a presidir el gobierno de España), que muy pronto comunicaría cuáles eran sus planes de futuro. Desde entonces se ha dado un periodo de reflexión, porque sigue siendo presidenta del PP de Castilla-La Mancha (un partido regional que le ha respaldado mayoritariamente en su última aventura política) y por lo tanto candidata in pectore a la Presidencia de Castilla-La Mancha. A no ser que renuncie. Porque la decisión no se puede demorar más. Emiliano García-Page espera en la casilla de salida después de su flamante proclamación por el Comité Regional del PSOE, con un apoyo tan amplio que no se han requerido de las Primarias. Los “sanchistas” están a otras cosas, ahora.
¿Qué habrá decidido Dolores de Cospedal? Nadie lo sabe. Porque De Cospedal es celosa de sus decisiones, y es ella la que marca los tiempos, aunque la impresión mayoritaria entre los miembros del Partido Popular con los que hablo es que no va a seguir. No es información, insisto, es pura intuición. ¿Es verosimil que De Cospedal, tras fracasar en su intento de presidir el Gobierno del PP (y de España), opte por unas inciertas elecciones en Castilla-La Mancha a un cargo del que ya ha disfrutado, si se me permite conjugar ese verbo)? ¿Unas elecciones en las que en el mejor de los casos, porque el mapa político ha cambiado radicalmente en los últimos cuatro años, ya no se disputan entre dos sino a cuatro bandas: PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos? Un gobierno, el que salga, que va a ser necesariamente de coalición, porque los tiempos de las mayorías absolutas pasaron, incluso en una comunidad como la de Castilla-La Mancha donde hay una Ley Electoral (que caciqueó De Cospedal) y que favorece a los dos partidos tradicionales de la izquierda y la derecha? ¿Una Ley Electoral, que en el mejor de los supuestos para De Cospedal, lo mejor que le depararía es un gobierno de coalición con Ciudadanos, partido que probablemente va a poder jugar con dos barajas, con socialistas y populares, a los que podría pedir hasta esa inquietante luna roja que vimos el viernes?
Mi respuesta, e insisto, no es información, solo intuición es que Cospedal va a rechazar ese cáliz de embarcarse en una incierta campaña en Castilla-La Mancha, y que ya ha tomado una decisión. Y una pista nos la podría dar su reciente nombramiento como presidenta del Comité de Exteriores del Congreso de los Diputados. DeCospedal mira al exterior, algo perfectamente lógico para no ser un incordio con el nuevo presidente, Pablo Casado, a quien respaldó con decisión en la segunda vuelta, y ya se lo ha sabido agradecer con los últimos nombramientos de castellano-manchegos en los órganos directivos del PP y en sus grupos parlamentarios. Mi impresión, e insisto en que no tengo información privilegiada, es que De Cospedal ya ha tomado una decisión y que está relacionada con su nombramiento como Presidenta de la Comisión de Exteriores del Congreso (la misma que presidió Juan Antoni Durán i Lleida cuando todavía había esperanza de integrar al catalanismo de la desaparecida CiU), seguramente la comisión más deseada y de mayor relumbrón del parlamento español. Y si damos un paso más nos encontraremos con que la exquisita comisión es es el mejor vehículo, por ejemplo, para un destacado político que quiera seguir su carrera en el exterior, con lo que que si ella quiere –porque Casado no se lo va a negar–, podría encabezar la lista al parlamento europeo, elecciones que en España coincidirán con las Autonómicas y Locales. Item más: que como nos ha mostrado Arias Cañete, hilando e hilando, es la mejor manera para acabar siendo comisario europeo. No es información, solo intuición y algo de análisis atrevido de columnista veterano: la nueva presidenta de la Comisión de Exteriores del Congreso ha podio iniciar el viernes su carrera europea con parada en las estaciones relatadas.
Si así fuera, habría que preguntarse: ¿Seguirá De Cospedal de presidenta de Castilla-La Mancha y ungiría a alguien como candidato? ¿O el PP de Castilla-La Mancha elegiría a un nuevo presidente regional, que al mismo tiempo sería el canditato que se enfrentaría a Page en las autonómicas de 2019? ¿Y si se diera esta última posibilidad se utilizaría el procedimiento de Primarias que han llevado a Casado a la presidencia del partido o se amañaría una candidatura de consenso que eludiera la saludable participación de los militantes?
El epílogo de este digamos ensayo sobre el futuro del PP de Castilla-La Mancha, sería buscar un candidato o candidata. Para ello, los cabezas de huevo del partido primero mirarán los sondeos y qué les dicen a los electores algunos nombres. Y a partir de ahí, podrían elegir entre una candidatura continuista, del estilo más De Cospedal, con el que ha sido siempre su número 2, Vicente Tirado (55 años), a quien ha colocado en una vicesecretaría estratégica, la de Política Autonómica y Local en lugar Javier Arenas, un histórico rival de la antigua secretaria general de Rajoy. O un candidato que, como Casado, se acomodara mejor a la imagen de renovación generacional. Sube con la espuma Rosa Romero ( 48 años) , ex alcaldesa de Ciudad Real, y también elegida en la nueva dirección nacional del PP. Y en la recámara, por qué no, el alcalde de mayor currículo que tiene el PP en Castilla-La Mancha, Antonio Román (53 años).
Este vez no voy a terminar con esto es lo que hay. Y lo cambio por “esto es lo que podría ser”. En los próximos días ya veremos si me tengo que comer este post o alquilo mi bola de cristal al mejor postor.
Foto superior: Dolores de Cospedal, Antonio Román, Rosa Romero, Vicente Tirado y José Manuel Latre en un acto del PP en Guadalajara. /Guadalajara Diario.