Tras su pacto con Ciudadanos, Emiliano García-Page ha rematado su cómoda mayoría absoluta en las Cortes de Castilla-La Mancha (me gusta llamarlas así, no “parlamento regional”, de la misma manera que Junta de Comunidades a su órgano ejecutivo y no el impersonal “Gobierno de Castilla-La Mancha” que ahora utilizan) acumulando un poder que ningún presidente, ni siquiera José Bono, llegó a reunir. El pacto con Ciudadanos le sirve en bandeja las alcaldías de las capitales de provincia y los municipios más poblados de Castilla-La Mancha, amén de todas las diputaciones de la región. Más poder de lo que acumuló Bono, que incluso en sus mejores momentos tuvo a Paco Tomey enfrente haciendo de Astérix en la Diputación de Guadalajara y algún ayuntamiento despistado en manos populares. El pacto con Ciudadanos le sirve además a Page para mandar un mensaje a Ferraz: que él sí ha sido capaz de entenderse con Ciudadanos y ocupar una posición central en la política regional, por lo que el “sanchismo” pata negra en la Región, ya sea amparado en ministerios o en mayorías absolutas de municipios importantes, mejor será que se ocupe de lo suyo y no andar con enredos; que aquí hay tarta para todos. Y además, no nos engañemos: un moderado como Page está más cómodo teniendo como aliado circunstancial a un partido liberal que a una fuerza populista de izquierdas, a la que terminó por dar el abrazo del oso. Podemos ha sido barrido del mapa en Castilla-La Mancha y a la izquierda del PSOE no se ve nada más allá de un debilitada IU , pero con menos poder de decisión que en tiempos del Partido Comunista de España.
Desde el primer momento escribí que todo tenía pinta de que Ciudadanos iba a pactar con el PSOE en Castilla-La Mancha. La Ejecutiva Nacional de Ciudadanos había acordado como estrategia pactar preferentemente con el PP, y así lo ha hecho en Madrid y otras comunidades autónomas. Por lo que le venía de cine para engrasar su bisagra, que en alguna comunidad girara a la izquierda. Y qué mejor sitio para ello que Castilla-La Mancha, con un Page que lleva la bandera de España en la correa del reloj y que es de los pocos barones socialistas del viejo testamento que ha resistido el alud provocado por Pedro Sánchez. Pero es que, además, el pacto de CS con Page les garantizaba a los naranjas lo mismo que podrían sacado de acuerdo con el PP (salvando la dificultad de que cualquier pacto tendría que ser bendecido por Vox de aquella manera), más dos huevos duros. Que son: la Mesa de las Cortes de Castilla-La Mancha y la Diputación de Guadalajara. En fin, que si Page dio a Podemos la vicepresidencia de las Cortes ¡qué menos que también lo haga con Ciudadanos! Y si Ciudadanos va a garantizar la mayoría en la Diputación de Guadalajara pues habrá que hacer a su diputado vicepresidente primero para no tener que andar con pactos con el diputado de IU-Podemos. Con el acceso de Ciudadanos a los gobiernos locales, los anaranjados van a tener más visibilidad y nuevos recursos para seguir haciendo partido. ¿El inconveniente? El pacto con el PSOE de Page les acorta casi todo el espacio para hacer oposición, que se la deja a un Partido Popular que vive sus peores momentos desde su refundación.
Es verdad que el PP tenía las peores cartas en esta partida de los pactos y que hubiera hecho lo que fuera seguramente se habría quedado colgado de la brocha. ¡Pero es que ni tan siquiera la ha jugado! Cuando Page se fue con tranquilidad a las Azores para presidir un congreso de vinos europeos todo estaba encauzado, y para peinarlo se quedaba Sergio Gutiérrez, su número 2. Todo se remató en una reunión que se celebró en las Cortes Regionales en la tarde del jueves, aunque las condiciones de CS, que incluían compartir las alcaldías de Albacete y Ciudad Real, ya se sabían cuando Page cogió el portante hacia las Azores. Hasta entonces, el PP intentó aproximaciones locales en los distintos ayuntamientos, hablando con concejales sin mando en plaza, pero no fue hasta el jueves cuando lanzó su órdago y anunció que estaba dispuesto a firmar ante notario lo mismo que les daba el PSOE en Albacete y Ciudad Real y tres huevos duros: la propia alcaldía de Guadalajara. Pero cuando el PP reaccionó regional ya era tarde; todo estaba acordado. “No hay nada que hacer”, le dijo Rafa Pérez Borda a Román cuando este le llamó al trabajo ese mismo jueves.
Los pactos “desde arriba” muñidos por Page con Ciudadanos se plasmaban en un sencillo decálogo de diez puntos que los podría haber firmado el PP sin el mayor problema. Muy poco ropaje para vestir a estos santos, porque incluso asuntos que están en el ADN de Ciudadanos, como es la bajada de impuestos, se dejan en una esquina: lo más que llegan a decir es que se comprometen a no subirlos. Ha sido destacado por Ciudadanos el respaldo a la aplicación del artículo 155 “en caso de que el Govern de la Generalitat siga sin acatar el orden constitucional”, pero eso dicho por un ayuntamiento de Castilla-La Mancha compromete tanto como si yo mando una carta al parlamento de Westminster pidiendo otro referéndum para que el Reino Unido siga en la UE. Como decía Tierno Galván, los programas están hechos para incumplirlos, así que para qué nos vamos a molestar con los detalles. Porque incluso en esto del artículo 155 las lecturas fueron radicalmente diferentes. Mientras que CS lo vendía como una crítica a las políticas “sanchistas” y sus acuerdos con los nacionalistas, el propio Sergio Gutiérrez tuvo que salir al paso y defender a su secretario general a quien presentó como el último baluarte de España en Cataluña.
Resumiendo, que siendo sinceros: el socio «preferente» de CS en Castilla-La Mancha ha sido el PSOE de Page, y el PP apenas ha tenido oportunidad de negociar. Pero siendo esto cierto, tampoco hubo por parte de su dirección regional ninguna estrategia que no fuera torpedear los pactos cuando el crucero estaba en las Azores. Pero en esta vida siempre hay que ver el lado positivo: al PP le han dejado el campo libre a la derecha para hacer oposición, porque Vox no está en las Cortes regionales. Otra cosa es que por Paco Núñez y su entorno se diga que aquí no ha pasado nada, que borrón y cuenta nueva, que empieza una nueva época, pero dirigida por los mismos. Pues no se va a entender. Porque a día de hoy, García-Page no tiene una alternativa en Castilla-La Mancha y eso no es bueno para el funcionamiento del sistema. ¿La habrá dentro de cuatro años?
Resaltaba el flamante senador y número 2 del PSOE provincial, Rafael Esteban, que el 82% de los ayuntamientos de la provincia tendrán (ya tienen) alcalde socialista. Pues ahí radica el asunto, que este éxito clamoroso del PSOE que lidera Pablo Bellido en la provincia no acabe en empacho y que algunos alcaldes que van a gobernar con mayoría absoluta (o casi) no lo acaben por confundir con el poder absoluto. En la antigua Roma, cuando los generales volvían victoriosos de una campaña, solían celebrar sus triunfos con una marcha por las vías principales de la ciudad. Montados en una cuadriga, recibían las aclamaciones del pueblo hasta la llegada al Senado. Si además de generales eran emperadores, un esclavo los acompañaba en el vehículo donde, sosteniendo la corona de laurel, y cada cierto tiempo recitaba junto al oído la frase: ¡Oh, César, recuerda que eres mortal! Era la manera de recordarlos que sus éxitos militares no debían inducirles a creerse dioses.
Pues sí, es verdad. Nunca el Partido Socialista ha tenido tanto poder en Castilla-La Mancha, y en Guadalajara en particular, por lo que no está de más recordar lo que el esclavo sugería a César, porque hace apenas cinco años, este PP que ahora anda, como el personaje de Ionesco, en busca de una identidad, llegó a gobernar al mismo tiempo España, la Junta de Castilla-La Mancha, el Ayuntamiento de Guadalajara y la Diputación, pero nadie le dijo en el oído a la antecesora de Page: “Oh, María Dolores, recuerda que eres mortal”, porque seguramente le habrían arrojado a las fieras del Circo.
En mi próximo post les hablaré del Ayuntamiento de Guadalajara en que el PSOE recupera la alcaldía, con el apoyo de Ciudadanos, después de 12 años de Antonio Román. Es complicado siempre hablar de un político de larga trayectoria, porque en ella hay un poco de todo, como en la fritura gaditana. Pero yo quiero destacar de Román su honestidad y capacidad de servicio hacia su ciudad, que desde luego es mejor que la que se encontró. Espero, confiado, que de su sucesor, Alberto Rojo, pueda decir lo mismo cuando él se vaya, si para entonces me quedan ganas y salud para seguir escribiendo.
Me gustaría que el sistema electoral español hubiera devuelto la palabra al pueblo en una segunda vuelta que evitara este fregado de los pactos, pero esto es lo que hay.