Sospecho que pronto vamos a tener noticias del nuevo campus de la Universidad de Alcalá de Henares en Guadalajara; nuestra universidad. Y posiblemente el viernes 27 de diciembre en que el presidente regional Emiliano García-Page presidirá los actos del Día de la Enseñanza,que este año se celebran en Guadalajara. Y también tengo la intuición, como Antonio Román, de cuál va a ser el anuncio. Y digo que la tengo no por información privilegiada sino porque en este asunto del nuevo campus solo hay una opción, y lo demás son cosas raras; y yo no tengo a Page por un político al que le guste meterse en aventuras extrañas y optar por el camino más difícil – y el más caro ¡ojito!-, cuando el principal está despejado y perfectamente empedrado.
No hay otra opción para el nuevo campus que elegir a las Cristinas y el entorno del Infantado, y lo demás son cosas raras, por muchas y poderosas razones. Solo apuntaré las principales.
Por la situación estratégica. Para los alumnos y profesores que vengan del Corredor, tiene al lado la Estación de Autobuses y para los que opten por el ferrocarril hay una comunicación directa y rápida con los autobuses que salen de la estación de Renfe, que son todos. Además, su acceso en vehículo es fácil y directo desde la A-2 en coche.
Entorno universitario y capacidad de ampliación. En el entorno del palacio del Infantado está la Facultad de Educación y el nuevo aulario (prefabricado) donde se imparte Comunicación Audiovidual y que en las Cristinas podría tener una ubicación definitiva. También está cerca el edificio del campus de la calle Cifuentes, en el que se imparten el resto de las carreras de la UAH en Guadalajara, menos la de Enfermería. Pero hay más: en el complejo de Las Cristinas hay terreno suficiente para cualquier posible ampliación que pudiera ser necesaria y en el entorno hay dos edificios públicos, que están llamados a formar parte de la expansión de la Universidad, si en esta ciudad y en esta región tuviéramos un mínimo de sensatez. Me estoy referiendo, claro está, al edificio del antiguo Hospital Provincial (hoy cerrado y vandalizado) y el antiguo Parque Móvil Ministerios, también cerrado, pero que todavía no ha sido vandalizado. Al tiempo. Estaríamos hablando por tanto de una almendra universitaria en el centro de la ciudad que garantizaría el desarrollo de la UAH en los próximos cien años. Y no exagero.
Las Cristinas, trabajo hecho. El acuerdo con Las Cristinas llegó más tarde de lo que a mí me hubiera gustado, pero hay que reconocer que tanto el Ayuntamiento como el anterior gobierno regional negociaron bien y acabaron firmando un protocolo a un coste más razonable de las iniciales pretensiones del Ministerio de Defensa. Para ello, el Ayuntamiento de Guadalajara puso sobre la mesa parcelas urbanizables en los nuevos desarrollos de Guadalajara por valor de 7,6 millones, que permutaría con el ministerio de Defensa para compensar los 9,6 millones en los que finalmente fue tasado el centro de Las Cristinas. El resto de la cantidad, poco más de 2 millones correría a cargo de la Junta de Comunidades. Ese protocolo está firmado y solo hay que rubricar el correspondiente convenio para lo cual hay de plazo hasta el 31 de marzo de 2016. De lo contrario, decaería. Y vuelta a empezar. Años perdidos.
La opción del Ruiseñor. En la etapa Barreda se manejó llevar el campus al polígono del Ruiseñor y se se habría ubicado al lado del virtual Parque Tecnológico de Guadalajara. En las maquetas quedaba chulo, hay incluso un proyecto (que está sin pagar, por cierto), que hizo un prestigioso estudio de arquitectura. Con la crisis, el Ruiseñor sigue sin desarrollarse, y por supueso no se hizo ningún Parque Tecnológico. Estaríamos hablando de un proyecto de unos 150 millones de euros, que en los tiempos de vino y rosas previos al estallido de la burbuja, se pensaba que podía ser viable, pero que hoy ha quedado muy lejos de las posibilidades de nuestras instituciones públicos. Vamos mejorando, pero esos tiempos nunca van a volver a Guadalajara. Mejor tenerlo claro. En cualquier caso, no veo ninguna ventaja en poner un campus universitario en mitad del campo, en el extrarradio de Guadalajara. Hasta los que vinieran a estudiar desde Madrid y los municipios del Corredor del Henares tendrían una peor comunicación que en el entorno del palacio del Infantado.
Funcionalidad y rapidez. Las dependencias de Las Cristinas presentan un estado que permitiría darles uso de forma casi inmediata y con “muchísimas posibilidades, en un momento de crisis en el que se necesita disponer de instalaciones para usos educativos, sociales y culturales, por lo que desaprovechar de esta forma el patrimonio de todos es dilapidar recursos públicos”. Así se expresaba en septiembre de 2014 la entonces diputada socialista por Guadalajara, Magdalena Valerio. Ni pongo ni quito una coma. Entonces Valerio tenía razón, yo se la dí, y se la vuelvo a dar ahora. No estamos en condiciones de dilapidar recursos públicos.
Dinamización del casco histórico. Un proyecto de tanta envergadura como es el nuevo campus universitario no puede ir al margen de la visión global de la ciudad que queremos. Como dice el protocolo, la confluencia en el mismo espacio permitirá a la Univesidad convertirse en un importante generador de actividad económica, revitalizando el pequeño comercio existente en el Centro de la Ciudad, así como la hostelería, la vivienda o el sector turístico, entre otros. La integración de una nueva población joven constituye el mejor estímulo para que la ciudad se revitalice, desde el punto de vista cultural, deportivo y formativo. Esta idea del campus en el centro fue también corroborada por el rector de la Universidad de Alcalá, Fernando Galván, que con motivo de la firma del protocolo decía cosas como esta: “Sueño con que aquí, mediante la cesión por parte del Ministerio de Defensa a la Junta y al Ayuntamiento de importantes parcelas situadas en el centro histórico, se cree un motor de dinamización de la vida académica y productiva de la ciudad”.
Y ahora añado yo: el Ayuntamiento de Guadalajara no puede desaprovechar, como ha hecho con los nuevos Juzgados –que deberían haberse instalado en algún edificio público, sin uso, después de su rehabilitación—esta inmejorable ocasión para dinamizar todo el entorno del Infantado y los barrios del norte de la ciudad, que han quedado postergados en el desarrollo urbanístico de Guadalajara al haber tirado hacia el sur y el este de la ciudad. Sería imperdonable, o como me decía en una entrevista un prestigioso arquitecto Miguel Ángel Embid: «Llevar el campus fuera del casco sería un error histórico, porque al final nos acabaremos quedando sin casco, sin universidad y probablemente sin universitarios. Una desgracia para el futuro de la ciudad”.
Lamentablemente, el desarrollo universitario en Guadalajara no ha seguido los pasos del modelo utilizado en la ciudad de Alcalá de Henares, donde su envidiable centro histórico no sería el mismo sin los edificios que se rehabilitaron para uso del rectorado y otras facultades. Y lo mismo podríamos decir de Toledo, como bien sabe García-Page, porque ha sido su alcalde, que ha evitado la ruina de emblemáticos edificios gracias a que en ellos se han ubicado Cortes regionales, presidencia de la Junta, consejerías, direcciones generales, etc, etc. Se puede decir que la capitalidad de la región ha salvado a Toledo de muchos de los problemas que ahora tiene el casco antiguo de Guadalajara. A buen seguro que haber concentrado toda la administración regional en el polígono de Toledo en obra nueva nos habría salido más barato. Pero habría sido un despropósito para el casco històrico de la vieja capital imperial. Estoy convencido de que Page no puede negar a esta ciudad una oportunidad de la que sí dispuso la suya.
Por último, vuelvo a las acertadas palabras de la secretaria local del PSOE y ex diputada Magdalena Valerio ( a su sustituta estas cosas como tantas otras habrá que explicárselas) que antes citaba. Aunque reconocía que la apuesta firme del PSOE había sido por el Ruiseñor, añadía que «si nos presentan otro proyecto serio y bien planificado, para ampliar el campus en otra zona de la ciudad, los socialistas lo estudiaremos y no vamos a poner ninguna traba, como hizo el PP en su momento”.
Pues bien, el Ayuntamiento sí ha hecho esta vez los deberes y ha presentado un proyecto que está listo para ponerlo en marcha. Y por eso intuyo que un presidente pragmático como es García-Page no va a perder la oportunidad de pilotarlo, con Román, ahora que va a estar más descansado al no tener que ir al Congreso.
Esto es lo que hay. Ojalá que el viernes 27 tengamos buenas noticias y se pueda anunciar que el convenio se va a firmar en los términos previstos y que habrá una partida en los Presupuestos de 2016. Si no es así, habremos perdido otra legislatura.
Otra más.