El bipartidismo, por méritos propios, se la ha pegado en España en las elecciones del 20-D, pero no ha muerto. Esto es así porque los “viejos” partidos todavía siguen siendo mucho más representativos que los emergentes (213 diputados entre PP y PSOE por 109 de Podemos y Ciudadanos ), con lo que si estos últimos quisieran enterrarlo por anticipado se equivocarían. Un ejemplo: cualquier reforma constitucional requiere el concurso del PP con lo que todo lo avanzado ayer por Pablo Iglesias al respecto debe quedar en almoneda. Dicho esto, el éxito logrado por Podemos y Ciudadanos al pasar de la nada a contar los primeros con 69 diputados –si bien 27 son en alianza con candidaturas nacionalistas—y con 40 los segundos, trae a la política española unos nuevos tiempos, no sabemos si peores o mejores, pero que exigirán de mucha cintura y negociación, si no queremos dar paso a la inestabilidad y a una etapa de gobiernos débiles que lastren nuestra recuperación económica y el empleo, que no lo crea el Estado por decreto, sino las empresas.
Este es el panorama que nos deja el 20-D.
Partido Popular. Sufre la mayor sangría de su historia a pesar de seguir siendo de lejos el primer partido de España. Los recortes por la situación económica, pero sobre todo la corrupción, que no han sabido afrontar, les ha pasado factura. La falta de desenvoltura del candidato Rajoy en una campaña dominada por el lenguaje televisivo ha hecho el resto. Pierde 3.651.036 votos y baja 15,91 puntos porcentuales. Se deja 63 diputados en el camino y baja de 186 a 123.
PSOE. Encuentra un nuevo suelo, con el 22,01 % de los votos, su peor resultado, y pierde 1.472.818 votos y 6,75 puntos. Baja de 110 a 90 diputados, una marca que en cualquier otra elección habría supuesto la dimisión de su líder esa misma noche, léase Almunia. Pero esta vez Pedro Sánchez se sostiene, por ahora, porque ha logrado superar en 341.360 a Podemos y a sus marcas blancas, aunque se quedan a menos de dos puntos de diferencia. Esto no ha hecho más que empezar tras la genialidad de catapultar a Podemos a las principales alcaldías de España.
Podemos. Tras una campaña inteligente de Pablo Iglesias, que ha presentado el perfil menos radical de Podemos, esta fuerza política consigue un indudable éxito al sacar 3.181.952 con las siglas de Podemos, aunque si sumamos sus alianzas con populistas y nacionalistas en Cataluña, Comunidad Valenciana y Galicia, pasaría a 5.189.33 votos, el 20,4%, y 69 diputados. Contarán con la ventaja de que en el Parlamento van a tener cuatro grupos parlamentarios, tres de ellos con aroma catalán, gallego y valenciano. Con estos resultados, el partido de Iglesias – y sobre todo si deja atrás el populismo y centra su mensaje-, está en condiciones de disputar al PSOE la hegemonía en la izquierda, y especialmente si absorbe a la IU de Alberto Garzón, que le ha quitado más de un escaño en los restos.
Ciudadanos: de la nada a 40 escaños, con 3.500.446 votos, y el 13,9% . Un resultado que constituye un éxito indudable, pero que tiene un poso amargo. Sus cuarenta diputados podrían ser irrelevantes ante una coalición de la izquierda con los soberanistas, ya que por sí solos no pueden garantizar la gobernabilidad ni del PP, ni del PSOE. A Albert Rivera, un joven político centrista de gran atractivo, se le ha hecho la campaña larga y se ha notado la insuficiencia de su organización para llegar a la España profunda o a comunidades como el País Vasco y Navarra. Su ambigüedad en cuanto a los pactos, al anticipar que no apoyaría un gobierno del PP ni del PSOE, le ha podido restar votos entre el electorado más crítico del PP, su principal granero electoral. Dependiendo de lo que suceda, estaría en condiciones de organizar un partido de verdad y disputar al PP la hegemonía.
Esto es lo que pasó ayer, y a partir de estos datos se presentan cuatro escenarios.
Gobierno del PP en minoría con acuerdos de investidura. Para ello se necesita la abstención del PSOE y Ciudadanos, no valdría solo con la del partido de Rivera. Es el primer escenario que manejará el Rey a la hora de encargar la formación del gobierno. Rajoy podría gobernar un año sin problemas, porque tiene los presupuestos aprobados. Es lo que veo más probable.
Gobierno de gestión del PP y PSOE, de perfil técnico, con otro presidente que no sea ni Rajoy, ni Sánchez. Un pacto similar al que existe en el parlamento europeo entre conservadores y socialdemócratas, sería la solución preferida de la economía, el empresariado y la que aportaría mayor estabilidad a España ante el reto de la salida de la crisis y el desafío independentista. Podría llevar consigo alguna reforma constitucional. A pesar de sus ventajas para España, lamentablemente tiene escasas posibilidades de salir adelante, porque una parte mayoritaria del PSOE vería en ella grandes riesgos al dejar la oposición de la izquierda en manos de Podemos, y al final no está claro quién capitaliza el gobierno.
Gobierno pentapartito y multicolor formado por el PSOE y Podemos en torno a ¿Pedro Sánchez?, pero que al no ser suficiente debería echar mano de soberanistas e independentistas: ERC, PNV, Democracia y Libertad, Eh-Bildu… Supondría tal giro en la política del PSOE este frente popular izquierdista-nacionalista, y tales recelos en los socios europeos y en el mundo económico -España solo asoma la nariz a la salida de la crisis-, que no se lograría sin una fractura en el PSOE más tradicional. Aunque en el entorno de Pedro Sánchez, ayer, se pasó este tuit: “Pedro Sánchez, presidente”, hoy se lo estarán pensando mejor, y supongo que irá perdiendo fuerza a medida que pasen los días. Y Sánchez abra consultas: Susana Díaz, García-Page, Felipe González….
Convocatoria de nuevas elecciones si ninguna fuerza política logra la investidura. No es descartable y está en manos del PSOE. ¿A quién perjudicaría más? Parece claro que al propio PSOE y a Ciudadanos.
Esto es lo que hay, y a partir de ahí, veremos si España se parece más a Grecia y a Italia que a Francia, Alemania o Reino Unido. Es lo que pasa por no tener segundas vueltas como en Francia, donde el resultado de las alianzas queda al criterio del pueblo y no en manos de las cúpulas de los partidos y sus grupos de presión. Pero ya no tiene remedio. Rajoy perdió la ocasión al plantearlo al PSOE al final de la legislatura.
P.D. Quiero levantar una espada por las empresas demoscópicas a las que se está poniendo a parir por no haber detectado la subida de Podemos y la bajada de Ciudadanos respecto a la encuesta del CIS. Hay que tener en cuenta que el último «retrato» conocido del CIS es una encuesta elaborada entre el 27 de octubre al 16 de noviembre, con el 45%de indecisos, y desde entonces ha habido apagón por una absurda ley Electoral que nos trata a los ciudadanos como imbéciles. Pero el que se haya molestado en leer El Periódico de Andorra los traks diarios habrá visto como esta tendencia se estaba dibujando. Las cosas en su sitio.