La historia vital de una ciudad es una suma de las iniciativas de las distintas generaciones; para lo bueno y lo malo. Es el tiempo el que va formando ese corpus que hace reconocible a esa ciudad y que en algunos aspectos lo llamamos tradición. También en los ayuntamientos. Si hay algo que me desagrada de la clase política es su obcecación por hacer quedar mal al que democráticamente han sucedido, sin darse cuenta de que, muchas veces, si ellos han ganado es porque el ciudadano ya lo apercibió antes, y obró en consecuencia. Ventajas de vivir en una democracia. Y hago este preámbulo como entradilla al comentario de dos noticias recientes.
Una de ellas es la subida de la tasa de basuras a 12 euros anuales con la justificación de que hay que instalar un cuarto contenedor orgánico; y hay que financiarlo (las tasas, por definición, deben financiar los servicios, pero no son impuestos como algunos creen al proponer que se pague un servicio en función del valor del inmueble). Pero, en política, si hay algo tan importante como acertar es la oportunidad con la que se toma una medida. Y si hay un momento desaconsejable para subir los impuestos y tasas es éste cuando el ciudadano a duras penas puede llenar el depósito de la gasolina, y como no le han subido el sueldo y lo devora la inflación, pues sigue diciendo al gasolinero que 20 euros, y este le contesta que si quiere se lo pone en el mechero. Cuando hay inflación lo que hay que hacer es dejar el mayor dinero posible en los bolsillos del ciudadano y de las empresas, para que la economía no se pare y llegue la estanflación, es decir, añadir el estancamiento económico a la inflación: La tormenta perfecta. El dinero en el bolsillo del contribuyente, hablamos de la clase media, que es la que paga el estado del Bienestar, es más eficaz que cualquier programa o programita para repartir subvenciones e intentar atraer votos.
Pero no solo es la financiación del contenedor de orgánico, que podría perfectamente aplazarse ahora que Europa está en guerra y algún día habrá que recoger los escombros, sino que la medida también lleva consigo la supresión de los contenedores soterrados fuera del caso antiguo. Son 53 islas de contenedores soterrados las que van a desaparecer, contabiliza el PP, y que se pusieron en legislaturas anteriores. El asunto me sorprende porque en todas las ciudades que visito estoy viendo contenedores soterrados por todos lados; y cada vez en mayor número. Pero más me alarma la razón dada por el concejal del ramo, no dudo que con buena intención, quien asegura que han creado grandes prejuicios al ciudadano, hacen ruido cuando se recoge la basura, se utilizan mal y el mantenimiento es caro. Ya digo que me sorprende que en Guadalajara sea un desastre lo que parece funcionar en otras ciudades, pero me alarma que si esto fuera así no se hubiera advertido de tan desdichada compra por los informes técnicos correspondientes . ¿O es que estas decisiones las toma a su buen albedrío el edil de turno? Si entonces nos gastamos un pastón instalando contenedores y otro en quitarlos, ahora, no me extraña que haya que subir la tasa de basuras.
Y una segunda noticia con efecto retrovisor. Me refiero a las obras que ya se han iniciado en la calle Ramón y Cajal -la antigua carretera de Zaragoza, para entendernos- para devolver el doble sentido a un tramo de la calle. Fui uno de los críticos con esta obra -y ahí están las hemerotecas-: nunca encontré la ventaja de duplicar las aceras de lo que entonces se vino en llamar Eje Cultural, porque jamás vi tanto peatón allí fuera de la procesión de la Antigua como para justificarlo. Y a cambio se desviaba el tráfico hacia otras zonas ya congestionadas de la ciudad. Pero si nunca aprecié la necesidad de la obra más me desagrada que, ahora, con un gasto de 300.000 euros del dinero del contribuyente, volvamos a deshacer la inversión con el argumento de que iba en los programas municipales de los dos partidos de gobierno. Habrá que rezar para que los partidos de la derecha no lo lleven en su programa electoral, porque si ganaran las elecciones, nos tendríamos que gastar otros 300.000 euros del ala para volver a reensanchar las aceras con ese mismo argumento.
Señor alcalde, yo a usted le tengo por una persona sensata, porque procede de Hita, donde como castellanos no son dados al derroche, pero debería poner coto a esta política de mirar por el retrovisor para enmendar la plana a la corporación anterior, que si no está en su sillón es por cosas como esta. No le vaya a pasar a usted lo mismo. Pero esto es lo que hay.
FUKUYAMA.- “El mundo ya no está dividido entre derecha e izquierda sino entre democracias y regímenes autoritarios”, dice Francis Fukuyama, uno de los escritores y politólogos más reconocidos en Corriere della Sera. Una vez más, el autor de “El fin de la historia”, en donde nos llama a defender los valores democráticos liberales, porque no crecen de los árboles, da en la diana. Lean la intervención del líder de la extrema derecha italiana, Mateo Salvini, para justificar en el Congreso italiano su oposición al envío de armas a Ucrania en base a un presunto pacifismo y compárenlo con intervenciones análogas en el parlamento español desde el otro extremo del arco parlamentario. Pero termino con el profesor de la Universidad de Stanford: “Estoy convencido, y lo vengo diciendo desde 1984, de que aquí se libra la batalla decisiva entre los países libres y los regímenes autoritarios. El resultado es más importante que el destino de la propia Ucrania, porque dará un gran impulso a las democracias o totalitarismos, dependiendo de quien prevalezca”.
Por eso es tan importante que un sátrapa que cree que se puede invadir a un país vecino para imponer su geopolítica no se salga con la suya. Esa geopolítica está cambiando y a eso obedece la nueva posición de España sobre el Sahara y Argelia, que muchos la podríamos entender si el señor presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se dignara a explicárnoslo. Pero él vive mejor en el despotismo ilustrado: todo para el pueblo pero sin el pueblo. Y esto es lo que hay.