¿Oportunismo del PP o miopía de los demás?

En algunos estados de Estados Unidos existe la pena de muerte para delitos de asesinato (en países que no son democráticos,como China, se extiende a numerosos delitos que no son de sangre) y los hay más en el mundo que tienen en su código penal la cadena perpetua. La primera ha ido por fortuna en franca regresión en las últimas décadas en las democracias, por lo que que en el ordenamiento jurídico de algunos países se sustituyó por la cadena perpetua. Pero esta condena, que se aplicó a conocidos criminales de guerra nazis, fue justamente cuestionada por las sociedades más avanzadas ya que por muy horrorosos que fueran los crimenes no contempla uno de los fundamentos de la ciencia penal más progresista: el derecho a la reinserción que debe tener cualquier condenado a partir del cumplimiento de una parte de su pena y siempre que se haya ganado los beneficios penitenciarios previstos. Por ello es países europeos de vieja tradición democráticas se creó la prisión permanente revisable. La lista es elocuente: Francia, Alemania, Italia, Reino Unido, Bélgica, Austria o Suiza ; y España desde marzo de 2015. Cada estado tiene sus particularidades: en la mayor parte de esos países, la primera revisión de la pena se hace a los 15 años, en España se alarga a los 25 años, y se endurece en el Reino Unido que deja a la judicatura la revisión.

En España, la prisión permanente revisable solo se ha aplicado una vez: Fue a David Oubel, condenado por haber matado a sus hijas de cuatro y nueve años con una sierra radial eléctrica y un cuchillo de cocina. Y hay un caso en el que el preso pidió que se le aplicara esta pena en lugar de los 32 años a los que fue condenado. Fue José Emilio Suárez Trashorras, minero que facilitó explosivos a los islamistas para los atentados del criminal atentado de 11-M, por lo que su objetivo era acceder a los beneficios penitenciarios y poder revisar su condena a los 25 años.

La prisión permanente revisable ha ganado terreno en la opinión pública europea más avanzada, porque da satisfacción a los que rechazamos por nuestros valores la pena de muerte y cuestionamos la pena perpetua para toda la vida. Una opinión que es mayoritaria en los países que la han adoptado en su código penal, también en España según queda en evidencia en el barómetro del CIS y otros sondeos realizados, y que nos debelan una cosa: que los votantes del PP, Ciudadanos y PSOE están casi unánimemente a favor de ella, e incluso entre los de Podemos son más los que la aprueban. ¿Por qué entonces sin que la sociedad se lo pidiera, las cúpulas de esos cuatro partidos (Ciudadanos se abstuvo) junto con los partidos nacionalistas dio su apoyo en octubre de 2016 a una iniciativa del PNV en contra de la prisión permanente revisable? Cuesta entenderlo y más de uno sospechamos que no hay otro motivo es que esta ley llegó a España de la mano del Partido Popular. Y en la habitual exhibición de sectarismo que desde el siglo XIX emponzoña a los partidos políticos españoles, incapaces de llegar a acuerdos nacionales desde el día siguiente a la aprobación de la Constitución de 1978, vinieron a resolver que la prisión permanente revisable era una cosa de derechas, por lo que el PSOE y Podemos votaron en contra, y Ciudadanos en un ejercicio de centrismo cuasi empírico, pues se abstuvo.

Rocío Viéitez Ferro, la madre de las niñas aserradas por su padre, inició a través de change.org una campaña para mantener en España de la prisión permanente revisable y que en las últimas semanas ha cobrado nuevo vigor tras el respaldo activo de la familia de Diana Quer. Va ya camino del millón y medio de firmas las recogidas. Es circunstancia ha hecho que el PP se haya subido a lo alto de la ola y esté presentando en todas las instituciones de España mociones en contra de que se derogue. El viernes se vio en el Ayuntamiento de Guadalajara, donde fue rechazada porque los grupos políticos se limitaron a trasladar lo que habían votado sus cúpulas en el Congreso sin pensar -ni siquiera remotamente- si ese era el sentir de sus votantes. Y así el portavoz de Ciudadanos defendió que un preso debe saber cuando entra en la cárcel el tiempo que allí va a estar, un cumplimiento íntegro de las penas que no es compatible con la propia filosofía de la reinserción, y los portavoces de la izquierda que estamos ante una ley vengativa y que vulnera el derecho a la reinserción de los penados. Todos tacharon al PP de oportunista, pero yo me pregunto: ¿El PP ha pecado de oportunismo o son ellos de miopía por alejarse de lo que realmente piensa su base de votantes?

Somos mayoría los que pensamos que la prisión permanente revisable es justa, equilibrada y progresista porque no tiene al condenado pudriéndose en las mazmorras de la Inquisisión sino que a partir del tiempo establecido para su revisión (otra cuestión es que podamos discutir cuál debería ser ese tiempo legal) puede ser devuelto a la sociedad si está rehabilitado y ha reunido méritos para ello. ¿Pero es justo que un violador que se niega a someterse al tratamiento médico adecuado salga a la calle cuando los informes psicológicos te advierten que no está rehabilitado y que tiene altas posibilidades de cometer nuevas violaciones, como en los últimos años ha quedado comprobado en España? ¿Qué explicación dará el legislador que derogara esta ley  a los padres de esas nuevas víctimas? ¿Por qué la sociedad debe ser generosa con terroristas que no quieren arrepentirse y pedir perdón a las victimas? ¿O con criminales que ni tan siquiera son capaces revelar dónde han depositado el cuerpo de su víctima (lease Marta del Castillo y otras muchas) para que por lo menos sus familias puedan descansar con cierta paz?

Esto es lo que hay. Con torpezas como esta de la oposición a Rajoy la están dando gasolina para su campaña.

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