El contribuyente de Guadalajara no gana para sustos. No se ha repuesto todavía del subidón en el IBI -vulgo, contribución-, que ha pasado de un coeficiente del 0,46 al de 0,54, lo que supone 8 puntos de diferencia -más del doble que la inflación interanual-, y ahora hemos conocido que el recibo de la basura subirá un 15%, pasando el recibo anual de 102,85 euros a 118,40. Como los recibos se pasan por cuatrimestres pasaremos de pagar 34,28 euros por recibo a 39,5 euros.
En el caso del IBI, el argumento para el subidón fue que el anterior equipo de Gobierno había dejado un descuadre de casi 20 millones de euros (no es que se los hubiera llevado, sino que eran impuestos mal calculados que han generado ese agujero). Ahora, con la tasa de basuras, el Ayuntamiento lo achaca a que el Consorcio Provincial de Residuos, dependiente de Diputación, ha actualizado las nuevas tasas, que llevaban pendientes del 2009, y reflejan un importante incremento de costes y las mejoras en el servicio. Con el nuevo sistema de cálculo, los municipios más grandes pagarán en proporción más que los pequeños, lo que para el Ayuntamiento de Guadalajara le ha supuesto un nuevo agujero. A pesar de las protestas del PP (la alcaldesa Guarinos lo califica de “injusto”), desde Diputación ya avanzan que estas cifras están muy alejadas del coste real que tendrá el servicio en 2024 y que se estima en torno a 90euros/tonelada. (Ahora a Guadalajara le sale por 58,46). Así que el horizonte fiscal es todavía más negro.
Como sucedió en el caso del IBI, la Hacienda municipal ha tirado por el camino más fácil, como es cargar el descuadre a cargo del contribuyente. Con la tasa de basura va a suceder lo mismo: se cargará el subidón sobre los hombros del contribuyente, que tiene motivos para estar asustado. Porque pronto tendrá que hacer frente a otra subida del precio del agua, ya que la Junta ha aprobado un nuevo impuesto para sufragar obras del ciclo del agua.
Como contraste a todo esto, el Ayuntamiento de Cabanillas ha decidido no cargar a los vecinos el incremento de los costes del servicio de recogida de basuras, y asumir la subida directamente por el consistorio.
Es evidente que la situación económica del Ayuntamiento de Cabanillas, gracias a los impuestos que recibe por su crecimiento industrial, y una buena gestión en general, no es ni de lejos la del Ayuntamiento de Guadalajara. Pero si las cuentas están tan apuradas, echo mucho de menos que cada subida no venga acompañada de un paquete de medidas para la reducción del gasto corriente por parte de la Hacienda municipal. Ajustar las cuentas siempre a costa de los bolsillos del contribuyente, además de ser iliberal, es muy fácil. Es más: es populismo fiscal.
EL FRACASO DE LA VIVIENDA PÚBLICA.– Nadie quiere construir vivienda pública en Guadalajara. Después de que ningún promotor estuviera interesado en quedarse con una parcela municipal para alquilar casas baratas, con buen criterio el Ayuntamiento puso a la venta dos de esas parcelas que iban a ser para pisos de alquiler. Y también ha fracasado, porque ninguna empresa ha presentado oferta. Hace unos días, García-Page declaraba que la Junta no es un buen casero -y tiene mucha razón, porque al final se le multiplican los impagos-, pero si no son las administraciones las que se hacen cargo de la promoción directa de vivienda pública, como se hacía antes, las leyes que se promuevan tendrán que ser realistas y poner un precio mínimo que no tire para atrás a la promoción privada. Hacer un juego de voluntarismo conduce al parón que ha sucedido en Guadalajara.
SOLO QUIEREN FOTOS DE LAVANDA.- La asociación Paisajes de Lavanda de Brihuega (Guadalajara) ha hecho un llamamiento a las administraciones ante la exclusión de sus cultivos de lavanda y lavandín en las ayudas previstas para compensar las pérdidas por la sequía y la guerra de Ucrania. Les parece “inadmisible» ya que las ayudas están concebidas para «tierras de secano, excluidos los pastos temporales», una condición que reúnen los cultivos de lavanda y lavandín de Guadalajara, que se encuentran en áreas arables de secano.
Por lo que se ve, a las administraciones solo les interesa la lavanda para hacerse bonitas fotos y asistir a un concierto veraniego, todos los políticos vestidos de blanco. Pero para que exista ese marco incomparable, que además atrae a mucho turismo madrileño, hace falta que crezca la materia prima: la lavanda o espliego. Todas las administraciones deberían ponerse las pilas en remediarlo, porque la resolución es provisional.