He escrito repetidamente que la política del Gobierno central de respaldo al trasvase Tajo-Segura es independiente de quien esté en La Moncloa. En un debate al que me invitaron en Guadalajara Media me preguntaron si cambiaría algo con el nuevo Gobierno, y respondí tajantemente que no. Y todos los contertulios (Augusto González, Marta Martínez y Roberto Mangas) rubricaron mi pronóstico, como no podía ser de otra manera, conociendo el percal.
Como expliqué, mientras del trasvase dependa un 3 % del PIB español, por la pujanza de la huerta levantina y sus macro desarrollos turísticos, que reciben el agua del trasvase, no hay nada que hacer. En la cabecera del Tajo apenas viven 20.000 personas y si el caudal ecológico del río en Aranjuez y Toledo es todo menos ecológico, se siente. Interés nacional. Por ello, en mi último post aludía a la euforia que habían desatado las palabras de la ministra Ribera sobre el trasvase y añadía: la prueba del algodón la tendremos muy pronto, cuando el gobierno tenga que decidir si hay trasvase en el mes de julio. Y vaya que lo hay: 38 Hm3, los mismos que aprobó para junio el gobierno de Rajoy.
En apenas unos días, el discurso de ese pomposo Ministerio para la Transición Ecológica -¡mira que hay que ser cursi!- tomaba la misma decisión que el antiguo Ministerio de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente. Y el discurso de la ministra se hacía viejo, viejísimo, en su justificación: «En base a lo que tenemos hoy y con la convicción de la necesidad de asegurar el agua de boca y las necesidades básicas, mientras no haya otra alternativa habrá que hacer uso del trasvase». El discurso neoprogre de siempre, y que consiste en rechazar cualquier conexión entre cuencas hidrográficas en el marco de un Plan Hidrológico Nacional, porque para ellos los trasvases son como el alcohol para los ayatolás, pero no tienen inconveniente en seguir chupando del bote del Tajo, por su incapacidad secular para poner en marcha un plan de desalación eficiente y que acepte la agricultura levantina.
Así que mejor nos dejamos de cuentos. Esto es lo que hay y lo que escuchen por ahí es pura cohetería. Los alcaldes y cargos del PSOE se han agarrado como un clavo ardiendo al Memorándum firmado en la época de Cospedal y Rajoy, culpándolo directamente de la situación, y olvidándose de que antes de su aprobación todavía era peor la normativa: se exigía un mínimo de 240 Hm3 de reservas en la cabecera, que el Memorándum elevó a 400 Hm3. Desde la trinchera del PP ponen énfasis en que hay 160 Hm3 de agua más no trasvasables, lo que es verdad, pero se les olvida que esos 400 Hm3, apenas significan el 16,16 por ciento de la capacidad de Entrepeñas y Buendía, una cantidad que entorpece cualquier previsión de desarrollo en los municipios Ribereños, como el que tienen las comarcas levantinas beneficiarias del agua del Tajo.
Me ahorro comentar las declaraciones (e inclusos los altos silencios) que se han producido en los últimos días, y como perla de todo ello me quedo con la del consejero de Medio Ambiente, Francisco Martínez Arroyo, para quien “lo importante no es la decisión de hoy”, es decir, el trasvase aprobado, “sino el cambio absoluto de planteamiento del Gobierno de España, que está en otra línea distinta a la del PP”. Debo estar memo del todo, pues para estar en otra línea diferente, ha aprobado el mismo trasvase de siempre.
Como cantaba Julio Iglesias: “La vida sigue igual”.