Todo es un verdadero despropósito. Una decisión de Estado que debería estar consensuada por los principales partidos españoles, ya que contempla un proyecto a largo plazo, que podría extenderse en el tiempo entre 50 y 100 años, se ha convertido en una pelea política de campanario entre el gobierno central y un gobierno regional rival, que lo ha empantanado todo. Me estoy refiriendo a la construcción en Villar de Cañas (Cuenca) del Almacén Temporal Centralizado (ATC) y en el que (teóricamente) se deberían guardar los residuos de alta actividad generados en las centrales nucleares españolas. Se trata del combustible gastado producido en sus reactores de fisión y que, hoy por hoy, tienen una vida activa de varios miles de años. En la actualidad se guardan en almacenes individuales (ATI), que tienen las centrales nucleares (entre ellas las alcarreñas de Trillo y Zorita, esta última en fase de desmantelamiento) y el Plan General de Residuos aprobado por el parlamento español contempla que a medio plazo se concentrarían todos ellos, por mayor seguridad y mejor economía, en un almacén temporal, como hay otros en Europa ( el de Villar de Cañas tiene como referencia al holandés, el más moderno) . Allí estarían entre cincuenta y cien años hasta que se diseñe lo que se llama Almacenamiento Geológico Profundo (AGP), con capacidad para mantener los residuos seguros hasta la eternidad. Es el regalito que la energía nuclear de fisión lega a las futuras generaciones y su principal inconveniente para seguir desarrollando este tipo de reactores, por lo demás de gran fiabilidad y muy útiles para asegurar la producción de un país con España, donde las energías renovables lideran su cartera energética, pero que tienen el inconveniente de que los kilowatios que producen no se pueden almacenar. Con lo que se depende del viento o el sol para su uso diario.
No hay ningún proyecto avanzado sobre el AGP y sobre lo que se hará con estos residuos a largo plazo. Si al final se buscará una solución nacional o europea en las profundidades de la tierra, en subsuelo del mar o en el espacio exterior . Por ello hablar ahora sobre el AGP es pura ciencia ficción, y el presidente García-Page debería saberlo. Seguramente pasará medio siglo y lo seguirán debatiendo y fiándolo a la investigación sobre cómo reducir la actividad de esos residuos de alta, atiborrados de rayos alfa, para convertirlos en residuos de tratamiento medio.
Pero volvamos a la realidad: España necesita un ATC a medio plazo, ya que de lo contrario los dichosos residuos deberán seguir por tiempo indefinido en los recintos de las centrales nucleares en unas condiciones de diseño que no son las ideales para aguantar allí cien años más. Porque para ese tiempo se pensó en el ATC. Así que lo pase con el ATC nos afecta directamente en Guadalajara y es lo que lamento en las iniciativas políticas que han tenido lugar en las últimas semanas. Que han preferido ignorarlo.
Porque todo ha sido un despropósito. España no tiene una política de estado sobre la energía (como también carece de ella en Educación, financiación y hasta en Política Territorial) y temas que deberían estar debatidos y pactados se convierten en política con p minúscula y S mayúscula de sectarismo. Y así sucede que el ministerio de Industria elige con escasa fortuna en diciembre de 2011 al minúsculo pueblo de Villar de Cañas para albergar el ATC, que es vendido por el gobierno regional de Dolores Cospedal como el gran revulsivo económico para la comarca y la región entera. Cambia el gobierno regional y García-Page se encuentra con toda una bicoca para que un gobierno de izquierdas, ahora en alianza con Podemos, dé lustre a su agenda verde. La oposición a ese cementerio que concentrará todos los residuos nucleares de España en la región. Todo un regalo. El gobierno de García-Page utilizó los hábiles métodos de Bono con Cabañeros para torpedear el proyecto y echó mano de la Laguna del Hito, un espacio cercano a Villar de Cañas, a la que otorgó la oportuna protección para impulsar su batalla jurídica. Y hasta ahora está ganando la partida. El Gobierno (o ENRESA, que es la empresa pública que gestiona el proyecto) ha sido incapaz de tener aprobado casi siete años después el Estudio de Impacto Ambiental, lo que alienta serias dudas sobre la idoneidad del sitio elegido, y el 11 de enero de 2017 recibe un guantazo que los manda al suelo y el árbitro está contando con lo que podría dar el combate por terminado. Sucede que el Tribunal de Justicia de Castilla-La Mancha desestimó el recurso del ayuntamiento conquense contra la decisión que había adoptado el Gobierno regional de anular el plan de urbanismo de la localidad de julio de 2015. ¿Y qué significa eso? Que si el gobierno de España no consigue una sentencia revocatoria en el Tribunal Supremo, las obras en la práctica están paradas, ya que cada nueva licencia que otorgue el Ayuntamiento podría ser recurrida por los servicios jurídicos de la Junta, y además imputar al alcalde por prevaricación.
Todo un despropósito, porque en los terrenos de Villar de Cañas se han hecho obras y adjudicaciones por unos setenta millones de euros (algunos hablan de cien), que serían malgastados si el Supremo mantiene el criterio del TSJCLM, ya que la obra no podría continuar. ¿Se imaginan que esto pudiera ocurrir en Francia, Alemania o cualquier país con sentido de estado? Un centenar de millones del contribuyente a la basura. Y volvemos a la casilla de salida. El ATC sin construir y los residuos en Trillo y Zorita, ¿por los siglos de los siglos? Pues sus ATI no están diseñados para ello. Aunque una cosa les garantizo. Ningún ayuntamiento en el entorno de de 10 km. de ambos emplazamientos va a protestar, porque mientras sigan estando allí los residuos seguirán cobrando las compensaciones de Enresa. Yo que ellos ya estaría pidiendo más.
Y yo me pregunto: ¿cómo se pueden hacer las cosas tan mal? El ministro Soria jugó con fuego concediendo el ATC a Cuenca, para que Cospedal se pudiera apuntar un tanto, en lugar de haber hecho lo más prudente: adjudicarlo a un emplazamiento pactado junto a una central nuclear, como quería la AMAC, la asociación de municipios con centrales nucleares que se desintegró al perder esta batalla. Ahora, España (no solo el PP) tiene un problema como un queso de bola, porque ni tan siquiera sabemos qué gobiernos habrá en Madrid y Toledo cuando se pronuncie el Supremo; y qué se les ocurrirá a cada uno de ellos.
Esto es lo que hay. Un país sin política de Estado más allá de la defensa de la unidad de España, que me parece bien, pero incapaz de dar un paso más allá y que se pierde en la maraña de instituciones y competencias entre las que se malgasta el dinero del contribuyente, que tanto nos cuesta ganar.
P.D. Por cierto, que no nos dé un ataque de populismo.El dinero del ATC no se puede destinar en carreteras, como sugería el presidente regional, porque es un dinero finalista que ENRESA cobra de nuestro recibo de la luz, el de usted y el mío, para gestionar los residuos nucleares en España. Y si tiene que gestionar, y asegurar, siete pequeños cementerios nucleares en vez de uno de tamaño medio, pues ya sabemos por economía de escala que a lo mejor no tiene bastante. Con lo que nos volverán a subir el recibo de la luz, como hacen siempre.
Foto: ATI de la central de Zorita, planta en fase avanzada de desmantelamiento, con los contenedores de hormigón y en los que se guardan los residuos de alta actividad mientras no se puedan trasladar a un ATC. /Archivo GD