Diario alarmado. 30 de marzo. Héroes anónimos

Si los gobiernos del mundo en general, y España en particular, por lo que nos toca, ha dado una lamentable muestra de improvisación para enfrentarse a la pandemia del Covid-19, es la sociedad civil, empresas y trabajadores los que mejor han sabido adaptarse. A pesar de que ello lleva consigo una inquietante factura personal, en muchos casos derivada de la falta de equipos y material de protección que muy lentamente se están habilitando.

Entre esos héroes anónimos que están consiguiendo que el confinamiento en nuestras casas no se convierta en el sitio Numancia están los empleados de tiendas y los súper de alimentación. Su eficacia comienza en la misma puerta con un empleado de seguridad ordenando la cola de los clientes, repartiendo guantes e indicándoles lo que deben hacer en el interior. Todavía el sábado escuché que un hombre rechazaba los guantes que le tendía uno de estos guardias de seguridad.

-Esto es una tontería, protestaba el individuo el mismo día que en España morían 832 personas.

-Pues si no se los pone no le dejo entrar, le respondió .

En el interior del super, todo el personal en sus puestos atendiendo clientes con la protección de unos guantes y una mascarilla. En las estanterías hay de casi todo, hasta papel higiénico, dejando atrás los días de acaparamiento. Nos lo había avisado Juan Roig, el de Mercadona: “la situación volverá a la normalidad porque España tiene una gran logística”. Otro reconocimiento impagable a logistas y transportistas, un sector del que viven miles de personas en nuestra provincia.

Con el paso de los días, la fila frente a las tiendas de alimentación han disminuido. A ello ha contribuido que cada cual ha hecho acopio de productos imperecederos en días anteriores y que cada vez menos gente utiliza la excusa de la compra para salir todos los días a la calle. Ahora, los carros se llenan para reducir al mínimo las salidas y con ellas las posibilidades de contagio. Pero cuando hay que reponer ahí está el personal de la alimentación para que no nos sintamos como los celtíberos en Numancia. Esto es lo que hay, y debemos agradecérselo.

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