Uno de los fallos más graves que el mundo deberá analizar en el abordaje de la pandemia del coronavirus es la falta generalizada de material sanitario y la improvisación con que las autoridades lo han encarado. En España se intentó unificar las compras a través del ministerio de Sanidad, para competir en economía de escala, aunque no está muy claro si ha sido peor el remedio que la enfermedad porque las comunidades autónomas ya habían iniciado sus compras en China (¿alguien se ha parado pensar por qué en un material tan sensible la Unión Europea tiene esta sobredependencia de China?). Pero se llegó tarde, no se evaluó la gravedad de un virus nuevo que se había manifestado en Wuhan el 1 de diciembre de 2019, y cuando la pandemia se declaró el 11 de marzo en Europa nos cogió con los dispensarios vacíos. Es incomprensible que cuando en China se llegaba al tope de contagiados (el 13 de febrero se dieron más de 14.000 casos) en España (y en Europa en general) no se declarara la emergencia general y se pusiera a la industria nacional a fabricar respiradores, EPTs, mascarillas, guantes, batas…En nuestro país estábamos en otras cosas más importantes: el 28 de febrero unos setenta mil incautos abarrotamos el Bernabeu en el partido contra el Barcelona porque no había problema y no era cuestión de alarmar. Pero la liga aun duró una semana más, hasta el mismo 8 de marzo, repitiéndose las concentraciones multitudinarias. No solo de fútbol. Un congreso de Vox en Vistalegre. Y centenares de manifestaciones el Día de la Mujer en toda España en las que participó prácticamente todo el gobierno y además las alentó. Aunque a fecha de 25 de marzo, se había informado de unos 425.000 casos de COVID-19 en más de 190 países y territorios.
La mortandad de este virus se ha evaluado mal desde el primer momento. Y a día de hoy no sabemos ni cuántos están afectados en España. Los estadísticos, según el modelo que emplean, hablan de 150.000 a más de 900.000., según nos explica Kiko Llaneras en El País. Primero se nos dijo que era como una gripe, que mata al 0,13% o 0,16% de los enfermos. Pero los datos actuales nos revelan que el coronavirus es más contagioso y más letal que la gripe, porque han muerto el 3% o 4% de las personas que sabemos que han contraído la enfermedad, según la OMS.
El fracaso de gobiernos e instituciones internacionales, empezando por la OMS, que nunca fue contundente, nos ha llevado a enfocar mal esta pandemia global en un mundo globalizado. La peste tardó siglos en propagarse. El COVI-19 lo ha hecho en unos meses. Y cuando ha llegado mismamente a Guadalajara nos encontramos con que los sanitarios carecen del material suficiente, se tienen que fabricar batas con bolsas de basura y deben esperar hasta cinco días con el resultado de las pruebas. Y esto es lo que hay por no haber sacado conclusiones de China, primero, y de Italia, después. Cuando esto termine, porque gracias a los sanitarios y al resto de personal esencial saldremos de estas con las menos bajas posibles, no solo deberán cambiar los protocolos. También los responsables de evaluarlos porque no vieron la pandemia venir; y cuando llegó nos la disfrazaron. Para no alarmar. Y en eso siguen con el lío de datos que nos ofrecen cada día.