España se queda sin niños. Guadalajara se queda sin niños. Esta es la gran noticia más allá de amnistías, autodeterminaciones y demás mandangas que nos endilgan el calendario político en España; es decir, Puigdemont. Por tanto, a él tendremos que recurrir y no a nuestros parlamentarios naturales, sombras espectrales diría el Tenorio, para ver cómo podemos parar la caída en picado de los nacimientos en España, que ha descendido el 27,6% en la última década, según los últimos datos del INE. Claro, que como a Puigdemont España le importa una higa, deberemos apelar a que una de las provincias con peor estadística es Barcelona y que el resto de provincias catalanas también están en negativo. Solo en 6 de las 52 provincias españolas están naciendo más personas que el año pasado, encabezadas por Madrid con un saldo positivo de 663 niños. ¿Tendrá algo que ver con el aumento de las políticas de natalidad que ha desplegado el gobierno de Ayuso o solo es por las buenas perspectivas económicas que hay en la comunidad vecina?
En Guadalajara, las cifras del INE muestran que en la provincia nacieron hasta septiembre 1.116 niños por 1.435 en el mismo mes del año anterior, pero lo preocupante es que la curva ha tenido un descenso continuado en los últimos años. Así, en septiembre de 2016 nacieron 1.779 niños; 163 nacimientos menos en siete años. La tasa bruta de natalidad ha pasado del 12,5% en 1975 a apenas el 7,07%, un desplome que nos debería poner los pelos de punta. A finales de los 90 se produjo un bache y se recuperó en torno al año 2011, coincidiendo con la salida de la crisis financiera, pero a partir de ese momento la curva cae otra vez en picado, como pueden ver por este gráfico. Los datos deberían llevar a una revisión de las políticas en favor de la natalidad que despliegan nuestras instituciones locales, porque si bien la mejor política de natalidad es una buena situación económica, por encima de ayudas y subsidios, algo habrá que hacer para corregir una deriva que nos lleva a la insostenibilidad del sistema. Y eso que Guadalajara no es de las provincias peores de España, porque está seis décimas por encima de la tasa bruta de natalidad de Castilla-La Mancha y 19 décimas sobre la tasa nacional.
Un tercer factor alienta el invierno demográfico que se produce en España, como es que solo tres provincias (Madrid, Murcia y Almería) tienen un mayor número de nacimientos que de defunciones. En Guadalajara el ratio es de 0,82 nacimientos por cada fallecido, un dato objetivamente malo pero que aun así es el segundo mejor de toda Castilla-La Mancha. El invierno demográfico ha llegado tan lejos que en muchos territorios es irreversible, especialmente en el noroeste de España
El freno al desplome poblacional en Guadalajara lo soporta la inmigración, no la natalidad de sus naturales, y que es la que ha permitido que su población haya crecido un 2% más que hace un año. Los datos son elocuentes. La población en octubre de 2022 era de 272.715 personas. Doce meses después hemos pasado a convivir en toda la geografía provincial 278.255 vecinos. Son 5.540 más que hace un año. De esos 278.255 vecinos, 43.993 son extranjeros, un 15,4%, casi 4.000 más que hace doce meses. En ese tiempo la población española ha crecido apenas en 1.571 vecinos. En porcentaje, hay un 9% más de población extranjera frente a un 0,67% más de española.
Esto es lo que hay.
P.D.- Argentina ha elegido entre el salto al vacío que es Milei y la perseverancia en la corrupción y la inutilidad que representaba el enésimo candidato peronista. Yo no sé cómo acabará la historia de este tipo de la motosierra cuando llegue a la Casa Rosada, imagino que moderará el discurso y sus políticas, pero no me digan que escuchar a un presidente electo gritar en el cono sur, caldo de cultivo histórico de la autocracia, “Viva la libertad, carajo” no es emocionante.