Sánchez en modo veleta

«Nuestro objetivo es el fin de los trasvases y apostar por las desaladoras. Ha llegado el momento de poner fin a la improvisación. No hay que hacer política con el agua, sino una política del agua».
Estas palabras fueron pronunciadas por Pedro Sánchez, para satisfacción de la concurrencia, durante un mitin celebrado en Albacete el 19 de abril. Tuvieron una fuerte contestación en el PSOE murciano y valenciano, y apenas diez días después, en Molina del Segura, y esta vez ante militantes socialistas de Murcia, el mismo Sánchez que había dicho que no había que improvisar, ni hacer política con el agua, siguió los consejos de Groucho Marx (“señores, estos son mis principios, pero si no les gustan tengo otros”) y tras reunirse con las organizaciones y regantes dijo todo lo contrario. Que él defiende las infraestructuras actuales, «y también el Tajo-Segura», como le habían pedido explícitamente  los regantes en la reunión que mantuvo con ellos ese mismo día. Cuentan las crónicas que Pedro Sánchez fue fuertemente aplaudido por los asistentes al acto, entre ellos, el secretario general del PSRM-PSOE, Diego Conesa, que defendió la vigencia de esta obra tras las palabras del líder socialista en Albacete. Más aplausos.

Sánchez se marchó de Murcia satisfecho por haber apagado el incendio que provocaron sus palabras de Albacete, aunque fuera a costa de generar un conato en la comunidad de Castilla-La Mancha. Lo que demuestra donde está, ahora, el compromiso real del líder del PSOE. Tampoco es una novedad: siempre ha sido así, con todos los gobiernos de España sean del PSOE o del PP. Cuando ha habido que elegir entre mantener los regadíos en la huerta murciana y levantina a pleno pulmón, con lo que ello supone para la economía nacional, o reducir el caudal del Tajo siempre se optó por lo primero.

El peso de la economía levantina y de su fuerza electoral siempre estuvo por encima de las demandas de los Ribereños por mantener una lámina estable (el 40% de los embalses) que hagan posible un desarrollo turístico de la zona, o la propia regeneración del río Tajo que soporta en tiempos de sequía unos caudales ridículos.

Siempre fue así y las cosas no van a variar cuando los embalses estén por encima de los 400 Hm3, pero lo que es novedoso que todo un secretario general del PSOE pueda cambiar en diez días tan rápidamente de opinión sobre un trema, como es el agua, de tanta trascendencia. Porque si lo ha hecho con el trasvase, qué fiabilidad podemos concederle a otros de sus compromisos.

Como muchos sospechábamos, el cargo le viene grande.

Quedaba por saber cuál es la reacción del gobierno de Castilla-La Mancha y del presidente Emiliano García-Page sobre ese cambio de papeles del secretario general entre el 19 al 29 de abril. De momento, el presidente regional ha rehuido la confrontación directa con Sánchez y todo lo más que ha salido de su boca es que él siempre antepondrá los intereses de la región a los de cualquier estrategia partidista o electoral y que los ciudadanos castigan la «la incoherencia, la contradicción y el zigzagueo».    ¡Ah sí, y que el PP son más trasvasistas que ellos!

Esto es lo que hay.

P.D. No tengo muy claro qué podría traer la declaración de Fiesta de Interés Turístico Regional para el Maratón de Cuentos, además de una oportunidad para que los grupos políticos se entretengan durante unos días con sus reproches y ocurrencias. Quiero creer que habrá una mayor aportación de la comunidad autónoma al Maratón, que ahora se sostiene casi exclusivamente en los presupuestos municipales, amén de alguna campaña de promoción específica en medios. De lo contrario habríamos estado discutiendo sobre el sexo de los ángeles. Esto es lo que hay.

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